Elecciones: transparencia en una islita llamada Cuba


Cada jornada es un ajetreo diferente; el tiempo transcurre rápido y las horas del día no alcanzan para abarcar el cúmulo de tareas previstas, más las imprevistas; las faenas se extienden, el sol alumbra, pero en la Comisión de Candidaturas Nacional (CCN) siempre se está mucho más allá del ocaso.

Pareciera que son actos formales, prestablecidos o en cumplimiento de la ley, de todo eso hay en cada amanecer; sin embargo, la inteligencia, el tesón y la integridad de quienes forman esta CCN o van como refuerzos hacen la realidad.

Para mí fue un descubrimiento y un deslumbramiento, jamás me había involucrado en una labor de esa magnitud o había conocido los entresijos; la vida me demuestra una vez más que siempre se aprende, sin rebuscamientos, con solo mirar el alma de las personas.

De las tangibles, de las que enfrentan la cotidianidad o los imprevistos, y encuentran soluciones, pero también y mucho más bonitas, de las intangibles, las que te llegan en una hoja de papel a través de palabras y una simple foto.

Confieso que he aprendido muchísimo de la sensibilidad de la gente, de los desvaríos, las grandilocuencias y hasta las inmodestias, que no priman, pero emergen alguna vez. Y de las leyes, de las certezas y las inconformidades.

Para llegar con éxito a las elecciones (para diputados al Parlamento) del próximo 26 de marzo existe un arduo trabajo, que comenzó en la base, en el corazón del pueblo, acompañado siempre de los integrantes de la CCN.

¿Quiénes son?, pues representantes de cada una de las organizaciones de masas del país, presididos siempre por la Central de Trabajadores de Cuba, que se constituyen en la Comisión de Candidaturas, toman posesión ante el Colegio Electoral Nacional (rector del proceso) y actúan, acompañan, procesan, depuran y pueden censurar algún proceder.

No eligen; el trabajo comienza en las circunscripciones, sigue en las asambleas municipales, en la propia comisión y concluye después de constituida la Asamblea Nacional, elegida su presidencia y al presidente de la República.

Hay un riguroso proceso de selección y aprobación, primero de los delegados, luego de los candidatos a diputados para consensuar a los 470 que conformarán el Parlamento, respetando que hasta el 50 por ciento de ellos deben ser delegados de circunscripción, y el resto propuesto por los organismos.

Los candidatos se aprueban con más de la mitad de los votos de las asambleas municipales y no siempre hay consenso en las propuestas.

En dos municipios de Camagüey, en Vertientes y Carlos Manuel de Céspedes, se vivieron los desaguisados en este proceso, informalmente conocí con exactitud el caso de la última de esas localidades.

Los delegados y el pueblo se opusieron a una de las dos propuestas de candidatos que se sometieron a votación en su Asamblea Municipal, querían a otro, a un médico, popular y aclamado por su comunidad, que ya había sido diputado, se estudiaron los argumentos y, contra el pueblo nada.

El médico es su candidato. Estos casos no proliferan, pero se aparecen.

Varios de los integrantes de la CCN, la mayoría mujeres, se han convertido en especialistas, después de vivencias, mucho estudiar y desvelarse.

Julia Durruthy (miembro del Secretariado Nacional de los Comités de Defensa de la Revolución), a quien admiro por su talento, sus conocimientos y su paciencia, es máster en estas lides.

Con tantos días a su lado, sin menospreciar al resto, he vivido la transparencia del proceso eleccionario. Cada biografía de un candidato a diputado es un libro abierto. Contienen el talento, la obra, los resultados, los valores, las virtudes y los defectos de cada uno.

Y también la modestia, esa cualidad virtuosa del hombre que late en cada hoja llena de palabras y una foto; que se comprueba o se comparte cuando estás al habla con la persona, porque cada biografía, que primero fue autobiografía, tiene que ser aprobada por la persona, el ser humano que será uno de los 470 diputados.

Ha sido una suerte, una oportunidad, esta que me han dado y que al principio asumí no muy convencida.

En esa casa del municipio habanero de Playa, donde nos reunimos más de una veintena de seres humanos cada día, en estos tiempos, compartimos historias, vivencias y hasta los infortunios de nuestras vidas, hay una isla llamada Cuba. (Redacción digital. Con información de la ACN)

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