La Hora Azul, réquiem por Servando Cabrera Moreno (+ fotos)

 

La concurrida calle Obispo, en la zona fundacional de la villa San Cristóbal de La Habana, vio nacer hace un siglo a Servando Cabrera Moreno, uno de los más admirados artistas de la plástica cubana.

“He tenido suerte: Desde que tenía 10 años sabía que quería ser una sola cosa: pintor”, declaró una vez el destacado creador, a quien Cuba reverencia en su centenario.

De ello se ha encargado también el documental La Hora Azul, del realizador cubano Claudio Peláez Sordo, estrenado recientemente a sala llena en el teatro del Museo Nacional de Bellas Artes.

En el audiovisual, afloran los primeros años de su vida. Se habla de sus comienzos en la Escuela Nacional de Artes Visuales San Alejandro, de la cual fue uno de sus alumnos más sobresalientes en técnicas como el dibujo, exaltadas por profesores de la talla de Leopoldo Romañach.

La Hora Azul cuenta sobre las primeras exposiciones de Cabrera Moreno que llegaron a instituciones prestigiosas del momento, como el Lyceum de La Habana, refiere un servicio especial de la Agencia Cubana de Noticias (ACN).

Foto: Cubaperiodistas.

Al decir de Roberto Cobas, curador de arte y uno de los rostros que figuran en el documental, el homenajeado es un caso singular en las artes visuales de la nación caribeña, pues transitó por diferentes estilos, a los cuales les imprimió su huella personal, por lo que no es posible encasillarlo en generaciones o escuelas.

En esa gran pasarela que es el arte, transitó por el dibujo, el impresionismo, el retrato y el arte abstracto e incorporó colores, formas y temáticas, como las parejas de amantes, los desnudos y los guajiros, capacidades que aún deslumbran a galeristas y coleccionistas alrededor del mundo.

De esa manera, resultan sabias las palabras de la doctora Graziella Pogolotti, otra de las entrevistadas, quien lo definió como “un paseante solitario” al que no se le pueden añadir etiquetas en los movimientos pictóricos de la época, sino que le impregnó a su pintura el sentir particular de su mente y su corazón.

Se evoca un período importante en la trayectoria pictórica de este artista: el período épico, donde salieron a la luz piezas como Milicianos y Rebeldes en la Sierra, ambas de 1961, por solo mencionar algunas que aludían al símbolo que representaba entonces la naciente Revolución cubana de 1959.

De este momento, el propio Servando expresó:

“Sus hechos y personajes ocupan la temática de mi obra en su totalidad; así aparecen junto a los bombardeos de Santa Clara y La Coubre, las figuras de los héroes, jinetes rebeldes, milicianos, milicianas, campesinos, obreros, Playa Girón, el asesinato del brigadista, y vigentes entre todos, nuestros gloriosos barbudos.”

El documental habla también de las dotes pedagógicas de Servando Cabrera, reflejada en los testimonios de sus pupilos Tomás Sánchez, reconocido pintor, y el escultor José Villa Soberón, Premios Nacional de Artes Plásticas, que narran cuán importante fue su formación al lado del autor de Homenaje a la soledad (1970).

Resaltan también las opiniones de Roberto Fabelo, pintor y Premio Nacional de Artes Plásticas, quien no fue directamente su discípulo, pero conoció de las magistrales maneras de enseñar, como lo hizo Salvador Fernández, quien reconoce que se volvió diseñador escénico gracias al acompañamiento de Servando.

En La Hora Azul, otros testimonios, como el de Reynaldo González, novelista, ensayista y Premio Nacional de Literatura, y de Natalia Bolívar, escritora y etnóloga, demuestran que los momentos más difíciles en la vida artística de Cabrera Moreno solo lo fortalecieron para volcar sus energías en la creación de los lienzos que se conservan hasta la actualidad.

Fue la etapa en que se le reconoció con la mención en el VIII Premio Internacional de Dibujo Joan Miró por su obra Flor de carne (1969) y se convirtió en el primer cubano laureado en ese certamen.

Dio vida a hermosos cuadros que hoy son referentes de una pintura erótica -a partir de 1964-, donde los cuerpos y las siluetas humanas lo dicen todo y en las que no hacen falta rostros para saber que allí se habla de deseos, de pasión y de lo que, en esencia, es hacer el amor.

Sobre ese momento de la trayectoria artística de Cabrera Moreno, anotó Gerardo Mosquera, crítico de arte, que es “un gran canto polifónico al cuerpo humano”.

Las imágenes de archivo tomadas por prestigiosos fotógrafos, como Julio Larramendi, y las de los álbumes personales de Servando, junto a recortes de prensa y catálogos de sus muestras, se acompañan de la música original de Dayron Ortiz, la cual es un personaje más en esta historia de 55 minutos llamada La Hora Azul.

Tristezas y alegrías acompañan las melodías, su pasión incesante por crear y por el coleccionismo y su amor por ciudades como Sevilla, a la que siempre volvía físicamente y en sus cuadros.

No quedan dudas entonces de que Servando Cabrera Moreno es uno de los pintores más importantes de la plástica cubana de todos los tiempos, como tampoco se discute que fue un hombre que amó la vida por encima de todo y de todos.

El autor de Martianos (1974) dijo en una ocasión:

"No tengo planes futuros, solo uno y siempre: pintar más y mejor (...)."

Servando cumplió sus deseos con creces hasta donde le alcanzaron las fuerzas de su débil corazón, marcado por dos infartos, uno de los cuales le arrebató la vida el 30 de septiembre de 1981.

Pero su obra se alza en galerías y museos, haciéndole una oda a lo humano y lo divino. (Redacción digital. Imagen de portada: ACN)

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