Alfredo Guevara (La Habana, 31 de diciembre de 1925-La Habana, 19 de abril de 2013) era un revolucionario. Ese fue su credo y esa fue su práctica: transformar el entramado social desde un ejercicio creativo que tuvo a la crítica como pilar. A Alfredo Guevara no le gustaban los eufemismos. Por eso fue protagonista de muchas de las polémicas culturales de la Revolución. La Revolución, como él la entendía, era necesariamente una Revolución de la Cultura. Y no hay cultura sin ideas. Muchos artistas y escritores cubanos consideraban a Alfredo Guevara el ideólogo cultural del proceso revolucionario de este país.
Hombre de cine, sus principales aportes no están
precisamente en la creación cinematográfica, sino en la fundación y consolidación
de instituciones sólidas para el séptimo arte, en Cuba y en América Latina.
Hacía falta una industria para el nuevo cine, un clima de respeto y promoción
de la libertad creativa. El cambio de paradigmas implicaba un cambio de
métodos. Él fue el intelectual que asumió complejas responsabilidades de
dirección. Y estuvo a la altura de ese desafío, señala el periodista y crítico
de arte Yuris Nórido, en su artículo Alfredo Guevara: 95 años, publicado en Cubasí
para evocar al creador y presidente fundador del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos, en marzo de 1959. Y al director fundador del
Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana.
Alfredo Guevara recibió de su país los más
grandes honores. Sembró y pudo ver los frutos. Pero nunca se regodeó en la
conformidad. Hasta su último día lo animó el espíritu de su juventud, la
vocación inmarcesible de fundar. (Redacción digital)