Un proyecto de cooperación internacional dirigido a impulsar la transición ecológica en pos de la seguridad alimentaria de Cuba se lleva a cabo en Guanabacoa, territorio de La Habana.
Captar una imagen real –ni idealizada ni soñada–, de las
fincas de ese territorio incluidas es el objetivo de las acciones de
caracterización de sus principales condiciones, debilidades y también sus
fortalezas.
Estas fotografías, enfocadas en brindar elementos que
permitan formular planes de medidas específicos para cada escenario productivo,
forman parte del segundo resultado esperado del proyecto Impulsar la transición ecológica en La Habana para garantizar la
seguridad alimentaria, la sostenibilidad de las formas de vida y la diversidad
de ecosistemas: la restauración del medio natural e incrementar la
biodiversidad a través de la transformación agroecológica de fincas.
Esta proyección, que se alcanzaría a partir de elaborar e
implementar un programa de capacitación para la transformación de fincas, a
través de la metodología de Sistemas Integrados de Ganadería Agroecológica (SIGA), llegó esta vez a la finca El Pedregal, para la revisión y
actualización de su campificación (herramienta
que se realiza por cada campo de los escenarios productivos).
Con una extensión de 4,4 hectáreas, la finca dedicada a la
producción de alimento animal está dividida en cuatro campos. El ejercicio fue
facilitado por el profesor Andrés
Fuentes, con el acompañamiento de integrantes del equipo del proyecto Aurelia Castellanos Quintero,
presidenta en La Habana de la Asociación Cubana de Producción Animal (ACPA) –encargado de la implementación–, y Vivian Leiva González, vicepresidenta de la ACPA y directora del proyecto.
Esta iniciativa de cooperación internacional, una de las que
se ejecutan en el municipio de Guanabacoa,
tiene como análogos extranjeros a las organizaciones no gubernamentales de
España, Movimiento por la Paz (MPDL)
y Justicia Alimentaria (JA) y es
posible por la contribución de fondos de la Generalitat Valenciana.
En el encuentro, con la participación de un grupo de
beneficiarios de la iniciativa se analizaron las pendientes en la finca con el
objetivo de realizar las medidas necesarias en cada campo. Para ello, Fuentes
explicó la necesidad de contar con las zanjas hídricas, mediante una tecnología
ancestral, que va a permitir a los agricultores multiplicar sus resultados y, a
su vez, proteger el suelo y el medio ambiente.
Las siembras, indicó además, deben realizarse a partir de
los cálculos de las curvas a nivel, siempre teniendo en cuenta las condiciones
particulares de cada finca.
Según destacó el profesor, las zanjas de absorción
captadoras de agua de lluvia se convierten, además, en una barrera que
contribuye a alimentar el manto freático, por lo que se recomienda la siembra
en contra de la pendiente para que cada planta sea un obstáculo para el
movimiento del suelo.
“Con esto se logra que no se pierda ni una partícula de
suelo, además de que las producciones serán de alta calidad y los rendimientos
pronto se duplicaría. El agua que cae en la finca, se queda y no arrastra
contaminantes de otras fincas y los caminos”, puntualizó.
En el recorrido por cada campo, se apreciaron sus
condiciones y cultivos y, a su vez, se hicieron recomendaciones para su
ulterior explotación. Por ejemplo, en el campo número uno, sembrado de maíz y
donde se proyecta mantener la siembra de gramíneas para alimento animal, se
aconsejó no emplear plantas perennes, así como sembrar una cortina de vetiver
al norte.
En el caso del segundo, se coincidió en la necesidad de
construir cuatro zanjas de independencia hídrica, que se deben proteger con
barreras vivas de almácigo, cardón, tithonia y sorgo, mientras que en el
tercero, destinado al pastoreo, debe sembrar vetiver a su alrededor y hacer un
tranque para agua, y en el cuarto, se orienta realizar dos barreras vivas o
muertas y bordearlas de árboles frutales y maderables.
Como resumen de la actividad técnica, y parte del proyecto,
se seleccionaron tres fincas, El
Pedregal, Los Mangos y Homenaje, para presentar el estudio de
campo al Instituto de Investigaciones de
Suelos y que reciban una remuneración por su aporte al medio ambiente.
Entre otros objetivos, el estudio se enfocará en seleccionar
cuáles son las medidas más eficaces para el campo y la finca y a estudiar qué
especies de plantas y semillas son las más idóneas, teniendo en cuenta todo el
ciclo productivo y las características de suelo, agua y pendiente, entre otras.
Como parte de las alianzas que desarrolla el proyecto con
centros de investigación, se socializarán entre las y los beneficiarios
instructivos del Instituto de Suelos que pueden servirles como herramientas
adicionales para su labor dirigida a la transición agropecuaria. (Redacción Digital, con información y foto
de Tribuna de La Habana).
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