El día que un demonio tocó la tierra, intentando abrir una puerta al infierno en la occidental provincia de Matanzas, un temblor estremeció a Cuba toda.
Desde el 5 de agosto de 2022, las
noticias estallaron como bombas de humo y hablaron de pérdidas de almas
inocentes, del valor de guerreros tan queridos y de enormes daños económicos.
Desde distintos rincones del
planeta, se alzaron voces solidarias, hermanos de México y Venezuela acudieron
en las horas más duras.
Si sofocar la ira de ese demonio
fue difícil, las labores de rescate de los restos de los desaparecidos nos han
dejado devastados.
Hemos perdido mucha sangre nueva
y valerosa. No alcanzan las palabras para consolar a los familiares de las
víctimas.
En un grandioso acto de fe, el
Museo de los Bomberos en la ciudad de Matanzas, también conocida como la Atenas
de Cuba o Ciudad de los Puentes, evocó este 19 de agosto la memoria de las
víctimas del terrible suceso. La isla toda volvió a llorar con nuestras
lágrimas.
No existen héroes sin sacrificio,
como no existiría nuestra querida tierra sin seres dispuestos a entregar sus
vidas por ella.
Vencimos a los demonios que
acechaban detrás de la tormenta.
Cada batalla, por pequeña que
parezca, puede ser decisiva en el tiempo. Nos toca seguir arrimando hombros y
tratar de ser mejores en lo que debamos hacer.
Se lo debemos a los que
enfrentaron las llamas terribles del demonio en la base de supertanqueros de
Matanzas, a los que sobrevivieron y se reencontraron con sus seres queridos, y
a los más jóvenes, como una lección del espíritu y del corazón.
¡Qué el dolor compartido de la ciudad de Matanzas sea mucho más que el gesto solidario de un día, un ramo de flores o unas lágrimas momentáneas! Cuba lo necesita. (Abel Rosales Ginarte. Foto: Prensa Latina)