Los escalones del amor

Los escalones del amor

“Ya no se ama como antes”, me dice un joven, tal vez influido por alguna decepción sentimental. “Aún queda gente que se quiere como Romeo y Julieta, los tiempos han cambiado, pero el amor no”, le respondo. Mi romántico argumento no llega a romper su incredulidad.

No me di por vencida. Quizás la inmortalizada pareja creada por el escritor William Shakespeare no lo convenciera del todo, entonces acudí a una historia de amor más reciente: la pareja china Liu Guojiang y Xu Chaoging, de la cual varios medios de prensa se hicieron eco hace algunos años.

Liu tenía 19 años cuando se enamoró de Xu, una mujer de 29 años, para ese entonces, madre y viuda. Pero a los ojos de todos, resultaba inaceptable que un joven conviviera con alguien de esas características, relata la periodista María de las Nieves Galá, en un servicio especial publicado en la Agencia Cubana de Noticias.

Sin embargo, ellos no renunciaron a la oportunidad de ser felices. Para evitar los comentarios, se fueron a vivir a una lejana cueva en la provincia de Jiangjin, distrito de Chongqing, China. En pleno siglo XX, soportaron los rigores del clima y las carencias materiales, comían lo que podían y se alumbraban con una lámpara de queroseno: nada los amilanó. El amor los ayudó a vencer todas las dificultades.

Solo había un obstáculo para ella: bajar desde la montaña. Liu pensó cómo hacer más fácil ese recorrido, cuando la esposa quisiera bajar al pueblo. Por eso decidió tallar, poco a poco, los seis mil escalones que lograron salvar los mil 550 metros de desnivel de la empinada elevación. Le llevó 50 años construir con sus manos esos peldaños, pero, al terminarlos, dio también una prueba de sus hermosos sentimientos.

En 2008, el hombre falleció en los brazos de su amada; y algunos años después, lo hizo ella. En su honor, el gobierno local decidió preservar la “escalera del amor” para que tan bella historia fuera recordada siempre.

Cuando concluí, mi joven amigo sonrió y exclamó: “Es una historia linda, no he tenido esa suerte”. Y le dije que le faltaba mucho por vivir y en cualquier momento podría descubrir su verdadero amor; lo iba a saber cuando el Sol le saliera por los ojos, y le recordé los versos del gran poeta nicaragüense Rubén Darío: Cuando llegues a amar, si no has amado, / sabrás que en este mundo/ es el dolor más grande y más profundo/ ser a un tiempo feliz y desgraciado. (Redacción digital. Foto: Internet)

FNY

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