A sus 86 años de edad, el escultor Marino González y su esposa no dejan de soñar en la barriada en transformación La Guayaba, en el Consejo Popular Armada, del municipio de Cerro.
“Este es un barrio pobre y, con
estos cambios sociales, hoy mi proyecto lo dedicamos a las personas de la
tercera edad”, explica este ‘roble’ habanero enamorado de su tiempo.
De manos rudas y alma grande, Marino
no se deja vencer por los desafíos de tiempos difíciles, al retomar la vida con
una óptica diferente, con creatividad juvenil desde su interior.
“Aquí hacemos -y vendemos a
precios baratos- sillitas para los niños y personas muy mayores que las
necesiten para el baño; portadores de celulares y otros artículos de utilidad
para las familias.
“Como mi trabajo está dirigido, principalmente, a personas de edad muy
avanzada, también comenzaremos a hacer bastones, de modo que este servicio esté
más cerca de los ancianos de la comunidad.
“Siempre he trabajado y, a pesar
de mi edad, no dejo de soñar, pues la Revolución para mí lo es todo”, afirma
con orgullo.
Su comunidad viste un rostro distinto hoy, con nuevos inmuebles, incluidas farmacia y panera, a la par que se ejecutan acciones de rehabilitación, como arreglo de aceras, acueducto, pintura, entre otras que arman las alas de un amor compartido desde el barrio por un país mejor. (Alberto Riesgo Vázquez)
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