Gerardo Hernández Nordelo, leo en la pantalla de mi móvil, y corro a responder. Por estos días, el héroe prácticamente vive en Pinar del Río, tocando con las manos a los afectados y llevando donaciones adónde más falta hacen.
El tiempo no le alcanza. Y no acostumbra a llamar, si no hay algo importante que decir; así que atiendo la llamada y escucho:
“Estoy en Playuelas –me dice–. En Viñales, cerca de Puerto Esperanza. Vinimos a traer donaciones y no vas a creer lo que pasó, mi hermana. Pensé ponerlo en mi muro en Facebook, pero no es lo mismo si se publica en algún medio ¿Tienes tiempo para oír?”.
Tengo. Y quiero. Es él quien apenas puede contar. La voz se le quiebra al hablar de un niño que estaba casualmente cerca, cuando él leyó la palabra “juguetes”, en una de las cajas que le tocó bajar del camión.
Foto: Gerardo Hernández Nordelo. |
Gerardo, que jamás abre los donativos, desarmó aquel de inmediato. Y lo primero que vieron sus ojos, y los del niño, fue un pequeño camión de volteo con un papel encima, que decía: “LEE”.
Y ahí fue donde se le quebró la voz al héroe. La cartica, breve y sencilla como la de cualquier niño bueno que haya leído a Martí, traía, además de un mensaje de amistad, un número de teléfono para que pudieran comunicarse personalmente.
Fabio, que así se llama el niño de Playuela, habló con Pável David, un niño de La Habana, que le mandó sus juguetes.
Pero esa parte de la historia, no hace falta que la cuente. Está en las fotos y en un pequeño video que les tomaron a los nuevos amigos, mientras hablaban por el teléfono del Héroe.
Foto: Gerardo Hernández Nordelo. |
Foto: Gerardo Hernández Nordelo. |
Foto: Gerardo Hernández Nordelo. |
(Tomado de Cubadebate)