El regreso del gótico

 

Gina Picart

Estoy segura de que a muchos, hastiados de tanto anime y manga del malo, reguetón y otras tendencias de las últimas décadas, les hará sentir muy felices la noticia de que el gótico regresa.

Nunca muerto; es un estilo artístico que ha tenido sus etapas de olvido y renacimiento, desde que apareció en la cultura occidental, allá en la Francia del siglo XII.

Esto es lo que reconocen los libros de historia del arte y de la arquitectura. Pero el gótico es una actitud, una sensibilidad que siempre ha existido en el ser humano, digamos que un modo de estar en el mundo tan antiguo como la memoria que guarda nuestra especie de los dragones y otros seres “míticos”, y cuya imbatible presencia nos hace sospechar que no son meras criaturas del mundo de los terrores nocturnos y las pesadillas, sino vestigios de una ancestralidad que los primeros bípedos humanoides alcanzaron a vislumbrar.

Hay varias definiciones del gótico, y una de ellas lo califica como estilo arquitectónico posterior al románico, que floreció en Francia, primero en la arquitectura religiosa, y luego en los castillos y palacios.


Su mejor ejemplo es la catedral de Notre Dame de París, consagrada a la Virgen María; pero el país galo, tanto al norte del Loira, habitado por los francos, como al sur, en las tierras que antes de ser francesas fueron los estados libres del Languedoc y la Provenza, súbditos de las coronas de Cataluña y Aragón,
está lleno de estas maravillosas construcciones, cuyas torres, ricas en ornamentaciones, terminan no en domos, como el románico, sino en agujas esbeltísimas que parecen querer conectar el mundo celeste, habitáculo de los seres divinos, con el mundo terrenal y pedestre de los hombres que no quieren vivir sin espiritualidad.

Incluso se conoce como gótica a la tipografía empleada en el siglo XII, en la que están escritos y copiados los deslumbradores manuscritos y códices miniados.

Existen otras definiciones del gótico. Una se refiere a la lengua hablada por las tribus ostrogodas y visigodas que fueron parte de la avalancha “bárbara” o germánica que tomó el control de Europa a la caída del imperio romano, y reinaron durante los llamados Siglos Oscuros que dieron nacimiento a la Edad Media, asentados fundamentalmente en España, Italia y una parte de Francia.

Los godos también desarrollaron su propio arte. Habían sido paganos, como todas las tribus germanas, pero se convirtieron al cristianismo, o más bien a una de sus variantes heréticas, el arrianismo. El arte que crearon fue esencialmente religioso, y su tema fundamental es la lucha entre la luz y las tinieblas o, dicho de un modo más genérico, entre el bien y el mal.

La pintura gótica es de gran belleza, con su utilización de la lámina de oro, que la hace tan luminosa, pero es en la escultura donde más se halla caracterizado este estilo. Incluso, quienes no poseen una cultura ni medianamente de plataforma, han oído alguna vez hablar de las famosas gárgolas de Notre Dame de París, esos monstruos de apariencia infernal que brotan de los muros y torres de la catedral, y vigilan París, avanzando en el espacio sus garras espeluznantes, cual si quisieran intimidar a cualquier posible enemigo de la ciudad.

 ARTÍCULO COMPLETO

Grupo escultórico del interior de Notre Dame de París.


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