Los mecánicos vuelven a la carga. Uno se sube a la escalera, mientras el otro permanece junto al panel de control. Nuevamente, una prueba, con todos los ojos del salón puestos en ella. ¿Será esta vez? La línea echa a andar, los paquetes comienzan a salir…una nueva falla, tampoco esta vez. Ajustar de nuevo…
En la planta de torrefacción de la autopista todo está en tensión. Consumidores de la infusión en las mañanas, como el que más, saben que en las casas esperan el envío, que ha demorado fuera de todo límite.
Así es el día a día de producción de café, cuando, para garantizar su entrega, aunque sea tardía, en exceso, se usa un material de envase diferente al habitual.
“Ante la demora en la llegada al país del polipropileno litografiado, estamos usando como medida alternativa polietileno de producción nacional, de baja densidad, procedente de Villa Clara”, explicó Yosdany Álvarez Viera, director de la Unidad Empresarial de Base (UEB) José María Pérez, más conocida como torrefactora 8 vías.
Ese material entró a la industria el pasado 19 de agosto, dijo, y al no tener las características que requieren las máquinas de envasado, hubo que realizar adecuaciones y pruebas, que permitan la temperatura óptima para que los paquetes queden adecuadamente sellados, lo que no elimina los problemas con la estética.
MOVER EL DOMINÓ
El importante atraso para iniciar la producción de las 229 toneladas que demanda la canasta normada en La Habana obligó a implementar estrategias operativas que permitieran producir, con la agravante que representan los apagones.
“Hemos organizado turnos consecutivos de 24 horas, tres turnos consecutivos, considerando también el tema de la de la electricidad, porque también somos parte de la afectación”, apuntó Álvarez Viera.
“Ante la contingencia eléctrica, cuando apagan de 10 de la mañana a dos de la tarde, nos preparamos para reanudar a las dos. Esta es una fábrica de flujo continuo, por su capacidad de 15 toneladas diarias, lleva una cobertura de tueste y de molido que demanda turnos de ocho horas”, explicó Miguel Folgueiras Santana, jefe de planta.
La alta demanda eléctrica de la industria consumió en breve la asignación reajustada del combustible para la planta. Aunque a nivel doméstico pudiera pensarse sencillo el proceso, aquí deben tostarse por separado el café y el chícharo, luego mezclarlo y molerlo, detalló Folgueiras. Además, “al ser un polietileno de baja densidad hubo que adaptar a las máquinas de envase y bajar de un rendimiento de 50-55 paquetes por minuto a 35-40”.
Incluso así, se mantiene la vigilancia por la calidad del Hola, mezcla de café y chícharo. Según Aidaelin Machado Zayas, especialista de Calidad , “a pesar de los inconvenientes que surgen con los equipos, seguimos controlando el proceso y los parámetros de calidad, tratando de que salga lo mejor posible: punto de tueste, granulometría y la humedad”.
A su vez, apuntó:
“Tenemos el inconveniente del envase que no es el ideal, no es litografiado, que pueda ocasionar alguna inquietud en los consumidores, así como la estética que no es la esperada, pero se trata cada día que salga mucho mejor”.
Otras estrategias son el encadenamiento con torrefactoras que están haciendo producciones para la capital, así como también apoyando a la Empresa Mayorista de Alimentos en la transportación hacía los municipios, señaló el director de la UEB.
El proceso de entrega a la red mayorista tiene como paso siguiente la distribución hacia los comercios y la venta a la población.
En situaciones como esta, podría valorarse adoptar medidas operativas que garanticen el envase alternativo con mayor celeridad y, aun en medio de las limitaciones conocidas, disponer de un nivel de combustible para la planta que responda la urgencia.
La empresa Cubacafé proyecta que, con la esperada llegada del envase litografiado, pueda retomarse el ritmo habitual de producción-distribución de café, sabiendo que en las casas, se le espera. (Redacción digital. Con información de Tribuna de La Habana)