A los pobladores del municipio de Regla, en La Habana, los caracteriza la defensa de la cultura comunitaria, esa que engrandece a los pueblos.
Quien visite esta localidad ultramarina podrá percatarse,
de simple ojeada, que el lugareño ama su cultura. Se trata de una característica
casi genética.
Es el fruto de una historia, de
una herencia centenaria, que pasa por los valores de la arquitectura, las artes
plásticas, el teatro, la música y la danza, por solo citar varias de las
esferas en las cuales han brillado hijos de este terruño, tanto en Cuba
como allende los mares.
Una muestra de ello se vivió hace
pocas horas en el céntrico parque Guaicanamar, que acogió la sede provincial del
Festival Pioneril de Recuperación de
Materias Primas, acontecimiento con fines económicos, pero que contó con ese
toque distintivo que emana de la fusión -armoniosa y alegre- de la danza y la
música.
Tanto el festival como su colofón cultural convocaron a niños, jóvenes y adultos, quienes disfrutaban del espectáculo, al tiempo que ellos mismos movían sus cuerpos al ritmo de las ejecuciones de los artistas y se solicitaban, como en familia: “¡Dame la mano y danzaremos!” (Ramón Lantigua Arcis)