Gabriel Cisneros es uno de los artistas visuales más importantes de la nueva generación en Cuba. Durante sus años de carrera, ha desarrollado una obra escultórica audaz e impresionante.

Desde su graduación, en la Universidad de las Artes (ISA), en 2015, ha trabajado junto al escultor José Villa Soberón, Premio Nacional de Artes Plásticas. Su creación independiente, es representada en Cuba por importantes espacios de promoción de lo mejor de las artes visuales emergentes: galería Servando y galería Galiano.

Para Gabriel Cisneros, la escultura ha sido el medio eficaz para expresarse. En su arte hay un interés, no solo por el realismo en la técnica, sino por el concepto mismo de la obra. Esto último, traducido en la presencia en su escultura, de un halo de extrañamiento, propio de la creación inteligente.

Tras seguir los pasos de la carrera de este artista, Tribuna de La Habana ha querido conocer con profundidad su labor.

Sobre tu trabajo junto a Villa Soberón, ¿cómo inicia y de qué manera se ha desarrollado?

-Nuestra relación de trabajo se inicia en julio de 2015. Cuando estaba en 5to. año de la carrera, para graduarme, realicé un autorretrato en escultura llamado Sin razón, sin aliento y sin nada. Esta fue una pieza importante, entre sus méritos está el haber sido la obra que me acercó a Villa, que desde aquel entonces, era, y aún es, profesor del ISA. En ese momento, me propone realizar en conjunto, la escultura de José Martí que está en la Embajada de Cuba en Washington.

“Desde entonces, hemos seguido trabajando hasta hoy. Por una idea de Eusebio Leal, entre el año 2017 o 2018, trasladamos el área de trabajo del ISA, para este taller situado en Cuba y Teniente Rey. La idea era acercarnos a los jóvenes de las escuelas talleres de la Oficina del Historiador. Para Leal era importante que los muchachos se nutrieran de lo que estábamos haciendo. Villa y yo defendemos lo tradicional y académico, métodos y técnicas que han ido quedando en el olvido por muchas razones”.

Gabriel Cisneros (izquierda) y José Villa Soberón en proceso de creación. Foto: Cortesía del artista.

¿Cómo funciona el proceso de creación de la escultura en este taller?

-Se involucran muchos. Nunca realizo una escultura completamente solo, porque demanda tiempo y desgaste físico. Si tuviera que hacer todo el proceso solo, entonces, hacerla me llevaría tal vez, un año entero, y esto haría que mi producción se redujera mucho. Por eso me rodeo de especialistas que dominan los distintos procesos de la producción de una escultura. Sobre todo es muy complejo si se hace en bronce porque casi que hay que construirla tres veces. Para crear una escultura, primero se modela en barro, luego se hace un molde en yeso, después una matriz en resina, otro molde en silicona, luego otra matriz en cera y más tarde otro molde de un material refractario y allí es que se vierte el bronce. Es un trabajo tremendamente largo y complejo, por eso lo hemos ido dividiendo en fases de trabajo.

"Villa y yo hacemos la labor de las obras conmemorativas que, por lo general, vienen por encargo. De esta manera, mantenemos el taller activo. Independientemente que, cada uno lleva a la par, su obra personal. En el caso de Villa es la escultura abstracta, y mi trabajo siempre ha estado ligado a la figuración. Me agrada hacer las obras conmemorativas, porque me sirve como ensayo y me permite no descuidar hábitos y maneras de hacer para enfrentar mi propio trabajo. También es complejo, porque hay que dividir el tiempo en dos creaciones distintas. La escultura conmemorativa tiene sus características, el artista no tiene libertad plena al crear. Debe cuidar las pautas que le da quien le encarga. En el caso de una obra personal, haces lo que deseas".

¿Cómo se dividen Villa y tú la creación de las obras conmemorativas?

-En la parte del modelado nos involucramos los dos. En la concepción de la obra es donde él tiene más participación, es decir, en el hecho de pensar el personaje. Cuando la institución nos hace el encargo, nos propone una idea, e intentamos acomodarla a nuestros intereses artísticos, empleando ciertos códigos que se manejan en la escultura conmemorativa, que Villa, por su formación, conoce mejor. Juntos realizamos un estudio fotográfico con modelo -en función de las características físicas del personaje- para orientarnos y, sobre todo, para entender cómo se ve la tela encima del cuerpo. Nos interesa que las esculturas queden con el mayor nivel de detalle y realismo. Luego hacemos una especie de Frankenstein: ponemos la cabeza del personaje que nos solicitaron en el cuerpo del modelo. Esta es la parte en la que trabajamos los dos.

"Posteriormente, viene la labor de los otros especialistas que trabajan con nosotros, básicamente el trabajo se divide en tres dúos: Villa y yo; Marcos y Yeiner, que se encargan de la parte del molde en yeso, así como Mario y Duniel que funden en resina. También está Roger, el soldador que hace la conformación en metales de Villa. En el taller hacemos dos tipos de moldes: en yeso, que solo se usa una vez, y en silicona, que se utiliza varias veces. En la labor de los equipos, no nos involucramos, todos respetamos el trabajo del otro.

“Me gusta mucho una manera que tenía Rodin de ver estos procesos, él decía que el barro es la vida, el yeso es la muerte y el bronce es la resurrección. Esto tiene su magia. El molde de yeso es la muerte porque es un momento crítico donde cualquier error que cometa el moldeador puede dejar con graves problemas a la pieza o llevarla a su destrucción total. Hay que ser muy exquisitos en saber por dónde se va a dividir la obra”.

Tus obras poseen exquisitez estética y también valor conceptual, pero, ¿qué es lo más importante para ti, la estética o el concepto?

-Eso es un debate que enfrenté por primera vez cuando estaba estudiando. Yo pienso que mi trabajo de tesis un poco que soluciona eso. No tengo ningún prejuicio en torno a formas del arte más conceptuales, al contrario, hay muchos artistas en esta línea que admiro y sigo, pero inevitablemente, no me siento del todo cómodo concibiendo mi trabajo de esta manera. Disfrutar la experiencia es vital, porque crear es algo a lo que le dedicamos demasiado tiempo.

"Es muy difícil desaprender lo que se estudia en la academia. Por mi formación he quedado en un punto intermedio, las obras nunca están vacías de contenido, siempre tienen un comentario que hacer en torno a su propia morfología y contexto. Las últimas piezas que estoy haciendo tienen un trasfondo conceptual muy bien estructurado, que salen de la experiencia que he tenido con la escultura conmemorativa y en función del espacio en donde se van a desenvolver. Me importa, no solo la calidad estética, sino también crear sensaciones en el espectador".

¿Sensibilizar o mover el intelecto?

-Creo que se imbrican las dos cosas. Las obras de arte tienen un tiempo muy limitado para operar. Entras a un museo y tienes una infinidad de ellas, y estas te van a capturar por impresión. El primer instante es fundamental, allí le dedicas tiempo y empiezas a crear una experiencia en torno al objeto artístico. Es inevitable que las dos cosas se enlacen. En un primer momento está ese atractivo visual, esa extrañeza. Luego ya con la atención del espectador me interesa que deduzca determinadas ideas, a la misma vez, quiero que sienta algunos sentimientos que quiero trasmitir.

¿Cuál es tu principal motivación como artista?

-Hacer escultura es una necesidad, no me veo haciendo otra cosa, le he dedicado mucho tiempo por placer. Esa es la principal motivación, tengo cosas que mostrar, que decir y me interesa que sea a través de la escultura. Me apasiona el hecho de ser como una especie de mago, yo tengo la habilidad de traer a la realidad un objeto que está en mi imaginación. A diferencia de la pintura, la escultura es algo con lo que puedes tropezar, la puedes tocar, rodear. Picasso decía que es aquello con lo que chocas cuando te alejas para ver un cuadro, y me interesa eso, que sea algo que invade el espacio vivible.

Detalle de obra Sin razón, sin aliento y sin nada, de Gabriel Cisneros. Foto: Cortesía del artista.

¿Cuál es la cualidad que distinguen tus esculturas?

-Son esculturas que en su mayoría dependen de su circunstancia y su tridimensionalidad, me interesa esa condición. En mi formación en el ISA exploré otras zonas que no eran precisamente figuración, pero sí eran objetos determinados por sus circunstancias. Esto es lo que marca toda mi trayectoria: la relación entre objeto y contexto. Tampoco creo que mi escultura sea totalmente realista, más bien está en un punto anterior, porque me importan muchos los planos y las formas más duras. A estas últimas, no dedico tiempo a suavizarlas porque si no, quedaría mi obra más preciosista y no me interesa ese tipo de escultura en estos momentos.

Durante tu trabajo en la docencia, ¿qué les enseñabas siempre a tus estudiantes?

-El trabajo en el ISA estaba dividido en dos aristas, una vinculada hacia la idea conceptual de la obra y la otra hacia la parte práctica, académica y desprovista de todo este aparato ideal. Esta última era mucho más mimética. Intentaba no conducir a los estudiantes a algo para no convertir mis ideas en formulaciones para ellos, porque el arte es intangible. El artista más que formulaciones, necesita libertades. Lo más importante que debe tener un profesor de arte es que debe enseñar a mover al alumno en esas libertades y a que sea feliz haciéndolo.

¿Cómo se ha ido desarrollando este 2022 para Gabriel Cisneros en el ámbito expositivo?

-En enero hice una exposición bipersonal junto a Villa que se llamaba Convergencias, con la Fundación Caguayo de Santiago de Cuba. Fue una expo continuidad de otra que se hizo en La Habana en 2019, llamada En la misma cuerda. Villa y yo llevamos cinco años colaborando con ellos y querían que presentáramos nuestra obra al público de esta provincia.

“Por otro lado, en el marco de la última edición de la Bienal de La Habana, estuve en algunas exposiciones colectivas. En la galería Servando participé en mi primera colectiva con ellos, llamada A río revuelto. Después estuve en Fabulación de la piedra a la PC en galería Collage. Esta fue una expo grande de más de 20 artistas, y resultó interesante porque la galería nos convocó para que participáramos como taller, como espacio de creación.

“Luego estuve en Galiano con la exhibición también colectiva: Crucigramas. Posteriormente, formé parte del proyecto homenaje a Juan Delgado, Detrás del muro está el amor. Sobre los nuevos proyectos, tengo dos expo: a finales de julio una colectiva en el Museo Nacional de Bellas Artes y en noviembre una personal en la galería NG, en Panamá”. (Tribuna de La Habana)