La primera vez que Lázara Urrutia se bañó a gusto en un primer aguacero de mayo fue este 2022. “Nunca antes lo había disfrutado igual”.
Esta mujer de “sesenta y tantos años”, porque según ella misma dice “la edad no es física, sino espiritual”, nos cuenta con una sonrisa en los labios cómo ella y sus vecinos -también nacidos y criados en el barrio habanero de La Corbata- “bailaron hace unos días bajo la lluvia, sin que se nos embarraran los pies de fango, de esa “tierra colorá” que tan difícil es de quitar”.
“Imagínate, antes teníamos que salir a la avenida atravesando el trillo de tierra, con los zapatos en la mano para que no se nos ensuciaran”, confiesa Lázara. “Ahora, las muchachas sí se pueden poner tacones, porque por aquí sí se puede caminar”.
Poco más de seis meses han transcurrido desde que se iniciaran en La Corbata las obras que han dotado a esa comunidad del municipio Playa, de aproximadamente 1 200 habitantes, de calles asfaltadas, un parque infantil con aparatos, un parque wifi, un bulevar, una bodega y, muy pronto, de un centro cultural-tecnológico.
La alegría de Lázara la comparten otros vecinos beneficiados con el plan de reconstrucción de viviendas en La Corbata, como parte del proceso de transformaciones que viven en estos días decenas de barrios en La Habana.
Belkis Coto Morales, de 39 años, “ha sido testigo del proceso”. “Estoy muy contenta porque he sido beneficiada con la ampliación y reparación de mi hogar”, afirma a Cubadebate esta ama de casa, madre de dos niños.
“Vivíamos en malas condiciones, en una casa de madera. Éramos seis personas en una sola habitación, sala-comedor-cocina y un baño, todo junto”, dice. “Mi casa hoy es más espaciosa, más segura, y cuenta con las condiciones necesarias para poderla legalizar”.
“Tengo satisfacción y esperanza”, asegura Belkis. “Creo que con las modificaciones al barrio también se crean oportunidades para trabajar en el bulevar donde se venden productos agrícolas y artesanales, o en la nueva casa de la cultura. Eso es algo positivo”.
La Corbata se localiza en los límites entre los municipios Playa y La Lisa, por lo que para acceder a algunos servicios básicos, los residentes allí tenían que desplazarse largas distancias entre uno y otro municipio.
“Que vengan a vender comida y otros productos de primera necesidad al parque es muy bueno, alivia a la familia”, dice y comparte su aspiración de que en el futuro se abra en el barrio alguna tienda, “porque soñar no cuesta nada”.
“Escuchar al pueblo fue el punto de partida”
Usmany Lemagne Pagés, delegado de la circunscripción 80, perteneciente al Consejo Popular Cubanacán, explicó que el plan de transformaciones que se lleva a cabo en el barrio desde hace seis meses se diseñó con base a los planteamientos de la población sobre cuáles eran sus necesidades reales. “Escuchar al pueblo fue el punto de partida”.
En esa etapa inicial, explica, colaboraron con las autoridades locales y las organizaciones políticas y de masas, estudiantes de la facultad FLACSO de la Universidad de La Habana, quienes realizaron un levantamiento de información sobre la composición de los núcleos familiares por sexo, edades, padecimientos, profesiones u ocupaciones, entre otros criterios, “lo cual fue esencial para trazarnos la estrategia”.
Asegura que una vez colegiado con el pueblo, se presentó el plan de obras a ejecutar al Consejo de la Administración del Municipio y se aprobó. El plan incluía un parque infantil, un consultorio, una bodega, un centro cultural y la reparación de viales y viviendas.
Inicialmente se previó la construcción de 106 casas, de las cuales hoy un 85% ya están concluidas o en fase de ejecución, “pero a medida que hemos avanzado, se han identificado otras necesidades, por ejemplo, familias muy numerosas, de entre 18 y 20 miembros, y han aumentado de 19 a 21 las madres con más de tres hijos; por lo que estimamos que en una segunda o tercera etapa del plan se incluyan más viviendas, unas 300”, afirma.
En las obras participan los vecinos de la comunidad que son contratados por los inversionistas, trabajadores del sector por cuenta propia.
“Los vecinos tienen la oportunidad de participar directamente en la edificación de las viviendas, chequear que se hagan trabajos de calidad, y acomodar los inmuebles a su gusto y necesidad, siempre dentro del marco de la ley”, comenta el delegado.
Señala que ha sido meritorio el apoyo de entidades estatales como los ministerios de Turismo, Construcción, Trabajo y Seguridad Social, Planificación Física, la agencia Gran Caribe y las empresas Comunales y Etecsa, entre otras.
Entre las obras que se acometen en La Corbata destaca por su impacto social el Centro Cultural-Tecnológico, cuya administradora Mercedes Urrutia acompañó a Cubadebate en el recorrido por el lugar.
Explicó que este recinto debe inaugurarse en los meses de verano y constará de varios salones para clases de arte, de un tabloncillo para practicar gimnasia, un salón de juego infantil, un restaurante, una cafetería y un anfiteatro.
En las mañanas será escuela de arte y en las tardes y noches un lugar para el esparcimiento y el disfrute de las familias, un reclamo de la población, asegura.
“La Corbata, futuro mejor”
Lemagne Pagés asumió su responsabilidad como delegado en 2019, pero nació y se crió en La Corbata, por lo que “conoce bien a su barrio y a su gente”.
Considera que este es un barrio atípico porque tiene márgenes con dos de los municipios más poblados de La Habana, buena parte de sus residentes provienen del interior del país, algunos han sido sancionados por la ley, y un por ciento de sus habitantes no está vinculado al estudio o al trabajo. “Sin embargo, durante los sucesos del 11 de julio, en La Corbata no hubo ningún incidente”, asegura.
“Algunas familias que se habían marchado del barrio ahora regresan y las mujeres se han embullado con los cambios para tener más hijos”, dice entre risas, por lo que “nos queda trabajo por hacer”.
“Como parte del proyecto se han entregado a las familias vulnerables y más numerosas libretas de abastecimiento y algunos módulos”, lo cual ha significado un alivio durante el periodo de pandemia en el país. “En La Corbata no hubo grandes brotes del coronavirus y todos están vacunados”.
“Involucrar a la población directamente con la construcción de las obras ha sido positivo”, opina y argumenta que de esa manera los ciudadanos se sienten más comprometidos con el cuidado de los medios y los recursos de los que se disponen. “Se han reactivado además las guardias cederistas”.
Así lo afirma también Leinier Collazo, trabajador por cuenta propia de 42 años, que vive en La Corbata desde que era niño. Hoy participa en la reconstrucción de su casa, que comparte con su abuela y su tío, y en la del barrio.
“Todo está lindo. Ha sido un cambio total. Ojalá y se mantenga así, que las personas lo cuiden. Las transformaciones han aportado mayor tranquilidad a La Corbata”, apunta.
Leinier pronto venderá sus productos del agro en un nuevo puesto que se levanta en el parque de la comunidad, lo cual traerá igualmente beneficios para su familia.
Según el delegado, en la próxima etapa del proyecto previsto para cinco años se dará prioridad a la construcción de un jardín infantil, el consultorio médico y las viviendas de la doctora y la enfermera de la familia.
También se tiene prevista la instalación de nuevos alumbrados públicos y los metro contadores del gas en las viviendas.
Lemagne Pagés considera que “muy importante ahora es enseñar a la comunidad a cuidar lo que se ha hecho” y con ese espíritu tienen un grupo en la red social Facebook, al que llaman “La Corbata, futuro mejor”.
“Hay quienes se impacientan, y quieren que las cosas se resuelvan de un día para otro, sin pensar en la compleja situación económica que vive el país. No obstante, poco a poco han entendido que el proceso lleva tiempo y mucho esfuerzo. La mayoría está muy agradecida”.
Lázara se despide de Cubadebate con una sonrisa. “Vengan a la inauguración del centro cultural –nos dice- invitaremos a Silvio Rodríguez, quien desde aquí comenzó su programa de conciertos por los barrios y comunidades. La Corbata tiene historia”. (Cubadebate)