En nuestra Habana letrada, existen interesantes coincidencias históricas, como ocurre con los casos de los poetas Julián del Casal, nacido el 7 de noviembre de 1863, y Emilio Ballagas, en la misma fecha, pero en 1908.
Dulce María Loynaz, poetisa a quien
siempre doy mi voto como la mejor que ha nacido en Cuba y una de las gigantas
de nuestra lengua, amó profundamente a Casal y distinguió muchísimo a Ballagas,
a quien ella consideraba el mejor bardo de su generación.
Casal paladeó en vida el
fruto amargo de la incomprensión, pero es hoy reconocido como uno de los más
importantes iniciadores del movimiento modernista en Hispanoamérica, junto a
Martí y Darío.
Un poco a
contracorriente, la memoria de Casal ha
sido defendida con denuedo por quienes le rendimos culto, así que desde hace
unos años se ha escrito mucho sobre él, pese a que es más, en mi opinión, lo
que de su vida se mantiene aún en la sombra y el secreto que siempre lo rodeó.
De Ballagas, que gozó de gran prestigio durante su vida, sabemos aún menos.
Nacido en Camagüey el 7
de noviembre de 1908, fue poeta, periodista y ensayista de reconocido prestigio
en el ámbito literario del siglo XX. Se
le considera uno de los precursores y más excelentes cultivadores del
Neorromanticismo y de la poesía negrista en Cuba. Se graduó de doctor en
Pedagogía por la Universidad de La Habana y durante años ocupó la cátedra de
Literatura y Gramática en la Escuela Normal para Maestros de Santa Clara.
Para nadie es un secreto
que muy pocos artistas, escritores y poetas han logrado a través de la Historia
vivir solo de su inspiración, y han tenido que desempeñar los más diversos
oficios y profesiones. Ballagas no lo pasó tan mal, comparado con otros, como
César Vallejo, muerto de tisis, hambre y soledad en el frío exilio de París, adonde
también viajó el camagüeyano, comisionado por la Secretaría de Educación, para
investigar sobre manuscritos de autores latinoamericanos conservados en la
Biblioteca Nacional de la Ciudad-Luz.
Muy joven, el poeta fue ya una de las
revelaciones de la importante Revista de Avance. Colaboró con el Ateneo de La
Habana, donde pronunció una conferencia de gran impacto titulada Los poetas de ayer vistos por los poetas de
hoy, y ofreció otras dos en la Asociación Cultural de Católicas: Ulises
de regreso y Castillo interior de la poesía.
La primera mitad del siglo XX cubano fue
pródiga en publicaciones culturales (algunas efímeras por falta de recursos).
Ballagas colaboró en la revista Clavileño,
donde coincidió con Cintio Vitier, Fina García Marruz, Eliseo Diego y Gastón
Baquero, figuras muy destacadas de la generación de Orígenes.
Ballagas, de fe
católica, también dirigió en 1943 la revista Fray Junípero. Cuadernos de la vida espiritual.
En 1946, obtuvo el
título de doctor en Filosofía y Letras de la Universidad de La Habana.
El Instituto para la
Educación de Ciegos, de Nueva York, le otorgó una beca. En la fría ciudad del norte,
Ballagas aprendió el sistema Braille y se relacionó con algunos poetas
estadounidenses.
Durante aquellos años, dictó conferencias en los cursos libres de
la Universidad de Columbia y en La Casa Hispánica de Nueva York. El Colegio
Nacional de Periodistas lo acreditó con el certificado de Aptitud Periodística
Profesional.
Contrariamente a lo que
sostienen algunos poetas —demasiado jóvenes para saber de qué hablan—, la
poesía necesita de la cultura, es más, de la alta cultura, como del aire la
vida.
Ballagas fue un cubano
ilustrado, y quien revise con atención toda su obra encontrará que escribió
hasta sobre ballet, incluso acerca de Serge Lyfar, una de las figuras más
sobresalientes de la compañía de los Ballets Rusos que hizo furor en Europa en
la primera mitad del siglo pasado.
Y Ballagas también parece haber conocido
bien a los poetas clásicos franceses del siglo XVI, como Pierre Ronsard. La
necesidad de la cultura para la poesía aplica también para el periodismo: un
periodista sin cultura nunca será más que un mero informador de sucesos.
Emilio Ballagas, ubicado
por la crítica dentro de los movimientos culturales vanguardistas de su época,
vivió una vida intensa dedicada por entero a la enseñanza y la poesía, pero una
vida breve, pues murió La Habana el 11 de septiembre de 1954, a la edad de 46
años, y esta corta existencia es otra coincidencia que lo acerca a Casal, quien
murió apenas cumplidos 30 años.
Ballagas dejó una obra
numerosa que abarca prosa y poesía. He aquí algunos ejemplos:
ELEGÍA DE MARÍA BELÉN CHACÓN
María Belén, María Belén, María Belén,
María Belén Chacón, María Belén Chacón,
con tus nalgas en vaivén,
de Camagüey a Santiago, de Santiago a Camagüey…»
[…] ¿Qué ladrido te mordió el vértice del pulmón?
María Belén Chacón, María Belén Chacón…
¿Qué ladrido te mordió el vértice del pulmón?»
[…] Ni fue ladrido ni uña,
ni fue uña ni fue daño.
¡La plancha de madrugada fue quien te quemó el pulmón!
María Belén Chacón, María Belén Chacón […]
Y luego, por la mañana, con la ropa en la canasta,
se llevaron tu sandunga, tu sandunga y tu pulmón…»
¡Que no baile nadie ahora!
¡Que no le arranque más pulgas el negro Andrés a su tres!
Y los chinos que arman tánganas adentro de las maracas,
hagan un poco de paz.
Besar la cruz de las claves.
(Líbranos de todo mal, Virgen de la Caridá.)»
O esta otra muestra de lirismo neorromántico:
Cielo en rehenes
Te miro sin dejar de contemplarte
Copo de sol, espuma conjurada
Y abro mi corazón de parte a parte
Para ofrecerte jubilosa entrada.Comprendo que del caos fuera arrancada
La esbelta luz; ignoro por qué arte
Puedo en un solo pétalo labrarte
Con dedos leves el primor de un hada.De nuevo el manantial de la belleza
Echa a correr con sosegado porte
Contando perla a perla su pureza.Cielo en rehenes, majestad sin corte;
Donde en alto fulgure tu cabeza
Allí está el girasol, allí su norte.
Como su producción no es
muy conocida en la actualidad, me ha parecido conveniente obtenerla en
Wikipedia para ofrecerla a los lectores:
Poesía
- Júbilo y Fuga, pról. Juan Marinello, 2.ª ed., Ed. Héroe, La Habana, 1931.
- Cuaderno de poesía negra, Santa Clara, 1934.
- Elegía sin nombre, La Habana, 1936.
- Nocturno y elegía, La Habana, 1938.
- Sabor eterno, Ed. Héroe, La Habana, 1939.
- Décimas por el júbilo martiano en el Centenario
del Apóstol José Martí, La
Habana, 1953.
- Obra poética de Emilio Ballagas, Ed. póstuma con un ensayo preliminar de Cintio
Vitier, La Habana, 1955.
Prosa
- «Los movimientos literarios de vanguardia»,
en Cuadernos de la Universidad del Aire, 2.º curso, no. 24, La
Habana, 1933.
- «Pasión y muerte del futurismo», en Revista
Cubana, vol. 1, no. 1, pp. 91-111, La Habana, enero de 1935.
- «La poesía en mí», en Revista Cubana,
vol. IX, no. 26, pp. 158-161, La Habana, agosto de 1937.
- «Poesía negra liberada», en Revista de
México, no. 18, México, 1937.
- «Sergio Lifar, el hombre del espacio», en Lyceum,
vol. III, no. 9-10, pp. 13-28, La Habana, marzo-junio 1938.
- «Poesía negra española», en Carteles,
año 22, n.º 9, p. 30, La Habana, 2 de marzo de 1941.
- La herencia viva de Tagore, Ediciones Clavileño, La Habana, 1942.
- «Situación de la poesía afroamericana», en Revista
Cubana, vol. XXI, pp. 5-60, La Habana, enero-diciembre 1946.
- «La poesía nueva», en Cuadernos de la
Universidad del Aire, pp. 51-61, La Habana, septiembre de 1949.
- «Ronsard, ni más ni menos», en Lyceum,
vol. VII, N.º 28, pp. 5-22, La Habana, noviembre de 1951.
- «Nota sobre Regino Pedroso», en Revista
Cubana, pp. 83-85, vol. XXXI, n.º 1, La Habana,
enero-marzo de 1957.
No olvidemos nunca los cubanos que al 7 de noviembre tenemos que agradecer la llegada a este mundo de dos de nuestros más grandes poetas de nuestra historia nacional. (Gina Picart)