1. Porque mi familia no es nuclear, no es clásica. Conduzco una familia monoparental que, sin embargo, es exitosa y feliz; y el nuevo Código de las Familias la reconoce tan valedera como cualquier otra de las que existen y ampara.
2. Porque esta ley reconoce el parentesco por afinidad, y así Amalia y Abel podrán entender mejor por qué tienen dos abuelos paternos, y no solo uno, y que ambos gozan de los mismos deberes y derechos. Y porque crecerán sin los estigmas de la madrastra mala y el padrastro distante.
3. Porque el matrimonio dejará de ser un privilegio de los hete-rosexuales, y esas parejas que conozco y admiro, y que han decidido construir una vida en común, podrán tener las ventajas legales que derivan de ese estatus; y también disfrutar de todo lo simbólico que implica.
4. Porque términos como «responsabilidad parental» y «autonomía progresiva» tienen más que ver con la forma de crianza que he adoptado por voluntad propia, que el obsoleto «patria potestad»; me parece esencial que un cuerpo legal nos recuerde que debemos escuchar a la niñez, respetarla, y ejercer la autoridad desde una posición ajena a la violencia, afín al diálogo, transida por el amor siempre; y que es imprescindible ade-cuar la vida familiar y las rutinas a las capacidades y habilidades que nuestras hijas e hijos vayan adquiriendo.
5. Porque esas amigas mías que veo batallar a diario, a través de la infertilidad, podrán tener a la mano una opción tan valiosa como que su bebé sea gestado en el vientre de alguien cercano, o que les sea mucho más fácil adoptar.
6. Porque comparto con el padre de mi hija y de mi hijo su guarda y cuidado; una manera de afrontar la crianza tras la separación, que no es usual en Cuba ni es la opción prefe-rente que establece la ley. Con este Código, la custodia compartida pasaría a ser una posibilidad más que puede pactarse; una que nos funciona, que hace a nuestros hijos muy felices.
7. Porque quiero que, llegado el momento, tanto mis padres como yo tengamos una vejez digna, que podamos escoger dónde vivir, con quién y cómo, que nadie nos pueda privar de nuestros bienes mediante el engaño, que haya obligación de darnos alimento y sostén.
8. Porque he visto con mis propios ojos lo duras y solita-rias que son las labores de cuidado, y coincido en que hacen falta redes de apoyo más sólidas a nivel familiar y social, que el cuidador o la cuidadora sean tan atendidos como la persona para cuidar.
9. Porque deseo que mis peques crezcan en un país donde no se naturalice la violencia machista dentro de la pareja, donde no se considere como inferiores a las personas con alguna disca-pacidad, donde asumir la verdadera orientación sexual o identidad de género no implique renunciar a derecho alguno, donde la diversidad familiar sea descrita, reconocida y aceptada. Y aunque una ley por sí sola no lo logrará, indiscutiblemente contribuirá al cambio.
10. Y porque después de leer el Código en varias ocasiones, y sentir retratada muchas veces la que es o podría ser mi realidad, no he encontrado ni una sola línea que lacere mi dignidad, que vulnere mis derechos, los de mi prole o de mi familia. (Tomado de Granma)