José Antonio Aponte, negro libre, exmilitar del Batallón de Pardos y Morenos de La Habana, carpintero ebanista, tallador de imágenes sacras y hombre asombrosamente culto es una de las figuras más atrayentes de la larga plana de personalidades sobresalientes que conforman la historia de Cuba.
Todos los cubanos sabemos que encabezó una de las más importantes
conspiraciones antiesclavistas ocurridas en la isla, que fue decapitado y su
cabeza expuesta a la vista pública en una jaula de hierro, en la misma esquina
de Belascoaín y Carlos III que hoy ocupa la Gran Logia Masónica de Cuba.
Sin embargo, la vida y los hechos de Aponte continúan envueltos en el
misterio y el enigma. Francisco Calcagno, en su novela Aponte
(Barcelona, 1901), refleja partes de la leyenda
negra con que la sacarocracia cubana rodeó a este luchador antiesclavista:
Oscurísimo y envuelto en tinieblas aparece el origen de este: hay quien
supone que era africano, quien que era hijo de La Habana, siendo esto lo más
probable, pues como tal aparece en la sumaría, y no falta quien, porque fue
esclavo de un Delmonte, lo crea oriundo de Santo Domingo.
Aponte, sin embargo, nació en La
Habana, donde su abuelo y su padre se habían destacado por su valor entre la
alta oficialidad del Batallón de Pardos y Morenos Libres durante la toma de La
Habana por los ingleses, y nunca fue esclavo.
Era ya un hombre en la cincuentena cuando se involucró (o cuando tenemos
noticia de que se involucró) en la oscura vida del conspiracionismo; de su
existencia hasta ese momento muy poco se sabe de cierto, salvo que, como
militar del mencionado batallón, peleó en campañas fuera de territorio cubano.
José Luciano Franco, quien rescató el legajo del proceso de instrucción llevado
a cabo por las autoridades españolas a los acusados en la conspiración de 1812
y es una autoridad en los estudios apontinos, dice textualmente que Aponte:
[…] tomó parte activa en la Guerra
de Independencia de los Estados Unidos. En distintas ocasiones, y de ello no
cabe duda, acompañó a la unidad de milicias de que formaba parte en los
servicios de guarnición a San Agustín y otros lugares de La Florida; viajes que
contribuyeron a mejorar sus conocimientos en todos sentidos.
Un año antes de que sus actividades
clandestinas llegaran a su punto más eruptivo, Aponte apartó de sí a su esposa
y sus seis hijos para evitar que las autoridades españolas los implicaran en su
infidencia, así que de su intimidad no hay
información, salvo algún que otro detalle suministrado por sus compañeros de
lucha y de prisión en los interrogatorios a que fueron sometidos en La Cabaña.
En el
momento de ser aprehendido, vivía solo en una casita con techo de guano donde
también tenía su taller, ubicada en la calle Jesús Peregrino, Pueblo Nuevo, en
algún punto entre Infanta y Belascoaín, cerca de la Quinta de los Molinos.
(Gina Picart)