De una manera u otra tenemos que estar trabajando en todas las comunidades; unas están más priorizadas que otras, por la situación de vulnerabilidad que tienen, pero hay que estar trabajando en todas, ratificó el primer secretario del Comité Central del Partido Comunista (PCC) y presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, al encabezar un encuentro en el que se evaluó cómo marchan las acciones de trabajo social en el país.
Motivado por las experiencias que en ese sentido se explicaron a través de videoconferencia desde las provincias de Pinar del Río y Las Tunas, el jefe de estado enfatizó en que es el trabajo social integrado lo que debe distinguir a nuestra sociedad.
Tenemos personas que viven en situaciones difíciles y tenemos que lograr, en el menor tiempo posible, independientemente de las circunstancias complejas que vivimos en el país, que esas personas puedan superar las causas que las han llevado a las situaciones de vulnerabilidad, explicó el presidente en el encuentro de este lunes, que también estuvo presidido por el vicepresidente de la República, Salvador Valdés Mesa, y el primer ministro, Manuel Marrero Cruz, ambos miembros del Buró Político del Comité Central del PCC.
Trabajar desde la integralidad del trabajo comunitario y del trabajo social es el propósito, insistió Díaz-Canel, para así propiciar una vida armónica, de respeto a las personas y, además, de avance y desarrollo, con los conceptos planteados por la Revolución y sus líderes, en particular el defendido por el General de Ejército, de que nadie puede quedar desamparado en nuestra sociedad.
Para avanzar en esa dirección consideró esencial trabajar constantemente en la identificación de qué circunstancias provocan que familias, personas o comunidades se desarrollen desigualmente y entonces atender esas vulnerabilidades de manera intencionada, que no se resuelven solo con lo material o con un enfoque asistencialista.
El trabajo social en Cuba –subrayó– tenemos que llevarlo hasta su elemento fundacional, planteado por el Comandante en Jefe, quien consideraba que el trabajador social tenía que convertirse en el consejero, en el confesor, en el amigo de la familia en esa comunidad, para que la familia pudiera tener la confianza de decirle todas sus problemáticas y él pudiera influir en la actitud y en la transformación de esa familia.
Tras comentar acerca de varios servicios y programas que existen en el país orientados a solucionar situaciones de vulnerabilidad, el presidente cubano retomó el tema del tratamiento a las madres con tres o más hijos, que no solo puede ser visto como parte de la atención a la dinámica demográfica, sino que está estrechamente relacionado con el trabajo social.
Y porque, justamente, el trabajo en las comunidades no puede estar solo enfocado en las necesidades materiales, el mandatario llamó la atención sobre que, además de resolver esos problemas de vivienda, se realicen acciones dirigidas a otros problemas de vulnerabilidad que pueden tener esas madres y que van más allá de un inmueble.
Aun cuando de inmediato no se podrán solucionar todos esos problemas habitacionales que agravan más las condiciones de vulnerabilidad, el Presidente Díaz-Canel señaló la necesidad de atender otras demandas de manera diferenciada e irlas solucionando en la medida de lo posible.
De involucrar a todos en los barrios habló también el Jefe de Estado, porque allí cada cosa que se haga tiene que distinguirse por la participación popular. En tal sentido, comentó sobre experiencias de sus recorridos por diferentes comunidades, en las cuales se han hecho transformaciones, pero al hablar con sus habitantes no las reconocen como tales, porque no han participado de ellas.
Donde hagamos trabajo comunitario y de barrio sin participación de las personas, ahí no estamos haciendo nada, ahí estamos gastando por gusto, porque no vamos a tener ningún impacto ni ningún beneficio social, esclareció a los máximos dirigentes de los diferentes territorios del país.
El miembro del Buró Político y secretario de Organización del Comité Central del Partido Comunista, Roberto Morales Ojeda, valoró que no se trata de hacer un diagnóstico solo con las principales autoridades del barrio, sino que se debe convocar a la población para ello, también a las universidades y a los centros universitarios municipales. Hasta que logremos ese verdadero nivel de participación, existirán todavía quejas e insatisfacciones, aun cuando se están haciendo muchísimas cosas, apreció.
Durante el intercambio –que tuvo una amplia participación de miembros del Consejo de Ministros y de otros directivos del Gobierno– la vice primera ministra Inés María Chapman Waugh llamó la atención sobre la necesidad de atender las situaciones de vulnerabilidad que puedan tener madres en los barrios, no solo aquellas que tienen tres o más hijos. Hay muchas, reflexionó, que son madres trabajadoras y la solución a su problema puede estar incluso en su centro laboral o en la propia comunidad, sin que sea necesario trascender a otras instancias.
De vital en las comunidades consideró Chapman Waugh la transformación cultural, con la vinculación de las casas de cultura, de los instructores de arte, quienes tienen que extender sus acciones más allá del interior de las escuelas y llevarlas hasta el barrio.
Cuba sabe cómo hacerlo, cómo llegar a sus comunidades y a las necesidades de su gente: son más de 60 años actuando de esa manera. Perfeccionar y consolidar los mecanismos que para ello existen, así como diseñar todos los que se demuestre que son imprescindibles para avanzar en la solución a las problemáticas de la población cubana, son retos que tiene por delante la nación en cada uno de sus barrios. (Tomado del sitio oficial de la Presidencia)