El picheo de Industriales, después de finalizados los primeros 40 desafíos de la fase clasificatoria de la presente Serie Nacional de Béisbol, se pudiera valorar de muy positivo, si no fuera por el impacto que sigue teniendo su enemigo número uno: el descontrol.
Los entrenadores han trabajado duro para mejorar ese aspecto, pero lo
cierto es que hace varias temporadas que este problema viene azotando a los
lanzadores e incidiendo en los resultados finales de los partidos.
Lo más llamativo es que el
staff de serpentineros, con un arsenal de recursos aceptable para la liga y una
velocidad en sus envíos por encima de la media del campeonato, ha demostrado su
dominio sobre los rivales.
Los números hablan por sí solos. Los pitchers azules ocupan el segundo
lugar en average de contrarios (275), en hits permitidos cada nueve entradas
(9.46) y en lechadas propinadas (5), además que son los que menos
cuadrangulares aceptan (15) y los cuartos en ponches recetados (190).
Ninguno ha cometido balk (movimiento ilegal que permite el avance de
hombres en base) y entre el viraje a las almohadillas y sus receptores han
atrapado a 19 corredores, solo superados en ese aspecto por los Elefantes de
Cienfuegos.
La defensa del equipo tampoco
ha sido un problema para ellos, a pesar de promediar para 968 Ave. Apenas 24
carreras les han anotado sus contrarios producto de los errores, un parámetro
que es superior a otros 12 equipos participantes en el torneo.
Sin embargo, los lanzadores exhiben un promedio de carreras limpias de
5.03 (sextos), una prueba que es el descontrol una de las fisuras por donde le
está entrando agua a la nave capitalina.
El otorgamiento de 190 bases por bolas lo ubica en el lugar 14 en ese
departamento, lo que eleva el promedio de embasados por capítulo a 1.65
(octavos) y compromete su efectividad.
Las causas de este flagelo, que no es único de la capital, son muchas,
y pueden ir desde el poco trabajo en categorías inferiores con torneos muy
cortos y la violación de las distintas etapas de desarrollo, al tener que dar
el salto desde muy jóvenes al equipo grande, hasta la propia mecánica de
lanzamiento.
Colocar bateadores reales a la
hora de hacer bullpen y forzar a los lanzadores a hacer swing desde la caja de
bateo en juegos de modelaje para que no pierdan la perspectiva del bateador,
como aconseja el prestigioso profesor José Manuel Cortina, pudieran ser tablas
donde aferrarse en medio de estos naufragios.
La realidad, más allá de la ofensiva -que será tema de otro comentario-,
es que urge mejorar estas métricas para que el equipo pueda saltar la línea
roja en la tabla de posiciones y apoderarse de un boleto de entrada a los
playoffs, objetivo que se hace más difícil cada vez que se le cae una hoja al
calendario.
La confianza la tenemos, y estaremos ondeando la bandera azul de las letras góticas hasta el último out. Nos vemos en el estadio. (Con información de Tribuna de La Habana)