Nunca se me hubiera ocurrido que, tras varios días sin escribir, regresaría para despedir a Pedro de la Hoz.
Lo conocí cuando él
estaba recién llegado de Cienfuegos y había empezado a trabajar en el diario
Granma, en la Redacción Cultural. Yo también comenzaba en esos días como
correctora.
Pedro era sencillo y cordial en su trato. Enseguida me
inspiró tanta confianza que fue la primera persona a quien di a leer mi cuento
primigenio, La poza del ángel. Fue tan gentil que me dio su criterio por
escrito, deferencia que se suele tener con personas importantes, pero no con
una joven aparecida de menor rango laboral.
Pedro era así, muy serio con la cultura. Considero que ha
sido uno de los periodistas culturales más completos que ha tenido Cuba desde
1959.
Pedro tenía experticia en todos los campos del arte. Lo mismo disertaba de música que de televisión, cine e historia o escribía libros de exquisito periodismo de investigación.
Duele mucho la muerte del querido periodista y escritor Pedro de la Hoz, uno de nuestros grandes intelectuales. Vamos a extrañar mucho su rigurosidad analítica, su valentía crítica, la agudeza y diafanidad de su pensamiento descolonizador. No te olvidaremos, hermano. pic.twitter.com/WhmPf9gIWg
— Alpidio Alonso Grau (@AlpidioAlonsoG) June 5, 2024
No recuerdo quién de nosotros abandonó Granma primero. Pero el ascenso de Pedro dentro del periodismo fue vertiginoso y se expandió a importantes cargos de dirección y asesoría ministerial. Dejamos de vernos por muchos años, hasta que volvimos a encontrarnos en Villa Clara, creo que en una gira de trabajo en la que iban Miguel Barnet, Marta Rojas y varios escritores. Conversamos, junto con Alberto Guerra, durante todo el trayecto en ómnibus, y fue, como siempre, amenísimo y brillante.
Ese fue nuestro último encuentro.
No es un secreto la opinión que tengo sobre las redacciones culturales de nuestros medios. Si los jóvenes que hoy estudian y piensan dedicarse al periodismo en ese campo quieren prepararse como profesionales completos, hay muchos nombres a los que debieran prestar atención, y yo diría: el maestro en la crónica Ciro Bianchi; el periodismo literario y de investigación que hicieron en Juventud Rebelde Leonardo Padura, Emilio Suri y Ángel Tomás; la crítica de arte de Rufo Caballero, y la de cine de Rolando Pérez Betancourt.
Hay otros nombres, los que menciono han sido mis referentes, aunque algunos no lo sepan. Hay que estudiar estas figuras, son imprescindibles en el periodismo cultural cubano de la Revolución, herederos de una tradición periodística anterior al triunfo de enero de 1959.
Aunque no tuve con Pedro una relación tan cercana y afectiva, como con Rufo y Rolandito, lo he admirado siempre por su profesionalismo abarcador.
Y aunque sea un lugar común, tengo que decir que el periodismo cultural cubano acaba de perder a uno de sus grandes exponentes. (Gina Picart Baluja. Foto: red social X)
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