Contó La Habana con el primer hospital moderno de Cuba y América

Contó La Habana con el primer hospital moderno de Cuba y América

Las autoridades coloniales nunca dispusieron de fondos para construir en Cuba una verdadera salud pública, que era en extremo deficiente.

Había dos hospitales en La Habana, que apenas si merecían ese nombre, y a los que se la población llamaba antesalas de la muerte, porque no había médicos, sino barberos y practicantes de ese oficio.

Por iniciativa privada, se comenzó la construcción de un hospital en el reparto Medina, en El Vedado, en los terrenos que hoy ocupa la heladería Coppelia.

El promotor de la iniciativa fue el Dr. Emiliano Núñez de Villavicencio. Los principales donantes fueron Joaquín Gómez, Josefa de Santa Cruz de Oviedo y el Marqués de Marianao, Salvador Samá.

Entre los tres aportaron 217 mil pesos. Pero el arquitecto al frente del proyecto, Adolfo Sáez Yáñez, pedía 290 mil. Núñez comenzó una campaña de recaudaciones en la que participaron la Junta Económica del Hospital de San Felipe y Santiago, las sociedades de recreo y beneficencia y otras organizaciones sociales que, mediante verbenas, recolectas públicas y funciones de teatro, reunieron la diferencia.

La primera piedra se colocó el 19 de noviembre de 1880, en honor al natalicio de la Princesa de Asturias. El edificio, llamado luego Hospital Reina Mercedes en honor a la fallecida esposa del rey Alfonso, de España, tenía un pórtico neoclásico de ocho columnas, y pabellones aislados y ventilados a patios interiores, siguiendo los criterios imperantes en la época para estas construcciones, diseño que después fue repetido en la construcción de las clínicas mutualistas españolas, como Las Católicas Cubanas, La Covadonga, La Benéfica, La Dependiente, la Balear y otras.

En la época, la medicina internacional daba suma importancia a la circulación libre del aire puro y la presencia de vegetación.

Antes de su terminación, la institución recibió, además, importantes contribuciones, como la verja de entrada, donada en 1888 por el célebre torero Luis Mazzantini, y el cónsul de China en Cuba aportó varias fuentes. Un sacerdote (cuyo nombre nunca se conoció o no se ha conservado) aportó la suma necesaria para la construcción del futuro alcantarillado de la institución.

Aunque la instalación comenzó a brindar servicios desde antes, el “Reina Mercedes” se inauguró oficialmente en febrero de 1886 (otras fuentes fijan la fecha en 1882).

Su primer director fue el Dr. Núñez. Allí comenzó a funcionar el primer laboratorio de Rayos X de Cuba, dirigido por el Dr. Panchón Domínguez; la primera sala de Pediatría por el Dr. Aballí; el Dr.Nicolás Puente Duany fue pionero en sus salones del estudio del cáncer, y el Dr. Raimundo Menocal dirigió la escuela dermatológica e inició estudios sobre las enfermedades venéreas, con lo que todos estos galenos, varios de ellos graduados de la Escuela de Medicina de París, prestigioso centro de estudios en Europa, impulsaron la historia de la Medicina en Hispanoamérica. La institución ganó rápido prestigio y llegó a estar considerada entre las mejores del mundo.

Pero todo no concluyó entonces. El moderno hospital estaba enclavado en una zona alta de El Vedado y cerca del mar, zona muy salutífera, pero en realidad un lodazal, por lo que el acceso a él era harto difícil. Cuenta el Dr. Raimundo Cabrera que, durante la primera intervención militar norteamericana en Cuba, las autoridades interventoras iniciaron obras para expandir la Calzada de la Infanta, que entonces solo llegaba desde el Cerro a Carlos III. Esta importante vía urbana fue prolongada hasta el mar, se la empedró y pavimentó, se le hicieron desagües y sus márgenes fueron decorados con hileras de hermosos árboles.

Cabrera añade:

El camino pedregoso y sucio del Vedado se convirtió en un magnífico paseo; la calle del Príncipe, que partía de esta última en línea recta, se empedró del mismo modo hasta entroncar con la Avenida del Hospital, colocándose faroles de alumbrado en todo el trayecto y desde entonces se pudo a pie y en coche subir fácilmente á estas alturas, conocerlas, apreciarlas, contar con un hermoso paseo más y saber por propia vista y experiencia que la ciudad posee un Hospital modelo.

El hospital continuó funcionando hasta 1958, cuando sus terrenos, valiosísimos por ser la ubicación más céntrica de la ciudad en esa fecha, fueron vendidos. El “Reina Mercedes” fue demolido, y se proyectó construir en ellos el cabaret Nocturnal, obra que nunca llegó a concretarse y dejó el espacio libre para la existencia de la heladería Coppelia.

Tal vez no sería justo terminar esta crónica sin unas palabras sobre el Dr. Núñez, a cuya iniciativa y perseverancia debe Cuba el primer hospital moderno y prestigioso del continente.

Por tener dos hijos en la manigua, el médico fue acosado por las autoridades españolas durante la primera de nuestras gestas de independencia, y tuvo que ir al exilio, de donde regresó para dirigir el hospital que su sueño había creado.

Sin embargo, su fin fue trágico. El doctor fue privado de su vista cuando un colega, paradójicamente su médico personal, le rompió un pomo de ácido en la cabeza mientras la víctima oía misa en la iglesia de San Agustín. El motivo parece sacado de una Historia Universal de la Infamia: la venganza por la negativa de un préstamo. (Gina Picart Baluja)

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