Juan Clemente Zenea: lírica, amor y patria (+ fotos)

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El poeta y patriota cubano Juan Clemente Zenea y Fornaris nació en Bayamo el 25 de junio de 1832, ligó su vida a la lucha contra el colonialismo español y murió fusilado por esta causa el 25 de agosto de 1871.

A los 13 años de edad, se traslada a La Habana, comienza una carrera de periodista que lo acompañará durante su corta vida y a la vez  entra como alumno en el acreditado colegio El Salvador de José de la Luz y Caballero, en el Cerro, adonde regresó años más tarde como profesor.

En 1846, publicó sus primeros poemas en La Prensa, periódico habanero del que llegó a ser redactor en 1849.Ya desde este momento comienza a tener enfrentamientos con el poder por sus artículos, hecho que también lo acompañaría.

En 1852 se tiene que marchar por implicaciones políticas a Nueva Orleans. Se enamoró perdidamente de la actriz estadounidense Adah Menken, a quien nunca olvidó.

Aquí se afilia al club El Orden de la joven Cuba y colaboró en El Correo de Luisiana, El Independiente y Faro de Cuba, en el que aparecieron sus campañas contra el Gobierno español. Luego en Nueva York, hizo propaganda anexionista en La Verdad, El Filibustero, y El Cubano.

Por todas estas actividades, es acusado de subversivo y enemigo de España y condenado a muerte en La Habana en 1853, pero una amnistía general lo salva y puede regresar al año siguiente.

Trabajos suyos aparecieron publicados en Guirnalda Cubana, La Piragua, Brisas de Cuba, Floresta Cubana, Revista de La Habana, El Regañón, Álbum cubano de lo bueno y de lo bello, La Chamarreta, El Siglo, Ofrenda al Bazar, Revista del Pueblo, de Cuba, y en publicaciones españolas; fundó y dirigió la Revista Habanera, que fue clausurada por el Capitán General -Domingo Dulce.

En 1865, retorna a Nueva York., colabora en La Voz de América y dirige la Revista del Nuevo Mundo. Se trasladó a México, donde fue redactor del Diario Oficial, pero al enterarse de que Carlos Manuel de Céspedes se había alzado en La Demajagua el 10 de octubre de 1868, intenta regresar a la isla en frustradas expediciones, entonces se queda trabajando para la Revolución en varios diarios y publica La Revolución, texto en el cual se declara abiertamente a favor de la gesta independentista cubana. 

No es hasta1870 en que pudo entrar clandestinamente a Cuba.  Venía con dos misiones; una dela Junta Cubana de Nueva York, de obtener información,  y otra del Gobierno español, y era la tarea de proponer al Ejército libertador la autonomía a cambio de la capitulación.

Logró reunirse con Céspedes, Mayor general del Ejército Libertador y primer presidente de la República de Cuba en Armas, y luego, al intentar volver a Estados Unidos, es apresado por fuerzas españolas que no hacen caso del salvoconducto que le había entregado el embajador de España en Estados Unidos.

Lo encausaron  por traición y pasó ocho duros meses, incomunicado en la Fortaleza San Carlos de la Cabaña, hasta que el 25 de agosto de 1871 fue fusilado en el Foso de los Laureles de ese castillo.

Cuentan que el valiente bayamés no permitió que lo fusilaran de rodillas, como también se había negado a vivir.

Durante este tiempo encarcelado, escribió 16 composiciones, entre ellas un largo poema titulado Infelicia; fueron reunidas póstumamente bajo el título Diario de un mártir, al igual que Poesías póstumas (1871) y Poesías completas (1872).

Son estas, junto al resto de su producción poética, genuinas representantes del segundo período literario romántico cubano, que inició Zenea junto a Rafael Maria de Mendive, Joaquín Lorenzo Luaces y Luisa Pérez de Zambrana.

Dejó inéditas Jaquelina y Reginaldo, novela escrita en verso; La azucena del valle, leyenda en verso y una edición crítico-bibliográfica de las poesías de José María Heredia.

De Zenea han sido publicados, entre otros, sus cuadernos Poesías (1855), Lejos de la patria. Memorias de un joven poeta (1859), Cantos de la tarde (1860), fieles exponentes de su tendencia romántica, y donde se unen, la muerte, la melancolía, las ansias de libertad, el amor, la personificación dela naturaleza, como en sus poemas más reconocidos    Fidelia,    A una golondrina,    Ausencia,    Nocturno,    Las sombras.

En su gran poema elegiaco Fidelia, dedicado a su amor eterno, la actriz estadounidense Adah Menken, el autor revela profundos sentimientos, y establece un contraste con la naturaleza que le rodea: efímera y pasajera, que alcanza un alto grado de espiritualización; no es un paisaje cubano típico, es un paisaje poético, soñado, ideal, hecho de sensaciones.

Zenea vivió y murió como un romántico, y dejó una huella profunda en las letras hispanoamericanas y en la historia de su Patria, la que defendió con su obra y con su propia vida. (Cubarte)

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