Son poco más de las 10:00 (hora local), y estamos en El Palmar, un barrio del municipio habanero Marianao. A escasos metros del estadio de la localidad, recientemente remozado, se levantan edificios de cinco pisos.
En algunos, hay apartamentos que pertenecieron por más de una década a la Empresa Industrial para la Informática, las Comunicaciones y la Electrónica (Gedeme). Dispuestos a modo de albergues, fueron la “solución temporal” al viejo problema de la vivienda. Ahí se formaron familias que compartían espacios comunes, como el baño y la cocina.
Hoy se trabaja para que esas casas obtengan la categoría de “habitable” y se conviertan oficialmente en propiedades de quienes de quienes allí viven.
En esta jornada, se inaugura la primera de ellas, tras varios meses de labores constructivas.
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Para Yuleidys Vera Hevia –a quienes todos llaman Yuyú– tener su propia casa era un viejo sueño.
“Yo nunca supe lo que era tener lo mío. Ahora le digo a mi hija que ya sé que mañana puede pasar cualquier cosa y tengo la tranquilidad de que tiene donde estar, sin el susto de que la boten de los lugares por estar agregada. Para mí, eso no tiene nombre”, dice a los compañeros de trabajo que aquí celebran, también, un procedimiento nunca antes realizado en la empresa.
Y continúa: “Estamos muy agradecidos, porque llevamos muchos años viviendo aquí. Nosotros habíamos hecho algunas cosas, pero era muy difícil. El dinero no alcanzaba. Nos cogió el tiempo de la covid… construíamos o comíamos. Era muy complicado.
“Recuerdo el día que hablaron de la posibilidad en una reunión y pensé ‘tal vez no nos toca a nosotros’. Cuando estuvo confirmado, no me lo podía creer. Yo no tengo cómo agradecer este apartamento, porque, además, no fue que le hicieron solo algunas cosas para el habitable y ya. No. Quedó todo muy bonito”.
Yuyú llegó en 2004 a Gedeme y poco tiempo después le dieron para vivir este espacio que comparte con dos niñas y Yoel Salazar Calero, su esposo. Ambos han asumido distintos puestos en la empresa durante años, superándose, ganando en responsabilidades. Hoy, él también está emocionado.
“Doy las gracias a todo el que ha tenido que ver con esto, pues he logrado lo que yo pensaba que para mí era imposible. Me pareció verdaderamente una eternidad, porque, como dicen por ahí, el que no viva dentro de una construcción no sabe lo que es la vida”, comenta y ríe.
Ahora recuerdan “el antes”, que ha quedado en las fotos guardadas en una carpeta del celular: las paredes de cartón, el baño colectivo, el espacio distribuido de modo distinto… Después, los cambios desde el día en que llegaron los obreros y comenzaron a llenar la sala de arena y bloques.
Fue el 20 de junio del 2022. Tuvieron que aprender a convivir con el polvo, que cubría lo mismo espacio abierto que rincones. Estaba dondequiera. La prioridad era mantener, al menos, las camas limpias a la hora de dormir. El resto, aunque estresante, lo fueron sobrellevando. Después de todo, el sacrificio les ha devuelto la alegría.
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En mayo de 2022, la Gaceta Oficial publicó normas jurídicas inherentes al paquete de 15 medidas aprobadas para transformar y fortalecer la empresa estatal socialista.
Entre las facilidades aprobadas está flexibilizar la distribución de las utilidades retenidas después de impuestos. De ahí partieron los directivos de Gedeme para ampliar el alcance de sus proyectos de responsabilidad social, esta vez en beneficio de los trabajadores de la empresa.
Según René Cano Díaz, director de Gedeme, una vez que pudieron acceder a las reservas de las utilidades, estaban convencidos de que lo primero era dedicarlas a la reparación de viviendas, dando prioridad a las del albergue de El Palmar. Aquí no solo son beneficiados Yuyú y Yoel; también otras dos familias. Y se prevé que tres más dentro de cuatro meses.
“Dedicamos poco más de cuatro millones de las reservas voluntarias de las utilidades para la mejora y reconstrucción de viviendas. Este año debemos terminar la mitad de lo que conforma el área de este albergue y, además, por cada unidad empresarial de base (UEB) y por cada oficina central de logística seleccionaremos a tres trabajadores, a quienes les haremos alguna acción constructiva que necesiten.
“Asimismo, a los cuadros dirigentes los apoyaremos en la medida en que lo permita nuestra reserva, ya sea con pintura, la construcción de una cocina, un baño, muebles sanitarios o cualquier situación urgente que tengan. Serían, entonces, más de 12 trabajadores beneficiados”, explica.
Diana Rosa Laffita Vega, directora de Negocios y Gestión de la Producción de la empresa, comenta que este proceso responde de alguna manera al Programa Nacional de Vivienda y al de Transformación de los Barrios.
Además, “Gedeme tiene como premisa atender a sus trabajadores en los problemas más acuciantes. Tener un trabajador satisfecho contribuye a que sea más productivo”.
Ella ha sido la responsable del desarrollo de esta obra y apreció que ha sido positiva para todos, no solo para quienes ahora disfrutan la tranquilidad de un nuevo hogar. “Un proceso inversionista siempre trae muchos tropiezos y aprendizajes, pero, a pesar de los problemas, emociona la satisfacción final del trabajador”.
Al resumir su experiencia, relata que “este era un problema de más de 20 años. Personas que tenían asignado un cuarto, que formaron familias aquí y vivían con la incertidumbre de no poder tener una vivienda digna.
“La principal tarea era dar el ‘habitable’. Hubiese bastado con hacer divisiones, un baño y una cocina, pero decidimos que eso no era ciento por ciento gratificante; teníamos que hacer un apartamento a la altura de lo que merecían los trabajadores, con todo el rigor.
“Salieron apartamentos con tres cuartos, una cocina enchapada en mármol y un baño completamente azulejado. Las puertas y ventanas fueron construidas por la propia empresa. También se pusieron recursos de la entidad en la obra, no solo materiales, sino también humanos.
“De reservas voluntarias de las utilidades del 2021, en 2022 fueron aprobados 800 000 pesos para esta tarea, pero ese monto no fue suficiente para lo que queríamos hacer. Además, los precios posteriores a la etapa de la pandemia a nivel de cooperativas y pymes constructivas no permitieron que nos quedáramos en ese marco.
“Concluimos el 2022 con 1.3 millones de pesos en obras de mantenimiento aquí y finalmente han sido 4.2 millones. Para la otra parte se prevén casi ocho millones, debido también a la inflación”.
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Una cinta con un lazo azul es cortada a la entrada de la casa de Yuyú y Yoel, como se estila en las grandes inauguraciones.
Diana Rosa dice unas palabras ante quienes llenan el espacio de la escalera que conduce al último piso. Habla de los esfuerzos y de lo logrado. Todos sonríen.
Luego, el alboroto, el desenfado de la celebración, una suerte de fiesta en la que no falta el debate en torno a la economía y la empresa estatal socialista. Hablan de hacer y trabajar más. Ahora le están viendo el rostro a sus resultados.