El voto y las elecciones para José Martí (+ audio y video)

El ejercicio del voto para elegir a los gobernantes suele considerarse como un símbolo de la modernidad y la democracia que ampliaba la participación política, a pesar de que, desde la antigüedad, diversos pueblos y culturas apelaron a ese procedimiento.

Los gobiernos monárquicos generalmente no se ocuparon de establecer el voto para decidir quién asumía el mando. Durante la época histórica de Martí, los sistemas electorales pugnaban aún por abrirrse paso en buena parte del mundo. Las viejas aristocracias y las nuevas burguesías solían establecer limitaciones para impedir el acceso a las urnas a amplias mayorías.

En la Cuba colonial, fue muy restringida la consulta para incorporar representantes en las Cortes. Desde 1837 hasta después del Pacto del Zanjón a la Isla, no se le permitió tener representantes propios en ese órgano legislativo español. Cuando se aprobó incorporar la colonia a las elecciones, mucho menos del 10 por ciento de los pobladores tuvo derecho al voto.

El joven Martí vivió procesos electorales, sobre todo en México y en Estados Unidos. Las del segundo país fueron seguidas sistemáticamente por él en sus Escenas norteamericanas”, y aunque los posibles votantes estaban allí menos restringidos en número, la corrupción mediante la compra de votos fue denunciada en sus escritos una y otra vez. Pero la práctica electoral fue defendida por el Maestro, quien la aplicó entre los patriotas cubanos.

Desde sus años en México, Martí comprendió que, no por realizar elecciones, los Estados organizados como repúblicas ofrecían siempre un sistema político aceptable.

En el hermano país Martí defendió, desde su arribo en 1875, una relación limpia y respetuosa entre los rivales cuando escribió así:

“El período de elecciones debe ser en todas partes entusiasta y activo; pero tanto como es fructífero el entusiasmo de la honradez y la razón, hiere con heridas que no se perdonan, la exaltación que ofende e injuria.”

En consecuencia, objetó posteriormente la insurrección del general Porfirio Díaz, que desconoció los resultados electorales y desalojó del Gobierno a su oponente.

A pesar de que la vida política de las nuevas repúblicas a menudo estaba caracterizada por elecciones amañadas y por restringir el voto a minorías, Martí implantó la votación anual en todas las estructuras del Partido Revolucionario Cubano: en los clubes, en los Cuerpos de Consejo de cada localidad, y también respecto al delegado y al tesorero, las dos figuras directivas de la organización.

Recién fundado el Partido, en una carta de mayo de 1892, Martí explicó a los presidentes de los Cuerpos de Consejo la importancia del voto, entonces y para el futuro republicano, con estas palabras: 

"El voto de un pueblo entero, de todas la entidades constantes y visibles del pueblo cubano que puede emitir francamente su voz, es honra tal, que unge a quien lo recibe, limpia su corazón de las pasiones que lo pudieran perturbar, y agiganta, como por dispensación divina las fuerzas juradas, por sobre todas las obligaciones de la tierra, a la primera y fundamental de levantar al hombre casa segura y decorosa en el suelo de la patria.”

El Delegado, el Maestro, el Apóstol daba así a sus seguidores una lección de sabiduría política, de deber ciudadano, de patriotismo pleno y creador, de elementos imprescindibles para la gran tarea de echar adelante la que el llamó “guerra necesaria”, fundar una república nueva y de justicia e impulsar la acción unida de Nuestra América y contribuir al equilibrio del mundo. (Pedro Pablo Rodríguez. Habana Radio)

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