Memorias del triunfo real de un gran sueño mambí

Hace 64 años, hubo un 1º de enero gigantesco para el pueblo de Cuba. Para quienes lo vivimos “en vivo y en directo”, en alguna y cualquier parte de la geografía cubana, de nuestro archipiélago —asumiendo el protagonismo subjetivo que nos correspondió, según nuestra posición en relación con la Historia— la memoria hace renacer cada inicio de año las indescriptibles emociones de aquel momento, en nada remoto por su desmesurada intensidad.

Recuerdo la oscura y triste noche del 31 de diciembre: sin fiesta que celebrar, un día después de mi cumpleaños 18. Mientras mi madre y hermana dormían en la única habitación de nuestra modesta accesoria, yo, sentada frente a mi padre, sostenía con él una conversación angustiosa, en voz baja, acerca de la situación de inseguridad y violencia que nos rodeaba en el país, y las incertidumbres de la lucha contra la tiranía batistiana que se libraba en esos mismos instantes. Estas últimas, aún parecían sin respuesta, a corto plazo.

Durante una noche más —ignorantes de que sería la última—, escuchábamos las sirenas de las perseguidoras que asediaban y atemorizaban a nuestro humilde barrio habanero de Pueblo Nuevo. Así las cosas, bien tarde, nos fuimos a dormir.

La mañana siguiente: muy temprano, nos sorprendió el alboroto de la calle (Jesús Peregrino), casi siempre silenciosa a aquella hora. Mi padre puso Radio Reloj y oímos la noticia menos esperada, fue una enorme y feliz sorpresa de Año Nuevo: Batista había huído, la insurreccción había triunfado. Ahora mismo ¡comenzaba la Revolución! El sol brillaba más que nunca y yo saltaba sin parar frente al radio, aplaudía y me reía, también sin parar, de tanta felicidad. No hice otra cosa en ese instante único que jamás he olvidado...

Después, pensé acercarme al Instituto no. 1 de La Habana, donde había matriculado el cuarto año de bachillerato, pero sabía que estaba cerrado. En la radio informaban que el país estaba en “huelga general revolucionaria”, que los rebeldes ya habían tomado todas las estaciones de policía y las instituciones oficiales. Entonces, decidí permanecer todo ese día en el cuarto, junto a mi familia, escuchando ansiosamente las noticias de Radio Reloj.  

LAS MEMORIAS DE FIDEL

He leído en más de una ocasión, la síntética y a la vez sustanciosa descripción del 1º de enero de 1959, que casi medio siglo después (2006, 1ª ed. cubana), Fidel le hizo al periodista español-francés Ignacio Ramonet, en sus largas conversaciones publicadas en Cien horas con Fidel. (1) Siento dentro de mí su voz sosegada y reflexiva cuando, ante todo, define el significado histórico preciso que tuvo para él ese día: cerró el ciclo de la lucha insurrecccional.

 ¿Qué hicimos el 1º de enero de 1959? Cinco años, cinco meses y cinco días despues del 26 de julio de 1953 —números exactos— es el tiempo que pasó desde el ataque al Moncada, incluidos casi dos años de prisión, casi dos años en el exterior preparando el regreso armado, y otros dos años y un mes en la guerra.

A continuación, el líder militar y político relata cómo llegó a él la noticia y la serie de acciones que desplegó de inmediato, con un profundo y amplio sentido del momento histórico, para garantizar el poder revolucionario alcanzado con las armas en la mano:

Cuando el día 1º de enero nos enteramos por radio que Batista había escapado y que se estaba instrumentando un golpe de Estado en la capital, nos dirigimos rapidamente hacia donde estaba en ese momento la emisora de Radio Rebelde, en la ciudad de Palma Soriano. Dimos instrucciones a nuestras tropas. “No deben detenerse un minuto, no aceptar alto al fuego”.  A todas las columnas: orden de seguir avanzando y combatiendo. Y a los trabajadores y a todo el pueblo, un llamado a la huelga general revolucionaria.   

En los dos párrafos siguientes realiza breves comentarios acerca de la reacción popular de apoyo total, arrollador, en particular de los trabajadores, a su orden y cómo ello facilitó la dirección del fin de las acciones armadas.

De forma unánime los trabajadores decidieron la huelga y hasta los de las emisoras de radio y de televisión pusieron sus plantas en sintonía con nuestra estación de onda corta, Radio Rebelde, de un solo kilowatt. Podía así hablar en cadena a través de toda la radio del país y la incipiente televisión. Podíamos por esa vía dar instrucciones a todas las fuerzas. Así lo hice con todos nuestros combatientes y toda la nación. 

De otro lado, interactúa con el mando del resto del Ejército contrario que permanecía en Santiago de Cuba. Conocía ya la traición del general Eulogio Cantillo —jefe de las tropas de la provincia de Oriente— en relación con el acuerdo previo (del 28 de diciembre de 1958) que existía entre ambos, antes de partir Cantillo para La Habana. Sobre el contenido del mentado acuerdo Fidel relata su conversación con aquel jefe militar:

“Bueno, vaya [a La Habana] si usted ha decidido ir, pero, primero: no queremos golpe de Estado en la capital”. […] Segundo: “No queremos que ayude a escapar a Batista”. Tercero: “No queremos contacto con la Embajada de Estados Unidos”. Estas fueron las tres condiciones fundamentales, bien precisas. El general las acepta y parte hacia La Habana. (Ramonet, 2018, p.209)

Sabemos que Cantillo, subvalorando el pacto realizado con Fidel, hizo todo lo contrario a lo establecido en los tres puntos: ayudó y acompañó a Batista para que escapara del país el 31 de diciembre de 1958, fraguó el golpe de Estado e hizo contacto con la Embajada de los Estados Unidos de América. 

De manera que, Fidel no tenía compromiso alguno para tratar con la parte del ejército batistiano que permanecía en Santiago de Cuba y los oficiales que lo mandaban. Por radio, orienta al pueblo santiaguero a que paralice la ciudad, y a la guarnición y oficiales les anuncia que a las 6:00 de la tarde deben haber depuesto las armas, o las fuerzas rebeldes avanzarán sobre sus posiciones.

En otra alocución por radio afirma Fidel: “La historia del 95 [1895] no se repetirá. Esta vez los mambises entrarán en Santiago de Cuba”. (2)

Se reunió con todos, al anochecer del día 1º, en la Loma del Escandel, exclama en su relato: “¡Trescientos oficiales de las tropas que defendían a Santiago de Cuba!” (la segunda capital del país), y les explicó la traición de Cantillo, además, la situación creada por el jefe ausente. Se acordó la rendición de la ciudad. Fidel nombró como nuevo jefe de la guarnición y del ejército, al coronel José M. Rego. Todos lo apoyaron, y de este modo se sometieron también al mando de Fidel.

En cuanto a las órdenes a los comandantes del Ejército Rebelde, Camilo Cienfuegos y Ernesto Guevara (Che), Fidel comenta que, “Ese mismo día, 1º de enero, en menos de ocho horas, cumpliendo las órdenes recibidas por Radio Rebelde, nuestras fuerzas habían puesto fin a toda resistencia”. (Ramonet, 2018, p.212)

Más adelante, recuerda Fidel: […] les comunico a Camilo y al Che la instrucción pertinente:”Avancen hacia La Habana”. Le digo a Camilo: “Dirígete a Columbia”, y al Che: “Dirígete a La Cabaña”. Ellos estaban todavía terminando de ocupar sus objetivos. Pero, claro, al desplomarse la tiranía y en plena vigencia de la huelga general, Che y Camilo necesitaron solo un día prácticamente para rendir el resto de las fuerzas, organizarse y salir”.  Continúa:

Creo que salieron rápidamente por la noche o al otro día [2 de enero de 1959]. En ese momento les comunico: "Avancen a toda velocidad por la Carretera Central". El estado moral de aquella gente de Batista era pésimo. El Che y Camilo organizaron dos columnas y avanzaron hasta la capital. Nadie les hizo resistencia alguna, no tuvieron que disparar un tiro, ya nuestra gente en la capital había ocupado casi todo, demoralización total del adversario, el país entero paralizado, sublevadas las ciudades, en todas partes el pueblo imponiendo su poder. (Ramonet, 2018, p. 214)     

El primer discurso del jefe del victorioso del Ejército Rebelde, ocurrió en la noche del 1º de enero de 1959, desde el balcón del edificio del Gobierno Provincial, frente al Parque Céspedes y a la monumental Catedral de Santiago de Cuba. (3) Encuentro en ese pronunciamiendo otra definición de este día, dice Fidel:

La Revolución empieza ahora, la Revolución no será una tarea fácil, la Revolución será una empresa dura y llena de peligros […] La Revolución no se podrá hacer en un día, pero tengan la seguridad de que la Revolución la hacemos, tengan la seguridad de que por primera vez, de verdad, la República será enteramente libre y el pueblo tendrá lo que merece […] por primera vez seremos enteramente libres y la obra de los mambises se cumplirá. (Castro, Fidel: “Discurso en Santiago de Cuba”, 1ro. de Enero de 1959)

Y previó la verdad de lo acontecido a lo largo de estos sesenta y un años. El sueño mambí se hizo carne y verbo en Fidel. Defenderlo y crear sin descanso el presente y futuro del país libre y soberano abarcó las dos terceras partes de su vida. Varias generaciones de cubanas y cubanos, igualmente, nos dedicamos a tal empeño. Siempre agradeceremos a Fidel la fundación de la Patria socialista donde vivimos y tienen sustento nuestros propios sueños de prosperidad, cultura y libertad. Avanzar en la misma dirección, obtener un perfeccionamiento constante del socialismo cubano, constituye nuestra aspiración mayor, en este Nuevo Año que hoy se inicia.

NOTAS:

  1. Ignacio Ramonet: Cien horas con Fidel Conversaciones con Ignacio Ramonet (Editorial de Ciencias Sociales, Oficina del Consejo de Estado, La Habana, 2018, Cuarta Edición, pp. 212-213)
  2. Fidel Castro: “Instrucciones a Santiago de Cuba” leídas por Radio Rebelde el 1º de enero de 1959, Fondo de Fidel Castro Ruz, OAH (Oriente Archivo Histórico). Citado en: Torres-Cuevas, Eduardo y Loyola Vega, Oscar; Historia de Cuba 1899-1958, Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 2001.  
  3. Eduardo Torres-Cuevas y Oscar Loyola Vega: Historia de Cuba 1899-1958, Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 2001. 
(Lohania Aruca Alonso, Cubarte)

Publicar un comentario

Gracias por participar

Artículo Anterior Artículo Siguiente