Cuba cedió dos carreras por 14 frente a Estados Unidos en la primera semifinal del V Clásico Mundial de Béisbol, en un repleto LoanDepot Park, de Miami.
No obstante, la escuadra antillana aseguró su segunda mejor actuación histórica en estas lides, con un cuarto lugar excelente y disfrutado por miles de cubanos en todo el mundo.
Aunque la tropa caribeña abrió la pizarra con tres infield hit y un boleto al capitán Alfredo Despaigne, la artillería local no se hizo esperar y ripostaron con dos en ese mismo capítulo por jonrón de Paul Goldschmidt.
Luego, los norteños aumentaron la ventaja a fuerza de batazos en cada entrada, con una en el segundo por vuelacerca de Trea Turner, y dos más en el tercero, cuarto y quinto. En el sexto, un racimo de cuatro anotaciones, con el segundo cuadrangular de Turner, sentenció el desafío.
La diferencia, sin duda, la marcó esta vez el pitcheo, que no se presentó con la misma efectividad de todo el torneo: tras el abridor Roenis Elías, desfilaron por el box Miguel Romero, Carlos Juan Viera, Ronald Bolaños, Elián Leyva, Frank Abel Álvarez y José Ramón Rodríguez, quienes no pudieron controlar a un equipo en el que figuraban, entre otros, Mookie Betts, Mike Trout, Nolan Arenado.
Esta última imagen no empaña lo realizado hasta aquí. Haber regresado a la élite del mejor torneo beisbolero merece reverencia, aplausos y felicitación.
Por eso, en la mañana de este lunes el equipo será recibido por el pueblo de La Habana, con un recorrido por varias arterias de la capital hasta finalizar en el Coliseo de la Ciudad Deportiva.
Ese lunes, a las 19:00 (hora local), se jugará la otra semifinal del Clásico, con el partido entre Japón y México, desafío del cual saldrá el rival de Estados Unidos.
La selección cubana ya había ganado cuando llegó al juego frente a EE. UU.
Cuba ganó. ¡Vaya victoria la que ha tenido en este V Clásico Mundial! La pelota, sangre que corre en las venas de esta Isla, hizo temblar la tierra aquí.
Y sonó duro el temblor. Todavía no se sabe si fue trueno de tormenta, como solo truena en el Caribe; o si tambor de conga santiaguera, acompasada y arrolladora, explosiva y alegre…, viril. Lo que sí se sabe es qué cosa sonó, y fue ese orgullo cubano de sabernos grandes, campeones, corajudos...
Hay que ser isla para saber bien lo que es eso. Y no solo isla geográfica, manchón de tierra en el mar, sino isla en todas las cosas que, por rebeldes y obstinados, nos enseñaron a dar bronca contra muchas y diversas tormentas a la vez.
Cuba echó ayer una pelea gorda en el estadio LoanDepot Park, de Miami. Lo sabía antes de salir al ruedo, como a un Coliseo romano, y salió a jugar al duro.
¿La primera victoria?: fue una familia. Así nos hizo sentir desde Maisí a San Antonio. En el torneo hubo un abrazo por cada jit, por cada fildeo, por cada carrera, por cada swing. También hubo suspiros, palmas, lamentos de "¡ay, por poquito!", pero el sabor, nadie lo dude, fue todo el tiempo un sabor de campeón.
Cuba ya había ganado cuando llegó al juego de ayer. Las letras del Team Asere se hicieron cuatro mayúsculas en el pecho de cada pelotero. La isla grande volvió a la cumbre de la pelota en el mundo. Es, otra vez, con sus cuatro letras grandes, uno entre los cuatro grandes, y eso no tiene retorno.
Con el Clásico, la nación vibró de orgullo y, aún vibrando, recibe y abraza, hoy, a sus muchachos campeones. Con ellos, la historia del beisbol nuestro, dicen muchos, comenzó a reescribirse con la tinta de un pasado de glorias; pero el presente, el de este Clásico Mundial, ya lo escribieron. (Redacción digital. Con información de Trabajadores y Granma)
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