Cuando en plena debacle inicial de la presente Serie Nacional de Béisbol, el profesor Guillermo Carmona (director de Industriales) tuvo que soltar el timón, por razones de salud, su lugarteniente Alexander Malleta, entrenador de bateo, se vio enfrentado a una realidad que nadie previó: crecerse, sin alternativas y asumir la dirección del conjunto, sin renunciar a su función específica.
Eran días grises, en los que nada salía bien en el accionar del plantel azul. El pitcheo naufragaba, con una hemorragia de boletos concedidos, pelotazos y lanzamientos descontrolados, que fácilmente se traducían en carreras en contra; la defensa fallaba incluso en jugadas relativamente fáciles, lo cual denotaba falta de confianza en sí mismos por parte de atletas probados en muchos otros torneos y circunstancias y, por si fuera poco, salvo alguna que otra excepción, los bates parecían desajustados, sin coordinación en las mecánicas ofensivas, con mucha ansiedad por dar grandes batazos, en lugar de buscar un contacto que permitiera poner la bola en movimiento.
A eso habría que sumar no pocas oportunidades en que el corrido de bases daba la impresión de que no se trataba del colectivo más laureado en nuestro beisbol, sino el más inexperto de los equipos infantiles.
Aquellos que disfrutaban entonces, han visto con los ojos desorbitados cómo los azules se han crecido y arrasado en sus últimas nueve subseries, que se cuentan por victorias. El placer ante la temporal desgracia azul se convirtió en nerviosismo al ver cómo la nave escalaba posiciones en la tabla de una manera sostenida y constante, en la medida en que se fueron recomponiendo pitcheo, defensa y ofensiva, a pesar de que en el trayecto, por diferentes causas, han salido del campeonato muchos jugadores que fueron pilares en momentos decisivos.
El profe Carmona superó su crisis de salud e hizo un largo recorrido por carretera hasta el oriente cubano, para retomar su liderazgo. Malleta pudo, finalmente, regresar a su función primaria de pulir a los bateadores y hacerlos producir carreras.
Y ahora que el panorama es tan diferente, recordamos la sonrisa de Alexander y su afirmación, cuando sonaba a quimera, de que los resultados saldrían, y no podemos menos que preguntarnos: ¿tendrá Malleta una bola de cristal? ¿O será que esa bola de cristal es la suma de fe y convicción? (Redacción digital. Con información de Tribuna de La Habana)