Mientras los periodistas seguimos
cubriendo en grupo los mismos actos y muchas de las fotos (y textos) parecen
iguales, probablemente la imagen más elocuente de la ceremonia de entrega de
los premios anuales de la delegación ramal de la prensa televisiva sea esa,
peculiar, en que Abdiel Bermúdez invade el plano para grabar en su móvil el
hermoso discurso que desgranaba al lado -improvisadamente, como suelen hacer
los maestros- Gladys Rubio.
Abdiel no andaba de reportero,
sino de reportado: fue a recoger su merecidísimo Premio Eduardo Dimas, por la
Obra del año 2022, pero se le vio como el más entusiasta entre quienes
aplaudimos el Premio Roberto Agudo, por la Obra de la Vida, que ya muchos
televidentes cubanos le habían otorgado a Gladys en 50 años de buena televisión,
aunque la gran reportera lo tomara en sus manos este jueves, en ceremonia efectuada en la Casa de la Amistad, en El Vedado habanero.
Entre el de él y el de ella, el
joven Yorlando Perdomo Campanería recibió el Premio por el trabajo del año en
periodismo gráfico.
Los tres argumentos del jurado
pueden fundirse en una oración: no solo son creativos y laboriosos; también han
sabido forjarse un sendero con sus señas en la exigente audiencia cubana. Así
como ellos tienen sus perfiles, la diferencia entre sus reconocimientos
responde a la extensión, en el tiempo, de la buena carrera que emprenden estos
colegas de tres generaciones. Hay honda huella de la maestra y largo sendero a
marcar para Abdiel y Yorlando.
En la velada, Ricardo Ronquillo,
presidente de la Unión de Periodistas de Cuba (Upec); Waldo Ramírez, vice presidente primero del Instituto
Cubano de Radio y Televisión, y Belkis Pérez Cruz, funcionaria del Comité
Central del Partido Comunista de Cuba, escucharon, junto a otros directivos y colegas, la
clase-discurso (¡clase de discurso!) de Gladys, enfocada, como sus hondos
reportajes, en los demás, más que en ella.
El presidente de la Upec, con Abdiel Bermúdez, Yorlando Perdomo, familiares y colegas. Foto: Cubaperiodistas. |
“Una carencia de hoy es que los jóvenes no
tienen mentores. ¡Busquen mentores! Yo misma, a veces lo hago…”, dijo antes de
citar a algunos periodistas jóvenes que le piden un consejo.
“Aprovechen la veteranía. Se van
los veteranos y no son puestos a enseñar cuando los jóvenes necesitan tanto
escuchar. Siempre hay algo que servirá”, afirmó con ejemplos de colegas de
experiencia que pueden encausar la senda de los que empiezan. “¡No les dejen
irse!”, reiteró
Premio en mano, Gladys parecía
negada a hablar de Gladys. Cuando parecía que iba a hacerlo, era simplemente la
entrada a otro homenaje: “¡Suerte que tuve de tener un mentor! Ojalá todos
halláramos uno así: profesional, íntegro, dado a enseñar…” homenajeó la
homenajeada a Roberto Agudo, paradigma suyo y de otros tantos que, para alegría
mayor, da nombre a este Premio Anual por la Obra de la Vida.
La honra besa a los agradecidos.
Como en esos reportajes grabados con su “cuño” y letra que hacen palpable la
ciencia, Gladys Rubio agradeció a la tierra y a la gente: “He aprendido a
crecer como profesional y como persona, a conocer el mundo y mi pueblo, tan
heroico, la naturaleza de Cuba, desde donde nace el Cauto hasta la montaña más
alta. He tenido la suerte de trabajar con Fidel y Raúl, y ese es mi mayor
premio”, dijo para acotar que, pese a todo, sin camarógrafo y editor, los
periodistas “no somos nada”.
En fin, que la reportera demostró
que también puede informar y conmover “a capella” periodística, sin más recurso
que su voz, su verdad y su emoción. Tanto caló su discurso que ella, que
intentó en vano torear con su capa los aplausos del resto, quedó vencida y se
vio obligada a sumarse, aplaudir(se)…
A poco, en otro espacio, dos
integrantes del equipo técnico de la televisión que hacía el reporte decían a
Cubaperiodistas como en revelación de cófrades: “¡Esa mujer sí es una
escuela!”.
Persistente como todo colega
digno de ser respetado, la reportera, la maestra, la mujer-escuela seguía
insistiendo en agradecer al Premio, al jurado y a Roberto Agudo, ese otro
maestro ya fallecido que, por alguna razón, uno tiene que imaginar en la imagen
mencionada, en un extremo del puente de generaciones que apuntalan, entre
otros, Gladys Rubio, Yorlando Perdomo y Abdiel Bermúdez. (Tomado de Cubaperiodistas)