Intervención del miembro del Buró Político del Partido Comunista de Cuba y vicepresidente de la República de Cuba, Salvador Valdés Mesa en el acto por el aniversario 71 del 26 de Julio en Santi Spíritus.
Querido general de ejército Raúl Castro Ruz, líder de la
Revolución Cubana; compañero Miguel Díaz-Canel Bermúdez, primer secretario del
Comité Central del Partido Comunista de Cuba, y presidente de la República; Comandante
de la Revolución, Ramiro Valdés Menéndez, asaltante al Moncada; comandante del
Ejército Rebelde, José Ramón Machado Ventura; combatientes de la gesta del 26
de Julio y expedicionarios del Granma; familiares de los caídos; distinguidos invitados
que nos honran con su presencia; espirituanas y espirituanos.
En esta conmemoración, como ha sido siempre, para Fidel el
primer pensamiento. Sus palabras, pronunciadas hace hoy exactamente 41 años,
están cada vez más vigentes, cito:
“En una sola cosa somos iguales al 26 de julio de 1953: la
misma fe en los destinos de la Patria, la misma confianza en las virtudes de
nuestro pueblo, la misma seguridad en la victoria, la misma capacidad de soñar
con todo aquello que serán realidades de mañana por encima de los sueños ya
realizados de ayer”, fin de la cita.
Y algo aún más importante: se mantiene firme e inalterable
la fidelidad de nuestro pueblo a las ideas por las cuales el Comandante en Jefe
fue al Moncada y luchó durante toda su vida; la decisión de continuar
haciéndolas realidad y de mantener por siempre vivos el espíritu de
resistencia, la combatividad, el pensamiento dialéctico y la fe en la victoria
que supo inculcarnos, en primer lugar con su ejemplo.
El 26 de julio de 1953 marcó un punto de inflexión
definitivo en el devenir histórico cubano; señaló el rumbo que hemos seguido
hasta el presente; acuñó verdades de valor permanente; estableció principios
éticos para todos los tiempos y definió la actitud invariable a mantener ante
peligros, retos y dificultades, por insalvables que pudieran parecer.
Estas verdades, al igual que la unidad, son poderosas armas,
más aún en circunstancias complejas como las actuales.
De las más amargas páginas de la historia de Cuba, aprendió
José Martí, que la división, conduce inexorablemente a la derrota. Al reiniciar
la guerra por la independencia alertó a sus compatriotas, cito:
“A un plan obedece nuestro enemigo: al de enconarnos,
dispersarnos, dividirnos, ahogarnos. Por eso obedecemos nosotros a otro plan:
enseñarnos en toda nuestra altura, apretarnos, juntarnos, burlarlo, mantener a
nuestra patria libre”, fin de la cita.
La Generación del Centenario, encabezada por Fidel, hizo
suyo ese llamado martiano en la nueva y definitiva etapa de la lucha. Preservar
la unidad, basada en los principios, ha sido y será, premisa permanente de la
Revolución Cubana.
Por eso Raúl nos exhortaba a cuidarla «más, que a la niña de
nuestros ojos», en sus medulares palabras el pasado primero de enero en
Santiago de Cuba, y agregó, cito: «Mientras mayores sean las dificultades y los
peligros, más exigencia, disciplina y unidad se requieren», fin de la cita.
Compatriotas:
Por mucho que el enemigo intente ocultarlo, cualquier
persona honesta, incluso si no comparte nuestras ideas, comprende que el
bloqueo recrudecido, junto al resto de las medidas agresivas implementadas
contra Cuba por el gobierno de Estados Unidos, constituye la causa fundamental
de las dificultades económicas actuales, con inevitable incidencia en todas las
esferas de la sociedad.
Sin embargo, no estamos sentados esperando a que nos quiten
el bloqueo y nos retiren de la lista de supuestos patrocinadores del
terrorismo, que tanto daño nos causa al inhibir constantemente el acceso a
créditos y financiamiento externo, desestimular a potenciales inversionistas
extranjeros, y dificultar el arribo de equipamientos y tecnologías necesarias,
entre otras afectaciones.
Conocemos demasiado bien al imperio y a los sectores
abiertamente anticubanos que alimentan y sostienen esta política de máxima
asfixia, en su intento por destruir la Revolución y su proyecto social. La
resistencia creativa, inspirada en las enseñanzas y el legado de Fidel y el
ejemplo de Raúl, ha sido y seguirá siendo nuestra respuesta.
En esta significativa conmemoración, expreso una vez más el
agradecimiento del pueblo a los gobiernos, partidos, movimientos solidarios o
simples ciudadanos que en todo el mundo se pronuncian contra esa absurda y
criminal política.
Tenemos el honor de que nos acompañe una nutrida
representación de amigos solidarios de diversos países que en circunstancias
difíciles defienden esta Revolución de los humildes, por los humildes y para
los humildes. Reciban, queridas compañeras y compañeros, un saludo de hermanos.
Esa obstinada y perversa agresión hoy transcurre además, en
circunstancias complejas para todos los países, en medio de una crisis
económica generalizada; de cruentas guerras cuya causa más profunda es la
insaciable ansia de ganancias intrínseca al capitalismo, el interés por
mantener la existencia de un mundo hegemónico unipolar; y de los efectos cada
vez más evidentes y nefastos de un cambio climático que ya nadie se atreve a
ignorar.
No nos cansaremos de denunciar, con el apoyo de
prácticamente todos los gobiernos y especialmente de los pueblos del mundo, la
cobarde actitud de la principal potencia militar y económica del planeta, que
como reconocieron hace muchos años en un documento oficial, tiene el perverso
objetivo de “provocar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno”,
que saben legítimo representante de un pueblo que solo aspira a vivir en paz,
preservar su independencia y alcanzar el mayor grado posible de justicia social
y bienestar.
Lo anterior, como ha sido ratificado por nuestro Primer
Secretario, compañero Díaz-Canel, no significa en modo alguno ignorar
deficiencias, insuficiencias y errores propios, al contrario, los reconocemos y
debatimos a la luz pública y dando participación a cuanto compatriota exprese
su disposición.
En Cuba no estamos sentados lamentándonos a la espera de que
el enemigo rectifique su criminal política. Si algún día lo hace, bienvenido
sea, pero mientras persista en su enfermizo empecinamiento, debemos trabajar
con inteligencia, consagración y creatividad, con el máximo empleo de la
ciencia, la técnica y la innovación, en busca de los caminos que nos permitan
sobreponernos a cada obstáculo y avanzar contando con nuestros recursos, sin
esperar por milagros.
Hemos llegado hasta aquí y seguiremos estando, gracias a la
ejemplar capacidad de resistencia, los conocimientos adquiridos como resultado
de la obra de la Revolución, y especialmente a la inquebrantable decisión de
lucha y victoria de cubanas y cubanos.
Así se hace de manera cotidiana, a sabiendas de que el
enemigo amplificará de inmediato hasta la más pequeña dificultad, tergiversará
lo dicho o simplemente mentirá en el intento de achacarle la culpa al
Socialismo que construimos o a los dirigentes del país, y con ello influenciar
en la opinión pública.
Es un mal inevitable que asumimos por estar convencidos de
que es la única forma de encontrar, entre todos, las mejores soluciones.
Así lo demostraron, una vez más, los profundos, sinceros y
críticos análisis, realizados hace pocos días durante las jornadas del VIII
Pleno del Comité Central del Partido y del tercer período ordinario de sesiones
de la Asamblea Nacional del Poder Popular, en especial, el medular discurso de
clausura del compañero Presidente de la República que encierra orientaciones y
conceptos que debemos implementar.
Siempre será poco el reconocimiento a este pueblo, que
enfrenta las dificultades de la vida cotidiana, sin perder la confianza en que
solo el Socialismo puede vencerlas con justicia, sin dejar a nadie abandonado a
su suerte, buscando alternativas y soluciones y priorizando los sectores y
grupos poblacionales en condiciones de mayor vulnerabilidad.
En la producción de alimentos, debemos y podemos obtener,
con trabajo, sudor e inteligencia, la mayoría de los productos que el país
consume, pues hoy resulta sencillamente impagable el precio de lo que antes
importábamos.
En esta importante actividad está llamado a desempeñar un
papel protagónico el municipio, pues en la mayoría de ellos la actividad
agropecuaria constituye su principal rubro económico o al menos está entre
estos.
De igual manera, es necesario que el municipio logre
alcanzar un mayor grado de autonomía, soberanía y seguridad alimentaria, y
desarrollo territorial. Alcanzar esos propósitos es también un asunto de
seguridad nacional.
Otras importantes actividades a las que debemos dar la
máxima atención, son incrementar las exportaciones que nos aporten las divisas
que tanto la economía necesita; aplicar las medidas necesarias para alcanzar el
equilibrio macroeconómico, primordial para detener y comenzar a revertir el
proceso inflacionario, que tanto afecta a los ingresos reales de trabajadores y
jubilados; a la vez continuar adoptando cuanta medida resulte racional y lógica
en el enfrentamiento a los precios abusivos y especulativos en productos de
primera necesidad, como las aplicadas en fecha reciente.
Asociado a lo anterior, resulta impostergable reducir gastos
no imprescindibles e incrementar los ingresos al Presupuesto, incluido el
enfrentamiento decidido a quienes subdeclaran o evaden el pago de los impuestos
y otras contribuciones a que están obligados.
Igual que ocurre en cualquier familia, ninguna nación puede
darse el lujo de gastar más de lo que produce.
Avanza el plan de inversiones en fuentes renovables de
energía. Su principal objetivo es lograr, en el menor plazo posible, la
estabilización y posterior recuperación del sistema electroenergético nacional,
en lo que el ahorro -como en todo lo demás- tiene un papel fundamental.
Se deberá avanzar en concretar las definitivas
transformaciones de la empresa estatal socialista, que la consolide como el
principal sujeto de la economía y que su desempeño responda a lo que demanda
las circunstancias del momento actual e impacte en todos los ámbitos en que se
desarrolla la vida económica y social del país.
Igualmente, tenemos que enfrentar de una manera más
decidida, enérgica y participativa, las ilegalidades, indisciplinas y hechos de
corrupción. Hay que sancionar con la severidad y rigor que admite la Ley, toda
manifestación de violencia y discriminación, indisciplinas sociales, actos de
vandalismos y otras actitudes que debilitan el orden, la tranquilidad y la
seguridad ciudadana.
Continuaremos asumiendo esa batalla con la energía que su
peligro entraña, incluso para la propia existencia de la Revolución.
Lo hasta aquí mencionado, se concreta en gran medida en el
proceso de implementación de las proyecciones del gobierno para corregir
distorsiones y reimpulsar la economía en el presente año, en el cual se avanza
–como explicó recientemente el Primer Ministro en la Asamblea Nacional– sin
apresuramientos, midiendo bien antes de dar cada paso, sobre todo valorando el
impacto de la medida en las personas de menores ingresos, pero a la vez con la
urgencia que las circunstancias actuales lo exigen.
Se continuará avanzando decididamente en todos estos frentes
sin descuidar ni por un instante la defensa de la Patria en su sentido más
amplio. Continuará siendo impagable para el enemigo el precio de una agresión
militar, directa o mediante mercenarios terroristas, como la que se pretendió
orquestar recientemente.
La vigilancia revolucionaria no la podemos descuidar jamás,
con la participación consciente y activa de trabajadores, campesinos, estudiantes,
amas de casa y el pueblo en general, convencidos de que constituye la vía más
efectiva de enfrentar la subversión, el delito, la corrupción y las no menos
peligrosas indisciplina, desorganización, indolencia, descuido y falta de
control.
Se seguirá fortaleciendo la decisiva labor político
ideológica, en la que se impone perfeccionar el empleo de los medios de
difusión y las redes sociales digitales, campo en que la contrarrevolución
trata de aprovechar el enorme potencial tecnológico y financiero puesto a su
disposición por el gobierno de los Estados Unidos.
Es algo necesario e importante, pero no olvidamos un
instante que la principal y más efectiva trinchera de este combate, es el
contacto cotidiano, directo y sincero con nuestros compatriotas, especialmente
con los más jóvenes y precisamente allí donde sean mayores las dificultades,
los problemas o las incomprensiones, con las armas de la verdad y la razón.
Son retos que enfrentamos cumpliendo la premisa planteada
por el Comandante en Jefe en la conmemoración del aniversario 23 del asalto al
Moncada, en esta misma ciudad, cuando alertó, cito:
“No vale la pena avanzar si no se consolida lo que se ha
hecho” y agregó: “…no hemos sido capaces de recalcar y de inculcar que el
primer deber del revolucionario es el trabajo (…) solo del trabajo va a salir
la riqueza”. Y concluyó: “Un pueblo que es capaz de vencer sus propios
defectos, sus propios errores; un pueblo que no teme a nada, un pueblo que no
se doblega ante nada ni ante nadie, es y será siempre un pueblo invencible”,
fin de la cita.
Así se ha hecho en Sancti Spíritus hasta alcanzar resultados
económicos y sociales que la hicieron merecedora de la sede de este acto, sobre
los cuales se informó sucintamente hace breves momentos. La comunicación del
Buró Político sobre esta decisión precisa que la provincia, como las restantes,
no está exenta de las complejidades que vive el país, pero le distingue que
ante cada insuficiencia y problema emprendió acciones dirigidas a su solución.
En nombre de la dirección del Partido, el Gobierno, y de
todo el pueblo, reciban una merecida felicitación las espirituanas y
espirituanos por tanto esfuerzo y especialmente por sus resultados.
Es justo también reconocer la efectiva labor de los cuadros
a todos los niveles, encabezados por la primera secretaria del Partido, Deivy
Pérez Martín, y el gobernador de la provincia, Alexis Lorente Jiménez, por
aplicar un estilo y métodos de trabajo caracterizados por el control
sistemático, la exigencia y el vínculo permanente con las masas, lo cual ha
permitido lograr en este territorio una estabilidad en programas de amplio
alcance social relacionados con la educación, la cultura, el deporte, la salud
y otros sectores.
Los espirituanos, como todo nuestro pueblo, han sabido estar,
una vez más, a la altura de su gloriosa historia, que atesora un admirable
legado de tradición de lucha desde la etapa colonial hasta el presente.
Sancti Spíritus tiene un lugar destacado en la guerra de
liberación y en la entrega de sus hijos a la Patria y a la construcción de la
nueva sociedad, anticipada por Fidel en el Programa del Moncada.
Las bellas imágenes que hemos podido disfrutar durante el
acto, rememoran momentos culminantes de la gesta que en estos campos
protagonizaron hombres de la talla de Serafín Sánchez Valdivia. En la manigua
espirituana vino al mundo Panchito Gómez Toro, paradigma del patriotismo, la
fidelidad y la valentía de la juventud cubana.
Esa es la estirpe de nuestro pueblo, de los combatientes del
Ejército Rebelde y de la lucha clandestina; de los milicianos de Girón y la
lucha contra bandidos, que tuvo un escenario decisivo en esta provincia; de sus
internacionalistas; de los millones de cubanas y cubanos que enfrentan los no
menos complejos y peligrosos desafíos actuales.
Que el enemigo no se haga nuevas ilusiones, pues
inexorablemente lo llevarán otra vez al desengaño.
Los herederos de tan extraordinario caudal de heroísmo y
sacrificio, continuaremos por siempre la obra de la Revolución.
Frente a cada obstáculo, dificultad o sacrificio en bien de la Patria, incluido el de la propia vida, continuaremos repitiendo aquella sublime orden del Mayor general Serafín Sánchez Valdivia, sabiéndose herido de muerte por una bala enemiga: “¡No importa, que siga la marcha!”.
¡Gloria eterna a nuestros héroes y mártires!
¡Vivan la Revolución y el Socialismo!
(Fuente: Radio Rebelde)
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