Cristóbal Colón no vivió el tiempo suficiente para ver el curso de su hazaña ni enorgullecerse de su legado a la Historia, porque murió en un monasterio, pobre y olvidado, tras haber sufrido humillaciones, vejaciones y hasta prisión, pues llegó a ser tan poderoso que sus enemigos y rivales lo combatieron, calumniaron y acosaron hasta reducirlo a la miseria, pero no consiguieron arrojarlo al olvido.
El mundo entero sabe que el 27 de octubre
de 1492 Cristóbal Colón descubrió la antesala de inmensas tierras que en aquel
entonces nadie sabía que existían, descubrió el Paraíso, y fue, en cierto modo,
el precursor de los más grandes y poderosos dominios que jamás tuvo la Corona
de España.
El arte también se ha encargado de inmortalizar la hazaña sobrehumana del Gran Almirante.
En
1992, el cineasta estadounidense Ridley Scott recreó la aventura del “descubrimiento”
en su filme La conquista del Paraíso,
protagonizada por el genial actor francés Gérard Depardieu, con una de las más grandiosas bandas sonoras de la
historia del cine, a cargo del compositor griego Vangelis, con la que su autor
obtuvo innumerables premios.
Hay
un disco, un sencillo, con la pieza tema, Conquest of Paradise, de género
orquestal y coral cantada en latín vulgar, que solo en Europa vendió más de dos millones
de copias.
La escena en que Colón-Depardieu desembarca seguido de sus tripulantes y se arroja de bruces en la arena para besar la tierra cubana, es de una belleza suprema y antológica.
También existen dos óleos descomunales con ese tema que, a mi juicio, son las obras plásticas que mejor han logrado reproducir la luz antillana, tan deslumbradora y hermosa. Uno de ellos, que aparece en Internet con el título Primer homenaje a Cristóbal Colón, se encuentra en el Museo Naval de Madrid y es obra del pintor andaluz José Garnelo y Alda, quien cursó estudios en la Academia de Bellas Artes de Roma y lo presentó en 1892 en la Exposición Internacional de Madrid.
La segunda obra, titulada Rembarque de Colón por Bobadilla, fue creada por el pintor cubano Armando García Menocal, uno de los nombres insignes de la pintura cubana de la República neocolonial, pero no representa la llegada a la Isla del Gran Almirante, sino el momento en que es capturado y conducido esposado a la nao que lo repatriaría a España. Pintado por su autor en 1893, el cuadro se encuentra en La Habana, en el Museo de Bellas Artes, donde puede ser admirado.
En
él, el maestro Menocal incorporó la técnica conocida como luminismo, ese
tratamiento protagónico de la luz que otorga una calidad visual diferente e
interpretado como expresión de cubanía.
Hay
un tercer óleo que aparece en el libro Historia
de la pintura y la escultura en Cuba, publicado en La Habana en 1952. Su
título es Desembarco de Colón, y
lleva la firma de Augusto Menocal, primo del mencionado Armando.
Este
óleo estuvo en exhibición durante mucho tiempo en el Palacio Presidencial (yo
no lo he visto), pero no he logrado información exacta sobre si se encuentra
ahora en la Sala de Historia Nacional del Museo de Bellas Artes, donde sí
pueden ser apreciadas otras obras de Augusto, como El suplicio de Hatuey. Sin
embargo, en este cuadro el pintor, quien no carece de destreza en su arte, no
pudo conseguir –o no se lo propuso- el auténtico milagro de la luz, como sí
puede apreciarse en las dos obras anteriormente mencionadas.
Lo
cierto es que todo 27 de octubre debería ser incluido entre las más importantes
conmemoraciones nacionales de Cuba. Es verdad que poco es falso en la leyenda
negra de España durante la Conquista y colonización de Cuba, y es cierto que
masacró a nuestros aborígenes, que trajo la abominable institución de la
esclavitud a estas tierras; es cierto que tuvimos que librar dos Guerras de
Independencia para desligarnos de su tutela fatal, en las que no solo murió entre
horribles sufrimientos una gran parte de nuestra población y perdieron la vida
los mejores hombres que ha dado Cuba. Todo eso es verdad, pero no creo que
debamos ser parte del odio con que algunos recuerdan la Conquista en otros
países hermanos, porque en esa fecha entró Cuba en la Historia de este planeta.
Esos conquistadores crueles y
despiadados fueron nuestros ancestros, y en las venas de millones de cubanos
corre su sangre, y en nuestras lenguas vibra su bellísimo idioma, pero sobre
todo porque España siempre intentó impedir que dejáramos de ser isla, aunque
siempre nos quiso colonia.
Porque, sin Cristóbal Colón besando la arena de nuestras playas, nunca hubieran existido un José Martí, un Carlos Manuel de Céspedes, un Ignacio Agramonte, un Antonio Maceo, un Máximo Gómez, un Miguel Jerónimo Gutiérrez, ni un pueblo capaz de demostrar al mundo que seguimos siendo tan isla como lo quiso nuestro Apóstol. (Gina Picart)
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