La tercera y última temporada de la serie juvenil cubana Calendario llegará a la pantalla de la televisión en la primera semana de marzo y tendrá 14 capítulos.
Sobre esta nueva entrega, su directora, Magda
González Grau, ofreció una entrevista al sitio digital Cubadebate.
La primera temporada de Calendario, ópera prima
de González Grau como directora del género y guion de Amílcar Salatti, se
estrenó en 2022; la siguiente (2023) rompió con el refrán de que las segundas
partes nunca fueron buenas y, con actores y un equipo de producción con más
experiencia, superó la vara que había dejado bien arriba la entrega inicial.
¿Qué novedades y conflictos trae la tercera temporada de Calendario?
-Llegan dos personajes que representan temas que
nos pidieron en una investigación que hizo el Centro de Investigaciones
Sociales: la religión y las discapacidades. Estoy muy contenta con el
resultado, tanto por lo que se escribió como por los actores que encontré para
interpretarlos.
“Esta temporada continúa y cierra muchos
conflictos que vienen de la primera y de la segunda. De hecho, estoy volviendo
a ver la primera al aire y editando la tercera y me encanta observar el arco
con el que se han desarrollado todos estos personajes y conflictos. Creo que
hay una coherencia tremenda, y eso me alegra mucho”.
Desde el punto de vista de la realización audiovisual, ¿qué diferencia a
esta temporada de las anteriores?
-La tercera empezó con el trabajo de Vladimir
Barbarán en la fotografía, el mismo que hizo la primera. Ana María González se
encargó de este apartado en la segunda. Vladimir no pudo terminar porque salió
del país, pero el trabajo se concluyó en sintonía con lo que se había planeado
desde la pre. No obstante, aunque fueron diferentes directores de fotografía,
hay una unidad estética en toda la serie.
“También cambiamos de editor. Rafael García, el
actual, sabe cómo es el ritmo de la serie, más yo que he estado ahí todo el
tiempo tratando de garantizar desde la edición esa unidad estética, que se ha
logrado a pesar de que han pasado tres años y de que han sido diferentes
especialistas”.
¿Cuántos capítulos tendrá? ¿Cuándo saldrá al aire?
-Esta temporada tiene 14 capítulos. Debe
estrenarse en la primera semana de marzo, cuando termine la retransmisión de la
segunda temporada, es decir, a continuación del último capítulo de la segunda,
vendría el primero de la tercera.
Todo producto audiovisual es perfectible. Mirando críticamente el resultado
de esta nueva temporada, ¿con qué está insatisfecha?
-Me llevo bastante recio cuando miro el resultado
del trabajo. Hay escenas que las veo horribles y después trato de salvarlas en
edición. Me ayudan el montador, el especialista de sonido, los músicos…Por
supuesto que tengo insatisfacciones, como las tuve con las dos temporadas
anteriores.
“No obstante, si estoy satisfecha con esa
coherencia que se ha logrado que mencionaba antes. La tercera temporada tiene
guiones muy sólidos para el cierre, y al mismo tiempo, los actores que vienen
desde la primera han acumulado experiencia y han alcanzado un nivel de calidad
superior en su trabajo.
“Todos están muy bien, incluido los personajes nuevos como Humberto, a cargo de Patricio Wood, un profesor interesantísimo, un poco antagonista de Amalia. También la actuación de Ulises González. Estoy muy contenta con el resultado, los actores y la solidez de los guiones”.
-Se incorporan Emmanuel Castillo con un rol
completamente diferente al que interpretó en la telenovela Elderecho de soñar, y Annabel Novo, que, aunque ha hecho sus cosas en
televisión, aquí hace su presentación defendiendo a la joven religiosa. Se suma
Ray Cruz como su papá, además de Ulises González y Patricio Wood. Rosalí Suen
es otra de las alumnas que entra con un rol bastante importante.
“Todos se insertaron muy bien en la mecánica de
la serie. Eran fan de las primeras temporadas, por tanto, sabían el espíritu de
Calendario. Con Ray nunca había coincidido, pero es un actor muy disciplinado e
inteligente y fue muy fácil trabajar con él. Con Patricio ya había trabajado,
pero ahora hace un personaje que nunca antes había interpretado”.
Le he hecho esta pregunta antes, pero quizás la respuesta varíe después de
dos temporadas concluidas. ¿A qué cree que se deba el éxito de esta serie?
Primeramente, a los temas que trata y, sobre
todo, por la verosimilitud en la manera en que son tratados. Busco comunicarme
con la mayor cantidad de público. No es imponer una estética, sino que la gente
se involucre en las historias. Que sienta, se emocione y después reflexione.
“Eso, emocionar, lo ha logrado Calendario y
cuando la gente se emociona con los conflictos humanos, los lleva a una
reflexión sobre sus propias vidas y sobre la sociedad y el momento en el que
estamos viviendo. Eso los estimula a levantarse al otro día y seguir en la
pelea. Eso es lo que trata de decir la serie.
“Calendario trata todos esos problemas, pero sin
recetas, sin imponer un criterio anexionador ni didáctico. Decimos: siempre hay
un camino y hay que buscarlo. Siempre hay esperanza cuando los seres humanos
son buenos. Todos necesitamos eso”.
¿Cuál ha sido la finalidad que ha buscado como directora de esta serie
desde que la concibió y realizó?
-Que la gente vea su realidad y reflexione sobre
ella. Para eso buscamos una manera en que no la rechacen, porque sabemos que
los públicos quieren evadirse muchas veces, porque la realidad es dura y no
quieren verla en pantalla.
“Partimos de una estética que fuera atractiva,
con oxígeno, luz y color en todos los conflictos. Fue una propuesta estética
intencionada para que la gente no rechazara la dureza de esos conflictos; que
los interiorizara y hubiera una reflexión sobre esas conductas, comportamientos
y valores. Ese ha sido mi súper objetivo, al igual que el de Amílcar y del
resto del equipo”.
Cierra Calendario, cierra un ciclo, concluye un proyecto que logró captar
la atención del público cubano como nunca antes, ¿cómo se siente Magda González
Grau?
-Magda González tiene ahora un vacío tremendo.
Acabo de editar los 14 capítulos. Ahora estoy con el sonido, musicalización y
corrección de imagen, procesos menos intensos. Siento como que me he quedado
sin contenido de trabajo.
“Estoy buscando otro proyecto, pero Calendario me
ha puesto un reto porque no puedo bajar de ahí, tiene que ser algo que sea
mejor, o por lo menos igual y eso está difícil. Soy una persona con cierta edad
y no quiero perder más tiempo, ese que me queda útil. Quiero hacer cosas. Tengo
muchas en la cabeza que quisiera hacer, aunque sé que las cosas están
difíciles, pero intentarlo, al menos intentarlo”.
¿Qué se lleva de Calendario?
-De Calendario me llevo muchas cosas, sobre todo
aprendizaje. Nunca había hecho una serie y ahora sé hacerla. Sé lo que no debo
hacer más y lo que debo hacer y repetir cada vez que pueda.
“Un trabajo largo como este me dejó muchas
amistades, me permitió conocer a actores con los que no había trabajado y me
encantó hacerlo. También querer trabajar con algunos que se quedaron en el
casting. Me llevó la amistad de Clarita García que es un ser extraordinario con
un talento tremendo.
“Agradezco muchísimo el trabajo del equipo de
producción, fotógrafos, editores, sonidistas, músicos. Fue un proceso muy
complejo e intenso porque cada capítulo era casi como un telefilme.
“Para cualquier realizador es muy alentador el
impacto que ha tenido la serie en los públicos. Cuando la gente en la calle me
reconoce y me dice ‘oye que bien, me gustó, la estoy viendo otra vez’, eso me
llena de mucha alegría”.
¿Cree que Calendario pueda ser un punto de partida para repensarse cómo se
conciben y realizan los audiovisuales de ficción en Cuba?
-Sería muy pretenciosa si creyera que Calendario
puede ser un punto de partida para repensarse cómo se conciben y realizan los
audiovisuales de ficción en Cuba. Pero, sí habría que pensar por qué por qué
tuvo ese impacto.
“La gente quiere ver su realidad, sin que después
de que termine un capítulo quiera cortarse las venas. Tiene que ver con un tono
de esperanza, de que se puede, que los valores esenciales existen, que la gente
sienta que hay oxígeno y que a pesar de que todo está difícil, vea una luz al
final del túnel.
“Además tiene que ver un poco con la voluntad
propia, con la humanidad y la necesidad de no perder valores como la
solidaridad, preocuparse por los demás, desterrar el individualismo que está
haciendo tanto daño. Es mostrar en pantalla eso que tenemos los cubanos de ser
buenos anfitriones, buenas personas, de ocuparnos siempre del resto de la
gente. Esa es la idiosincrasia cubana y hay que tenerla en cuenta a la hora de
hacer una obra audiovisual”. (Redacción digital)