La Policía Nacional Revolucionaria (PNR) garantiza en Cuba la seguridad y tranquilidad ciudadanas y logra insertarse en el trabajo social en los barrios con su labor preventiva, en estrecho vínculo con el pueblo, del cual forman parte indisoluble.
Sus miembros asumen
responsabilidades y tareas que van más allá de su tradicional trabajo.
El teniente coronel de la PNR
Jorge Luis Báez Ricardo es ejemplo de ello: lleva cinco mandatos como delegado
del Poder Popular al frente de la circunscripción 86 del Consejo Popular
Tamarindo, una barriada en transformación integral en el municipio de Diez de
Octubre, al centro de La Habana.
También se desempeña como diputado al Parlamento cubano por ese territorio y constituye una muestra de la entrega de esas fuerzas al servicio del pueblo.
El que sus electores lo ratificaran
en los últimos comicios para un sexto mandato denota la confianza que en él
depositan y satisfacción por su nivel de gestión.
Al indagar sobre cómo logra
combinar su responsabilidad como segundo jefe de la Policía Nacional
Revolucionaria en el municipio y sus funciones como delegado, explicó:
Es difícil, ambas tareas conllevan sacrificio,
trabajo con los jóvenes, en la comunidad; tienen mucho que ver, y creo que la
experiencia adquirida en la Policía me permite trabajar mejor con la población,
principalmente en el trato diferenciado, la alta profesionalidad que demanda la
Policía la llevo a la práctica en mi circunscripción.
Ya en el quinto mandato, la tarea
fue menos difícil y he aprendido con la población a conocer sus problemáticas,
y a medida que uno conoce el diagnóstico de la circunscripción, es más fácil
trabajar, siempre con una interacción con las familias, aprovechando la
influencia de los que actúan positivamente para lograr la reinserción a la
sociedad de los jóvenes desvinculados del estudio y el trabajo, dijo Báez
Ricardo, y argumentó:
En esta labor preventiva, también
intervienen los factores de la comunidad, y siempre lo digo, creo que el médico
de la familia, el policía y el delegado desempeñan un papel decisivo, los tres
tienen misiones importantes y, si juntan esfuerzos y se aprovechan las
potencialidades de la comunidad con personas que son líderes naturales, y otros
que contribuyen al trabajo preventivo, se pueden lograr los objetivos en
función del pueblo.
Cuando inquirí acerca de sus aspiraciones para su barrio, Tamarindo, dijo:
“Lograr que sea un barrio tranquilo, que
prospere y se desarrolle con la ayuda de todos.”
¿En lo personal, qué le aportó ser
delegado todos esos años?, le pregunté:
“Lo que hemos recibido es el cariño del
pueblo; que nadie piense que va a recibir otra cosa; no trabajamos por
beneficios personales, sino por el beneficio del pueblo, por atender sus
preocupaciones, sus inquietudes, transmitirlas a las autoridades que deben
velar por ello, exigir para que se le de respuesta y la solución que lleva cada
caso.
“En compensación siempre recibimos el
calor, el cariño y el respeto del pueblo, por eso me reeligieron”, concluyó
Báez Ricardo.
Tras la sencillez de sus palabras
y la nitidez de su mirada, está el poco descanso del que no habla, noches de
vigilia, tiempo restado al disfrute en familia y una entrega que va más allá de
la responsabilidad cotidiana y que lo convierte en uno de los héroes anónimos
de todos los días. (Reyna C. Turro Caró)