Habana Fénix es el título del espectáculo que, durante
tres fines de semana, ocupó el escenario del majestuoso teatro Martí, de La
Habana Vieja, protagonizado por la compañía Lizt Alfonso Dance Cuba.
Las coreógrafas involucradas se apropiaron de elementos danzarios para lograr
una descriptiva fotografía social, en una entrega concebida como canto de
esperanza ante la realidad que vive el mundo.
El leitmotiv para efectuar esta radiografía danzaria a la realidad estuvo
en una frase utilizada por el “eterno historiador de La Habana”, Eusebio Leal (1942-2020), para
describir la tenacidad y el empeño de la líder de la compañía: “...yo la he visto salir de las ruinas y levantarse
como Ave Fénix...”.
En mi criterio, la selección
del espacio para este estreno estuvo en total concordancia con el mensaje que
logré descifrar: la sumatoria de voluntades y amor conduce al triunfo.
Y es que el teatro Martí es una muestra fehaciente de eso; a lo largo de su historia, ha resurgido
de sus cenizas más de una vez.
Hablar de la ejecución danzaria, de la limpieza de cada movimiento y de
la sincronía entre músicos y bailarines es sencillamente decir Lizt Alfonso Dance Cuba, porque esas son
sus cartas credenciales.
En esta foto impecable de LADC nunca faltan sus más jóvenes
integrantes, niños que se crecieron en esta compleja creación coreográfica, enfatizando
en la certeza de que hay continuidad garantizada.
Aunque el elenco que defendió esta obra no está todo lo maduro a que
estamos acostumbrados los que admiramos y seguimos el quehacer de la compañía, mis
respetos para ellos.
Salidas a escena con elegancia y profesionalidad, y posturas comprometidas
con la labor colectiva hicieron que en cada presentación se divisaran en el
público rostros de satisfacción y comentarios favorables de conocedores del arte
y de quienes, sin saberes profesionales, valoran en alta estima el trabajo de esta
formación.
Resultado del esfuerzo, la entrega,
el sacrificio y la exigencia, ellos logran en cada una de sus salidas a escena,
sea cual sea la obra, la complicidad del público en cualquier escenario.
Loas aparte merece la música: una banda sonora ecléctica, en la que confluyeron
creaciones de diferentes tiempos, con diversidad de estilos y creadores, no fue
el complemento preciso para el éxito de Habana
Fenix; fue mucho más, convirtiéndose en otro protagonista en la escena.
La inconfundible voz, el temperamento y el estilo de Geidy Chapman
aportaron muchísimo a esta confluencia exitosa.
¿Y qué decir de los instrumentistas? Solo cuatro en proscenio fueron suficientes
para lograr el sonido exacto, cual sinfonía perfecta.
Guiados por la maestra Carmen Souto, estos músicos se multiplicaron en
la ejecución de instrumentos para cumplir con el propósito de la obra.
En hermoso diálogo con los danzantes y en ocasiones solo para lograr
efectos sobre creaciones musicales, y en otras, ejecutando en vivo temas completos,
percusión, bajo y teclados fueron esenciales en esta obra.
Habana Fénix es mucho más que la acostumbrada LADC. Por
momentos, estaban en escena con su identidad expresa, pero en otros se
desdibujaron sus esencias, demostrando lo mucho que aún queda por descubrir en
cada uno de los pupilos de la incansable Lizt Alfonso, a quien el público
agradece cada entrega.
De seguro, Habana Fénix volverá a la escena cubana y recorrerá el mundo con su mensaje universal de que, mientras hay vida, hay esperanza. (Digna Rosa Pérez Morejón. Fotos René Arencibia/tomadas de Internet)