A 150 años de la caída en combate del Padre de la Patria cubana (+ video)

El 27 de febrero de 1874, cuando se hallaba en la finca San Lorenzo, en la zona oriental de Cuba, Carlos Manuel de Céspedes fue sorprendido por fuerzas al servicio del régimen colonial español, que lo persiguieron tenazmente y lo hirieron de gravedad, antes de caer por un barranco y morir.

Estaba en ese momento solo y con muy pocas balas en su revólver, pero aun así decidió enfrentarse y tratar de alejarse con su caballo de la casa donde se hallaba, para evitar ser capturado y que ello, a su vez, contribuyera a provocar una desmoralización entre los luchadores independentistas cubanos.

Céspedes ocupa un lugar cimero en la historia de Cuba. Iniciador de la guerra por la independencia el 10 de octubre de 1868, fue el primer presidente de la República en Armas,  responsabilidad que se le encomendó, al celebrarse la Asamblea de Guáimaro en abril de 1869.
 

"Señores: La hora es solemne y decisiva. El poder de España está caduco y carcomido.
Si aún nos parece fuerte y grande, es porque hace más de tres siglos que lo contemplamos
de rodillas. ¡LEVANTÉMONOS!"
 Carlos Manuel de Céspedes, el Padre de la Patria.


No le fue fácil a Céspedes desempeñar a cabalidad esa función, atendiendo al antagonismo de los miembros de la Cámara de Representantes, quienes finalmente lo destituyeron de ese cargo en octubre de 1873 y lo obligaron, incluso, a acompañar al nuevo Gobierno y a los miembros de la Cámara durante dos meses.

Tras la negativa de permitírsele salir al extranjero para visitar a su esposa e hijos, se le confinó a la finca San Lorenzo, en la Sierra Maestra.

Llegó a ese lugar en la noche del 23 de enero de 1874. Entonces Céspedes, no obstante haber sido antes del inicio de la guerra un hombre de holgada posición económica, llevó una vida sencilla y humilde.

Allí  residió en una modesta vivienda, una casita de madera y guano, con dos cuartos. En uno dormía él, y en el otro su hijo Carlitos.

En su cuarto tenía una hamaca, una mesita escritorio, un banquito, sus maletas, el arma y otros utensilios.

El sitio donde él se hallaba estaba ubicado muy cerca de uno de los afluentes del río Contramaestre. El clima de la zona era bastante caluroso por el día y generalmente frío por la noche; casi todos los días llovía bastante.

Céspedes no puso reparos a las limitaciones que le imponía este tipo de vida, sino más bien se dedicó a desarrollar una fructífera labor.

Visitaba a las familias campesinas y comenzó a darles clases de lectura, sobre todo a los niños analfabetos.


En lo intrincado del lomerío de San Lorenzo, en el lugar donde cayó el héroe, se recuerda de manera especial el patriotismo de un hombre que consideró a todos los cubanos como sus hijos.


En los días finales de febrero, se supo de la presencia cercana de tropas españolas, pero, a pesar de no tener las condiciones requeridas de seguridad, Céspedes no se marchó del lugar.

San Lorenzo era entonces un caserío paupérrimo, en lo más intrincado del monte. Por sus callejuelas de hierbazales y lodo transitaba Cés­pedes. Solía cada mañana jugar ajedrez con uno de los habitantes de la zona.

El jueves 27 de febrero de 1874, cuando realizaba una visita a la casa de unas ancianas residentes en un lugar cercano a donde se encontraba su vivienda temporal, escuchó unos disparos y se dio cuenta que los españoles estaban muy cerca.

Salió de inmediato con su arma en la mano, subió las escarpadas breñas y enfrentó con decisión a los Cazadores, del Batallón de San Quintín.

Sobre la significación de la vida y la obra de Carlos Manuel de Céspedes, han expuesto consideraciones destacadas figuras cubanas, como el Comandante en Jefe Fidel Castro.

Precisamente, en el acto efectuado el 10 de octubre de 1968, en ocasión del centenario del inicio de la guerra por la independencia de Cuba, Fidel destacó:

No hay, desde luego, la menor duda de que Céspedes simbolizó el espíritu de los cubanos de aquella época, simbolizó la dignidad y la rebeldía de un pueblo —heterogéneo todavía— que comenzaba a nacer en la historia. Fue Céspedes, sin discusión, entre los conspiradores de 1868, el más decidido a levantarse en armas.”

En La Habana, existe un monumento erigido en homenaje a Carlos Manuel de Céspedes, en la
 parte central de la Plaza de Armas. La estatua de mármol blanco, elaborado por Sergio López
Mesa, fue colocada en este lugar el 27 de febrero de 1955, coincidiendo con el aniversario 81
 de la muerte del Padre de la Patria.



(Redaccion digital. Con información del Portal del Ciudadano de La Habana)
RSL

Publicar un comentario

Gracias por participar

Artículo Anterior Artículo Siguiente