Los habaneros y demás habitantes de la capital de Cuba tenemos que FELICITARNOS, en mayúsculas, por el año tan difícil que despedimos, enfrentado con diario heroísmo por este pueblo martiano y fidelista, que se crece ante las dificultades.
“Jinetes del apocalipsis”, con millonarios recursos aportados por el
Gobierno de Estados Unidos y sus acólitos, apuestan al derrumbe de la
Revolución, mediante campañas con un nivel de celeridad que, históricamente, ha
coincidido con los momentos más embarazosos de esta obra tan hermosa que
reivindicó al pueblo cubano.
Este es el mismo pueblo que aplastó la invasión mercenaria por Playa Girón; que no tembló cuando la llamada Crisis de Octubre; que protagonizó la
inédita Campaña de Alfabetización; que acabó con el bandidismo en el Escambray;
que cargó sobre sus hombros las raigales transformaciones sociales y económicas
de la Revolución, bajo la guía del Comandante en Jefe Fidel Castro.
Inmenso es un pueblo que recuperó al país después del derrumbe del denominado Campo Socialista y la desintegración de la Unión Soviética, fenómenos que hicieron perder a Cuba el 85 por ciento de su comercio exterior, prácticamente
de la noche a la mañana.
Inmenso es este pueblo, con héroes y heroínas que vencen tornados, incendios
y otros desastres o accidentes.
Inmensísimo es un pueblo que, con vacunas y otros recursos propios, frutos
de la unidad y la inteligencia, desafía bloqueos imperiales y derrota un
enemigo tan peligroso como el SARS-CoV-2.
El imperio norteño, con su oportunismo de siempre, arreció su bloqueo a
Cuba en medio de la pandemia de la COVID-19, situación a la que se sumó la
crisis mundial asociada y conflictos bélicos en Europa, fenómenos que generaron
un proceso inflacionario internacional, manifestado hoy con crudeza en los
renglones alimentarios.
Todo ello gravita en la vida diaria de este pueblo, también sabedor de
que los errores e ineficiencias internas agravan la situación, muy sentida hoy
en áreas como el transporte público, la vivienda y la mesa de los hogares.
Ante tan complejo panorama, la fórmula no es otra que trabajar y
hacerlo bien, cada uno cumpliendo su
parte del deber, para que la obra sea invencible, como afirmó José Martí,
hijo glorioso de La Habana y Héroe Nacional de Cuba.
Cada día de 2024, conquistaremos el cielo, con el mismo ímpetu de nuestros maestros y deportistas, con la talla de nuestros combatientes, con la agudeza de nuestros jóvenes y estudiantes, con el sudor de nuestros obreros y campesinos, con la entrega de nuestros médicos y científicos, con la sapiencia de nuestros innovadores, la creatividad de nuestras amas de casa y la alegría de nuestros niños.