Una convocatoria a articular todo el potencial de conocimiento y los proyectos que existen en el país en torno a la inserción de Cuba en el Mercado de Carbono fue realizada por el primer secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (CCPCC) y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, durante la última sesión del Consejo Nacional de Innovación.
Este
órgano consultivo que asiste al Presidente y recomienda soluciones para
impulsar la innovación en el funcionamiento del Estado, el Gobierno, la
economía y la sociedad, abordó con expertos y actores de varias entidades
cubanas el estado actual y las proyecciones del mercado de carbono en la Isla,
reconocido no solo como una importante herramienta para combatir el cambio
climático, sino como vía para atraer financiamientos e inversiones al país.
Rudy
Montero Mata, viceministro primero del Ministerio de Ciencia, Tecnología y
Medio Ambiente, recordó que por indicación del Consejo de Ministros, el 25 de
febrero de este año, se aprobó el inicio del proceso de inserción de Cuba en
los mercados internacionales de carbono.
Según
el último reporte del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente sobre
las brechas y emisiones, publicado el pasado 4 de noviembre, las emanaciones
globales de gases de efecto invernadero mantienen un incremento sostenido
respecto a sus niveles de referencia, según consenso de la Convención Marco de
Naciones Unidas para el Cambio Climático. El mercado de carbono es una
herramienta, dentro de la caja de herramientas que compone la financiación
climática para la mitigación, con una contribución estimada entre el 5% y el
10% de la reducción necesaria, acotó el investigador.
Según
la literatura especializada, los mercados de carbono son sistemas en los que se
comercian créditos de carbono; estos representan una reducción o eliminación de
gases de efecto invernadero de la atmósfera; y los gobiernos, las empresas e
incluso los particulares pueden comprar estos créditos para compensar sus
emisiones.
Los
créditos de carbono— se lee en el sitio web www.tareavida.cu— se generan
mediante actividades que reducen las emisiones o eliminan carbono de la
atmósfera, como la protección de bosques, la restauración de humedales, el
cambio de combustibles fósiles a energías renovables, la captura de metano de
los vertederos, o la mejora de la eficiencia energética en edificios e
industrias.
Estos
créditos, una vez verificados, se pueden intercambiar, comprar o vender, lo que
permite a gobiernos, empresas o particulares cumplir con la reducción de
emisiones de forma eficaz en función de los costos.
Al
respecto, Montero Mata apuntó en el Consejo Nacional de Innovación que “no
caben dudas de que hay voluntad política y compromisos declarados en el marco
de la Tarea Vida. Se reconoce en cada uno de estos instrumentos de políticas
principales, el mercado de carbono como una de las herramientas entre los
mecanismos de financiación climática para la implementación de estos
compromisos”.
De ahí
que el experto presentara al Consejo proyecciones como “establecer un marco de
políticas nacionales para el Mercado de Carbono en Cuba; crear y fortalecer
capacidades en los organismos involucrados, para la generación de proyectos
endógenos; desarrollar una carpeta de proyectos y dar seguimiento a su
implementación, desde cada uno de los sectores; formalizar un marco de
colaboración en el que se declaren intereses mutuos respecto al mercado de
carbono con otros países; y concretar la implementación de las propuestas de
proyectos con mayor potencial en los sectores de energía y bosques.
Al
respecto, Elaine Moreno Carnet, en representación del Ministerio de Energía y
Minas, presentó las experiencias y perspectivas de ese organismo de la
Administración Central del Estado con créditos de carbono. Argumentó que
existen grandes potencialidades en el sector para el desarrollo de proyectos de
este tipo. De igual manera, consideró que la gestión de inversiones para la
transición energética desde la innovación financiera es vital para el
desarrollo de los proyectos.
Apuntó
que el Ministerio de Energía y Minas, de conjunto con otras organizaciones, “ha
decidido avanzar, toda vez que tenemos en el contexto nacional un alto déficit
de energía, que es importante mitigar lo más rápido posible, y hay una
estrategia nacional para la transición energética en nuestro país, que como
parte de la misma se instalan 2 000 megawatts de energía solar fotovoltaica,
que es una fuente importante de créditos de carbono”.
Esta
estrategia, dijo, considera además un eje económico y financiero que está
destinado a generar mecanismos y modelos de negocios que permitan acelerar las
inversiones para, no sólo mitigar el déficit de energía, sino avanzar en las
metas previstas en la estrategia nacional.
En el
intercambio, Telce González Morera, viceministro de la Agricultura, se refirió
a la participación del sector agropecuario y forestal en el mercado de carbono.
En ese sentido, valoró que no solo es una herramienta clave para enfrentar el
cambio climático, creando un ciclo virtuoso entre la productividad y la
protección ambiental, sino también constituye una vía para atraer
financiamientos e inversiones, promover el desarrollo rural sostenible, la
innovación y la equidad.
Sin
embargo, consideró, se requieren de políticas públicas robustas y marcos
normativos claros que promuevan mecanismos y flujos financieros adecuados, las
líneas fundamentales para la negociación, la distribución de los beneficios y
todo aquello que ordene y favorezca la participación de Cuba en los mercados de
carbono. Ejemplificó que en el sector se trabaja en el cálculo de la huella de
carbono de tres principales cadenas agroalimentarias y de valor: la miel, el
tabaco y el café.
Carlos
César Torres Páez, director del Centro de Estudios de Dirección, Desarrollo
Local, Turismo y Cooperativismo de la Universidad de Pinar del Río “Hermanos
Saiz Montes de Oca”, valoró que para Cuba insertarse en este mercado no es sólo
una opción de política climática.
“En
este escenario de doble condicionamiento ambiental y económico, los mecanismos
de financiación climática y en particular los mercados de carbono, establecidos
bajo el artículo 6 del Acuerdo de París, deben ser entendidos por tanto no como
una mera transacción comercial o un simple instrumento ambiental, sino como una
potencial herramienta de política económica y desarrollo”, reflexionó.
Representa,
agregó, la oportunidad de convertir nuestros compromisos climáticos como la
Tarea Vida y las contribuciones nacionalmente determinadas en activos
financieros transables.
“En un
contexto de restricciones financieras externas severas, esta vía ofrece un
canal para movilizar capital internacional hacia sectores claves como por
ejemplo la energía renovable, la gestión forestal sostenible, la producción
sostenible de alimentos y la conservación de ecosistemas costeros, alineando la
protección de nuestro patrimonio natural con la imperiosa necesidad de crecimiento
económico y bienestar”.
Como
se explicó en el amplio debate, Cuba cuenta con potencialidades que la
posicionan favorablemente para participar en los mercados internacionales de
carbono, su capital natural y las políticas estatales de largo plazo. Al
respecto, el miembro del Buro Político y primer ministro, Manuel Marrero Cruz,
insistió en la importancia de que se preparen proyectos desde diferentes
sectores, que estas ideas se socialicen con los empresarios y que se elaboren
propuestas que aporten a las estrategias de desarrollo de las entidades del
país.
El
pasado 19 de septiembre fue publicada en la Gaceta Oficial Ordinaria número 77,
la resolución 106 del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente que
marcó el inicio de la inserción progresiva de Cuba en los llamados mercados de
carbono. En esencia, se trata de un sistema que permite a los países trabajar
unidos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y enfrentar el
cambio climático global de una manera más eficiente creando incentivos
económicos.
Ante
la pregunta ¿para qué el mercado de carbono en Cuba? la respuesta está en los
debates del Consejo Nacional de Innovación: es una oportunidad para el
desarrollo económico y sostenible del país.
(Con información del Sitio digital de la Presidencia y
Gobierno de Cuba)
JCDT-SST-BGC
