El Quijote está basado en hechos y personajes reales: ¿Y qué…?

Según reciente información de la agencia española de noticias EFE, el libro más famoso de la literatura española, Donquijote de La Mancha, escrito por Miguel de Cervantes Saavedra, no sería una obra totalmente de ficción: sus personajes existieron.

El célebre y flaco hidalgo Alonso Quijano, su fiel escudero Sancho Panza y otros más, los tomó de la vida real, a través de una fuente, que habría sido un vecino suyo de nombre Alonso Manuel de Ludeña, con quien se supone tuvo cercana convivencia en el pueblo de Esquivias, Toledo, cuando Cervantes residió allí.

El descubrimiento se debe al investigador Javier Escudero, quien encontró los documentos probatorios mientras trabajaba en su ensayo Las otras vidas de don Quijote.

Incluso, las escenas donde Alonso Quijano lucha contra los molinos de viento, y otras, ocurrieron en la realidad.

Escudero también descubrió, al investigar entre miles de documentos y actas judiciales de la época, que no solo los personajes del Quijote fueron seres de carne y hueso, sino que también lo fueron otros personajes y aventuras de otras novelas de Miguel de Cervantes, como La ilustre fregona, La gitanilla, Rinconete y Cortadillo o El retablo de las maravillas.

El que Cervantes usara como fuente a un hidalgo de origen manchego explicaría sus vívidas descripciones de La Mancha, donde el autor del Quijote nunca vivió.

Según Escudero, la relación de Cervantes con Alonso Manuel de Ludeña habría venido a través de otro hidalgo, Lope Vivar Salazar, a quien Ludeña arrendó tierras en Esquivias. Lope Vivar tenía un hijo, quien fue el heredero de Cervantes, ya que el gran escritor murió sin dejar descendencia.

El breve texto de EFE contiene otros datos de interés, pero no imprescindibles para el punto sobre el que, en realidad, gira el descubrimiento de Escudero, que no es otro que la posibilidad de que Cervantes se haya inspirado, o más bien copiado hechos y personajes de la vida real, lo que restaría valor a su obra, por no tratarse ya entonces de un monumento literario nacido completamente de la imaginación creadora de su autor.

Estas conciencias prolijamente escrupulosas que se atreven a sostener ese criterio y se alzan como jueces prestos a demeritar ahora a Cervantes, no me asombran. Más bien, me causan risa, porque la literatura del mundo está llena de escritores que aparecen en los panteones literarios de todos los tiempos con miles de obras inspiradas en personajes y hechos tomados de la realidad.

Es como si pretendiéramos decir que Dostoievski es menos escritor o peor escritor por haber escrito Hombres del subsuelo, sobre un asilo de dementes, o que Carlos Fuentes es un plagiario porque, para escribir su novela Gringo Viejo, se inspiró en la figura del autor de El diccionario del Diablo, el escritor norteamericano Ambroce Bierce, quien no solo tuvo una vida digna de ser novelada, sino también una de las muertes más misteriosas de la historia de la literatura, pues, decepcionado de su país y de su existencia personal, cruzó a México, donde se unió al Ejército de Pancho Villa como observador, a pesar de que, según él mismo vaticinó en su carta de despedida a un pariente, moriría fusilado por los mismos mexicanos a quienes iba a ayudar.

Bierce desapareció misteriosamente en Chihuahua, y posteriores investigaciones realizadas entre los vecinos del lugar han descubierto que hay una leyenda sobre su final, según la cual fue, en efecto, fusilado contra un muro por los propios mexicanos, acusado de espionaje. (Gina Picart)

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