Aguas de La Habana: Las urgencias no están contadas


Menudo susto se llevó Tania Loreto González. A media mañana del pasado miércoles (8 de febrero) la conductora que parte del tanque de la Loma de la Cruz y en su recorrido de varios kilómetros abastece a buena parte de los vecinos y entidades económicas del este de la capital, colapsó en el tramo de calle 4ta. e/ 10 y 11, reparto Chibás, y ella, sin saber a ciencia cierta qué sucedía, al ver la avalancha de agua, solo atinó a gritar, una y otra vez: “Socorro, me ahogo”.

Al día siguiente, Tribuna de La Habana visitó el lugar, y ya más calmada nos confesó que probablemente no había sido para tanto, “quizás más susto que otra cosa”, pero aún así los vecinos se movilizaron, hicieron las llamadas pertinentes, y casi de manera inmediata, una brigada de la Base de Obras Especiales (BOE), perteneciente a Aguas de La Habana (AH), hizo acto de presencia y puso manos a la obra.

Dieciséis horas después –tal vez más-, encontramos a sus integrantes todavía “fajados” a pie de obra, prácticamente sin haber pegado un ojo y literalmente, con las botas puestas y la manga al hombro, metido, unos, en una zanja (de cuatro a cinco metros de ancho y dos o tres de profundad), mediada de agua; y los otros, en sus riveras y alrededores, entregados a este o aquel otro menester, en medio de un mar de fango, en el cual, en el mejor de los casos, digamos que en el sitio de mayor firmeza, el lodo llegaba a los tobillos.

Yo mismo, ya de regreso, me vi precisado a cambiarme de ropa y ponerla en remojo, zapatos incluidos.

LA MALA NUEVA

“Resultó una desagradable sorpresa, que nos obligó a cambiar el rumbo y los propósitos”, nos comentó Orlando Francisco Valdés Mena, experimentado hidrógrafo al frente de la BOE. “Cuando nos avisaron, nos preparábamos para partir hacia Ariguanabo a reparar una avería en la conductora de esa fuente de abasto. La urgencia de este imprevisto incidente nos trajo hasta aquí”, acotó para luego explicar que llegaron a enjaular una tiñosa, en cacería que sabían difícil, de esas que cómodamente clasifica de muy compleja, pero una vez en el terreno, les apareció otra, igual de compleja y retadora; ambas a encerrar en el menor tiempo posible y con un único tiro.

“Hace más o menos una década sustituimos la vieja y deteriorada tubería de centro acero, que existía entonces, por esta de ahora, de polietileno de alta densidad y 800 mm de diámetro”, nos contó Orlando.

“Creíamos saber a qué no íbamos a enfrentar: zanjeo en el asfalto y el hormigón, desniveles, manigua y monte, terrenos bajos y pantanosos, en los cuales al perforar unos centímetros aparece el agua, y agua y soldadura por termofusión no ligan, son incompatibles, lo cual obliga a levantar los tubos para realizar los empalmes”.

Sin embargo, ya en el terreno, lo que pensaron de por sí trabajoso resultó espinosamente arduo, explicó el especialista. Los vecinos edificaron en terrenos por donde pasa el trazado de la tubería. Eso es muy riesgoso. Cualquier reventón puede derivar en un trágico accidente, además de la dificultad que implica una reparación en tales condiciones. Entonces se imponía reparar la avería y desviar el cauce unos 50 metros.

ESPANTADO EL SUSTO Y LAS TIÑOSAS

Los hombres de la Base de Obras Especializadas se han convertido en la tropa élite de Aguas de La Habana. Les toca asumir las obras más retadoras y mayor envergadura. A lo largo de más de 20 años, desde su fundación hasta la fecha, han demostrado, por mucho, pericia y profesionalidad frente a tantos enormes desafíos, que alarman solo de imaginarlos.

El imprevisto impuso el corte del servicio sin previo aviso, los inconvenientes creados a los vecinos, la urgencia. Cuando fuimos a su encuentro sumaban ya más de medio día, su noche y madrugada de duro y agotador laboreo continuo. Tras un breve descanso, a la espera del enfriamiento luego del acoplamiento de un codo, imprescindible a la hora de garantizar el nuevo trayecto pensado para ese tramo de tubería, los hidráulicos reanudaron faena. Tocaba ahora el empalme por los dos extremos donde fueron hechos los cortes.

Orlando Francisco me aseguró que me fuera confiado que eso era solo cuestión de unas horas, y después, prueba de comprobación, reanudar el bombeo y regreso del agua a los hogares.

Posible y rápido, agrego yo, por la entrega total y un extra de apenas cinco hombres y su jefe. (Tomado de Tribuna de La Habana)

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