Honran a Georgina Herrera en Universidad de La Habana

Cómo era, cuáles características personales e intelectuales la distinguieron, cuál es su legado para la literatura y la poesía cubana fueron temas compartidos en homenaje a la poetisa y activista afrocubana Georgina Herrera (1936-2021), en la Universidad de La Habana.

Con la participación de la también poetisa Carmen González, el investigador y escritor Roberto Zurbano, con la moderación de Yulexis Almeida, vicedecana de la Facultad de Filosofía, Historia y Sociología de La Universidad de La Habana, el tributo forma parte de la I Jornada por el Día Internacional de las Mujeres Afrolatinas, Afrocaribeñas y de la Diáspora, que se celebra cada 25 de julio.

Foto: Raquel Sierra.

González recordó que Herrera era cercana desde la infancia, mucho antes de que pensara escribir un verso, la conoció desde la escuela y, luego, escuchaba siempre su nombre en anuncios de programas radiales, por lo que siempre estuvo en su memoria.

El acercamiento se produjo más tarde, cuando comienza a escribir y era consciente de que sería poetisa y fueron presentadas.

“Lo que me acerca a Georgina es esta tremenda palabra en su poesía, sentarte a descubrir lo que ella quería decir, los trasfondos de lo que decía, pero lo mejor era ver lo que no decía, darse cuenta de lo que no decía, pensar en lo que no decía y eso hacía de sus libros unos libros muy útiles, porque te ponía a pensar esas cosas que ella no decía, te ponían a pensar”.

Zurbano, recordó en el encuentro, la conoció por otros caminos y, de cierta forma, la convirtió en una segunda madre, pese a que algunos afirmaban que ella era quien lo había adoptado. “Cuando fui a trabajar a la Unión de Escritores, encontré en casa de Georgina una especie de remanso”, describió una particular y entrañable relación con la poetisa.

Rememoró que allí en su cuarto se reunían muchas personas y se opinaba de muchos temas; sin embargo, ella casi nunca daba ninguna opinión. “Una de las cosas que definía a Georgina, un silencio que ella hacía y en ese silencio estaban pasando cosas y uno podía reflexionar, mirar atrás, volver y a mí me llamaba mucho la atención y muchas veces fui allí a conversar con ella y hacerme yo mis propias preguntas entre el silencio ese que a veces ella dejaba que creciera en una conversación a partir de sus frases así, cortas y ahí tomamos un cariño respectivo donde empezamos a hablar de todo”.

También se habló de su obra. Al respecto, Zurbano señaló que su poesía se lee entre líneas, “si no se lee en la tranquilidad y esa paz que ella tenía para vivir, uno no entiende cosas y le puede parecer para muchos una poesía banal, para otros, en un tono menor y no es así, hay una grandeza en los libros de Georgina que va creciendo desde que ella publica GH, en el 1962, en el grupo literario El Puente, una de sus grandes experiencias literarias y de vida y hay un crecimiento hasta llegar a los últimos libros de Georgina, en lo personal, en lo poético y en una filosofía de vida”.

Para el crítico, en Georgina hay lo que hay en muy pocas poetas o gente que escribe poesía, “hay una poética, que es una filosofía, que es la manera en cómo se piensa la poesía, en la manera en que se hace y esa poética está muy ligada a la vida que ella hizo y tuvo, la vida que le tocó y la manera en que asumió la vida, sus carencias, sus golpes, sus tropiezos, sus incomprensiones, sus silencios, sus faltas de reconocimiento y todas las cosas las fue logrando en un silencio cómplice con otras cosas que ella priorizaba por encima de los éxitos y los grandes reconocimientos”.

Según dijo, ella no buscó los grandes reconocimientos, las grandes militancias ni las grandes tribunas, y ganó y conquistó el espacio que tiene en la literatura cubana, “porque tuvo la conciencia de que eso era lo que quería hacer y era lo que quería decir y yo creo que lo hizo y lo dijo. Es una poeta con un alto nivel de realización y yo creo que satisfecha con la obra que hizo”.

Muchos fueron los recuerdos y reflexiones: su llegada al feminismo, la sororidad que la hacía desplazarse ya mayor, bastón en mano, a visitar y asistir a amistades, su espíritu joven, que impulsaba a quienes, en ocasiones, estaban a punto de desistir en las batallas del antirracismo, entre otras facetas.

Varias voces se pronunciaron para recordarla y hacerle justo homenaje a quien falleciera en diciembre pasado, pero cuyo ejemplo y legado permanecen y guían el camino. (Tribuna de La Habana)

Publicar un comentario

Gracias por participar

Artículo Anterior Artículo Siguiente