Hace varias semanas circulan por redes sociales informaciones de fuentes en Washington y la Florida que alertan de planes del Departamento de Estado y de la comunidad de inteligencia estadounidenses de incrementar ataques subversivos y de carácter violento contra Cuba, con el propósito de generar un estallido social antes de que finalice 2023.
En lugar de fiestas y celebraciones merecidas por el advenimiento del aniversario 65 del triunfo de la Revolución y la resistencia del pueblo cubano, los aliados de Israel en la Casa Blanca traman y ordenan más odio y terrorismo para fin de año, acorde con la directiva de Biden y Blinken.
Una denominada Fundación Patriótica, engendro contrarrevolucionario radicado en Miami, tendría la encomienda, desde el pasado octubre, de organizar acciones armadas contra Cuba para «calentar las calles de forma paulatina, hasta llegar al fin de año».
El sitio Razones de Cuba reveló, el 5 de octubre, que uno de los protagonistas es Ibrahim Bosh López, del grupúsculo Partido Republicano de Cuba, quien, al estilo Posada Carriles en los años 90, utiliza el mercado de armas en Centroamérica para apertrechar a mercenarios con un alijo de fusiles y pistolas de varios modelos.
Según el reporte, «las tentativas violentas incluyen llevar a cabo ataques contra la Guardia Costera de EE. UU., y atribuirle los disparos a las Tropas Guardafronteras cubanas, con el objetivo de causar un problema diplomático entre los dos países».
Se trata de un añejo esquema de los mismos servicios especiales, que lo incorporaron a otros guiones fracasados luego de Bahía de Cochinos, acompañado con feroces campañas mediáticas para sembrar matrices de opinión de inseguridad social, miedo, descontento popular, inundando las redes sociales de noticias falsas, crónica roja y tergiversaciones de la realidad.
Desde la explosión del Maine, la historia de las agresiones de EE. UU. contra Cuba recoge innumerables episodios cínicos, como los que se traman ahora en Miami, incluso versiones infundadas de presunta participación del Gobierno cubano en el magnicidio de John F. Kennedy; planes de atentados contra la Base Naval en Guantánamo o para derribar aviones civiles con emigrados cubanos que viajan a la Isla, los cuales perpetraría la propia cia o sus agentes, a fin de culpar luego a las autoridades cubanas y fabricar pretextos invasivos. Los ejemplos están frescos en la memoria colectiva y especializada.
En esa larga lista de manipulación, se inscriben el gran pretexto aniquilador de las relaciones bilaterales que son los falsos ataques acústicos contra diplomáticos estadounidenses, y las bases militares extranjeras en Cuba, embutidas por la artillería mediática al servicio de la inteligencia yanqui.
Ayer y hoy, la impunidad y la mentira se entremezclan con la obsesión de derrotar la Revolución por cualquier vía. Como en los días de la red terrorista centroamericana de la Fundación Nacional Cubano Americana, encabezada por Luis Posada Carriles, congresistas, empresarios, banqueros y viejos mercenarios patrocinadores de la mafia anticubana financian campañas de odio y actos de vandalismo y violencia contra la Isla.
Recientemente se han conocido nuevas denuncias sobre órdenes de la comunidad de inteligencia y el Departamento de Estado a la maquinaria mediática que se integra a la industria del odio contra Cuba, para hacer todo lo posible y «subir la tensión», mediante ataques a sectores claves de la sociedad cubana, sumado a actos de terrorismo, de manera que «enciendan la chispa». Según las denuncias, la Embajada estadounidense en La Habana no está ajena a la implementación de esos propósitos de sembrar el caos y apretar el cerco del bloqueo.
Un reciente comunicado de esa sede diplomática es prueba fehaciente del propósito de desestimular los viajes a la Isla, golpear al turismo y sembrar la idea de un país en guerra.
El texto de la Embajada de Estados Unidos expresa, textualmente: «Debido al aumento de las tensiones en Cuba y en varios lugares del mundo, el potencial de ataques terroristas, manifestaciones o acciones violentas contra ciudadanos e intereses estadounidenses, el Departamento de Estado aconseja a los ciudadanos estadounidenses en el extranjero que tengan mayor precaución». Indica, además, «mantenerse alerta en lugares frecuentados por turistas y lugares comúnmente utilizados para manifestaciones».
Se trata del mismo Departamento de Estado que, en su informe sobre el terrorismo en 2022, hizo referencias calumniosas contra Cuba, y que nuestro Ministerio de Relaciones Exteriores rechazó en los términos más enérgicos, por reciclar de forma deshonesta los pretextos usados para justificar la presencia de Cuba en la lista arbitraria y desprestigiada que publica Washington.
El mercenario Ibrahim Bosh López vuelve a mencionarse en los planes de las «navidades sangrientas» made in usa, que incluyen financiamiento para atentados terroristas y mediáticos contra la industria turística, las instituciones y el personal de la Salud, el abasto de agua y la canasta básica. Traman, además, convocatorias a acciones desestabilizadoras.
Los ataques terroristas contra nuestra Embajada en Washington, en abril de 2020 y el pasado 24 de septiembre, son pruebas irrefutables de la impunidad con que actúa la mafia creada por el propio Gobierno de Estados Unidos desde la década de 1960.
La complicidad es evidente, y al cabo de tres años, el comisor del ataque con fusil de asalto, que disparó en ráfaga 30 cartuchos contra el edificio, aún espera ser juzgado, y el Gobierno de Biden ha rehusado calificar aquel hecho como acto terrorista.
Mientras los millonarios mafiosos miamenses viven a sus anchas la impunidad de sus crímenes, bajo la protección de los servicios de inteligencia, de congresistas fascistoides y de gobernadores corruptos, muchos de sus peones guardan sanciones de privación perpetua de libertad o están a punto de comenzar a cumplir esas u otras condenas.
El 1ro. de enero Cuba cumplirá 65 años derrotando agresiones, guerras, planes y pesadillas macabras. La nación sigue siendo una de las principales víctimas de los verdaderos patrocinadores del terrorismo global, y las órdenes de Washington, para este fin de año, así lo confirman.
La Declaración del Ministerio de Relaciones Exteriores, del pasado 2 de diciembre, ratifica que Cuba mantendrá sus esfuerzos en la lucha contra el terrorismo, que ha costado al país 3 478 fallecidos y 2 099 discapacitados, todos víctimas de acciones organizadas, financiadas y perpetradas, fundamentalmente, desde Estados Unidos. (Tomado del diario Granma)