La especie estaba confinada a un metro cuadrado
de la pared del cangilón, a 11 metros de profundidad, fijada sobre una capa de
alga roja calcárea incrustante.
La labor de investigadores de varias
instituciones, grupos de buzos aficionados y pescadores, que intercambiaban
información mediante la Red de Blanqueamiento del Centro de Investigaciones
Marinas de la Universidad de La Habana, permitió desarrollar estudios hasta
erradicar la especie el 13 de marzo de este año, por el peligro que supone para
la salud de los arrecifes.
Según reportes preliminares del Bojeo de Cuba, la
unomia no se observó en otras localidades de las aguas alrededor de Cuba, lo
cual es una buena noticia.
La especie descubierta en aguas cubanas es un
tipo de coral blando que fue introducido en Venezuela por un aficionado para
ornamentar los acuarios marinos. Luego se liberó al medio para que se
reprodujera y poder comercializarla, pero se convirtió en una plaga.
Desde el 2000 ha colonizado casi 100 kilómetros
de la costa caribeña de Venezuela, en el estado Aragua; el refugio Cuare, en el
estado Falcón; y una gran porción del lecho marino en el Parque Nacional
Mochima, donde está causando estragos en los ambientes marinos y suplantando a
otras especies de coral.
Las colonias de esta especie, de color
blanco-rosado y nativa del Océano Indo-Pacífico, tienen largos tentáculos
contráctiles de tamaño variable, que extendidos puede medir entre unos 6 y 8 cm
y retraídos apenas 2 o 3 cm. La larva de unomia es muy resistente, puede
permanecer viable por más de 48 horas en el interior de una colonia, incluso
fuera del agua y expuesta al sol.
Se disemina principalmente a través de las redes
de los pescadores, en las anclas de los barcos y en el lastre de las
embarcaciones que vienen de áreas infectadas. Puede establecerse y crecer como
otros corales, a partir de fragmentos de la colonia.
Para eliminarla, la unomia tiene que ser cortada
de raíz, y un buzo experto puede tardar alrededor de una hora para erradicar
los ejemplares que crecen en un área de dos a tres metros cuadrados.
Aunque no se reporta su presencia en aguas cubanas actualmente, los científicos mantendrán una observación sistemática de los arrecifes, en especial entre La Habana y Matanzas, en el entorno del lugar del hallazgo, a fin de poder actuar con inmediatez en caso de que reaparezca. (Cubadebate)