Para Karla Santana Rodríguez, diputada al Parlamento cubano por el municipio de La Habana Vieja, la responsabilidad con el territorio es la principal misión, que se traduce en la capacidad de participar en las soluciones a los problemas en los barrios, afirmó.
Esa misión clave incluye también instar a esa
comunidad a trabajar como colectivo y con activismo en las respuestas a las
dificultades, resaltó la parlamentaria de 24 años, quien manifestó el orgullo
de formar parte de la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP).
Ser diputada joven entraña doble
responsabilidad, además de representar al territorio y al sector profesional en
el que me desempeño, expresó la licenciada en Derecho y asesora jurídica de la
Refinería Ñico López.
Me siento feliz de formar parte de esos jóvenes que
nos corresponde como misión generacional encauzar los caminos de la Patria en
lo adelante, significó quien fue presidenta de la Federación de Estudiantes de
la Enseñanza Media (FEEM) y de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU),
miembro del Comité Nacional de la UJC y del Consejo de Estado.
“Ello es muestra de la voluntad política del país de
abrir espacios de decisión donde podamos soñar, aportar, desarrollar
capacidades y sentir que somos útiles a un proyecto mucho más grande que cada
uno de nosotros: la Revolución”.
Al valorar el intercambio con la población en el
proceso previo a las elecciones del 26 de marzo último, señaló que fue la
expresión más genuina de una democracia que transparenta su gestión y busca la
participación cada vez más masiva y consciente.
El diálogo con los electores nos llama a diseñar con
mayor periodicidad estos encuentros para evaluar las deficiencias y
potencialidades, y lograr un cambio positivo en las comunidades, apuntó Santana
rodríguez, una de las tres diputadas por La Habana Vieja.
“Estos intercambios nos pusieron en la agenda de
acciones lo imperioso de aprender en el ejercicio de las funciones a involucrar
a la población en la toma de decisiones en el barrio, porque no es suficiente
la creación de organismos o instituciones para el desarrollo de la democracia;
urge una consciencia cívica basada en la participación”.
Los diálogos nos pusieron como principio la
honestidad en la comunicación con el pueblo y la sensibilidad por sus
problemas, refirió la entrevistada, quien ha representado a Cuba en importantes
eventos internacionales y fue miembro de la comisión redactora del nuevo Código
de las Familias.
La universidad me permitió desarrollar con más
fuerza el interés por el trabajo comunitario, la creación de proyectos
socioeducativos para niños, la atención al adulto mayor, la promoción de una
cultura comunitaria, la posibilidad de encontrar en el barrio lo más genuino
del resultado de la Revolución, comentó.
Recuerda con mucho cariño que en sus primeros años
de estudios universitarios fue secretaria de Cultura de su facultad, participó
y generó varios proyectos extensionistas que tenían como eje la transformación
de la comunidad.
Entre ellos “Por una sonrisa”, dedicado a promover
la cultura y los valores en los círculos infantiles; “Hogar de Arte”, para
adultos mayores residentes en hogares de ancianos; y “Buen Corazón¨, para niños
sin amparo familiar.
Posteriormente, asumió las responsabilidades en la
dirección nacional de la FEU que le permitió durante el proceso del X Congreso
organizar, por primera vez en todos los municipios del país, el denominado
Congreso Comunitario.
“La visión era diseñar espacios de intercambio entre
los estudiantes universitarios y el barrio para cuestionarnos cuánto más podía
hacer la FEU por el bienestar y desarrollo de la comunidad”, recalcó la joven.
Esta experiencia me inclinó a desarrollar mi
ejercicio de licenciatura precisamente en el barrio de Belén, de La Habana
Vieja, con una propuesta de mecanismos de participación para involucrar a la
población en la toma, ejecución y control de las decisiones en su comunidad,
subrayó.
“Aspiro a servir y ser útil, entendiendo que en cada
lugar estaré sirviendo no solo al pueblo del que soy parte, sino también al
futuro de la Patria, en tanto la exigencia de una moral martiana y fidelista
deben ser el verdadero modelo del diputado, la honestidad y la coherencia con
la forma en que me entiendo como revolucionaria”.
Son retos, además, la capacidad de sentir
profundamente cada problema no resuelto, pero también la voluntad de
solucionarlo, la sensibilidad y la empatía como presupuestos para una
representación real de ese pueblo, y la modestia de sentirnos parte de un gran
colectivo de constructores de una nueva realidad para nuestras comunidades,
cada vez más socialista, concluyó. (ACN)