El tiempo es uno de los bienes más preciados que poseen los arqueólogos, aunque a primera vista esto parecería una contradicción. En su profesión, dedicada a estudiar objetos y sitios de cientos y hasta miles de años de antigüedad, se diría que la pérdida de una hora, una semana o un año, no debería ser significativa. Y sin embargo, el tiempo no espera por nadie, y la Historia que aún puede ser encontrada en los mudos testigos del pasado, se hace polvo con cada segundo que pasa.
Es esta lucha contra la ignorancia y el olvido, la que lleva a los arqueólogos a trabajar largas horas en la oficina, y luego en la casa; a pasar muchas semanas del año en excavaciones, alejados de sus familias; y a continuar superándose a través de la academia o del intercambio con otros profesionales.
Y aun así, Lisette Roura, directora del Gabinete de Arqueología de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, encontró la oportunidad, en medio de la vorágine que implica el Proyecto Arqueo-Cuba, para abrirle a Habana Radio las puertas de su institución, ubicada en Tacón No. 4 entre Empedrado y O’Reilly.
La significativa participación femenina en el Gabinete de Arqueología siempre sorprende a los visitantes, acostumbrados a considerar a la Arqueología como una profesión de hombres y de abundantes recursos. Esta presencia resulta coherente con la visión de Eusebio Leal, quien siempre apostó por la preservación del patrimonio como una forma de empoderar a sociedades e individuos. Pero aún con la mejor de las disposiciones, el tiempo rige a esta entrevista, aunque no marcado por un reloj, sino por el ventilador apagado, cuya brisa artificial interfiere con la grabación. Cada palabra pronunciada tiene que valer más que el silencio y que el calor, y la primera pregunta se reveló como la más obvia.
¿Cuáles fueron los orígenes de Arqueo-Cuba?
Arqueo-Cuba es un proyecto de Colaboración Internacional entre Italia y Cuba, del que además soy directora por parte de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana. Se centra en el desarrollo territorial a partir de las excavaciones arqueológicas, y de la previsión de los efectos del cambio climático en sitios arqueológicos, en este caso en La Habana y Matanzas.
El proyecto inició en noviembre del 2021, con su presentación en la Oficina del Historiador de La Habana, y con el inicio de coordinaciones con la Oficina del Conservador de Matanzas. En La Habana tenemos tres sitios de trabajo: las faldas de la fortaleza San Carlos de La Cabaña, el polvorín San Antonio y el sitio Guasabacoa 2, ubicados estos dos últimos en Cayo Blanco, en la Bahía de La Habana. Por otra parte, en Matanzas se trabaja en el solar donde estuvo su iglesia fundacional, así como en el que estuvo situada la casa de la familia Amoedo; y en el sitio aborigen La Cañada, ubicado en los límites de la ciudad con el municipio Limonar.
La elección de estos sitios se debe a que, por su complejidad y vulnerabilidad al cambio climático, son de difícil acceso, y a la vez necesitaban de una intervención urgente. Desde su fundación en 1987, nuestro Gabinete siempre quiso llevar a cabo labores en sitios con estas características, y solo ahora nos ha sido posible gracias a la colaboración internacional.
¿Cuáles han sido las actividades más relevantes de Arqueo-Cuba durante este año?
Hemos desarrollado un plan intensivo de docencia con especialistas de instituciones italianas, vinculadas con el manejo de sitios patrimoniales y el diseño de parques arqueológicos, entre otros temas. También se ha decidido comenzar las campañas arqueológicas en Matanzas, en el sitio de la casa de los Amoedo; además de una campaña muy exitosa, llevada a cabo en La Cañada.
Sobre los resultados de la intervención en La Cañada, Roura aseguró que los resultados han sido extraordinarios, y todavía se encuentran en fase de estudio. Con la promesa de futuras intervenciones en el lugar, y publicaciones sobre La Cañada, la directora del Gabinete de Arqueología aseguró que la elección de este sitio ha sido acertada, y continuará dando resultados relevantes.
¿Existe la posibilidad de que Arqueo-Cuba se expanda a otras provincias del país, y que colabore con otras Oficinas del Historiador y del Conservador?
Independientemente de La Habana y Matanzas, nosotros hemos tomado a Arqueo-Cuba como un proyecto “madre”, que creo que tendrá “hijos”, por decirlo de alguna manera. Ya estamos evaluando las posibilidades de implementar otros proyectos, que sin ser tan ambiciosos como Arqueo-Cuba, sí van a generar investigaciones en otras áreas como Pinar del Río, o en Holguín, donde ya se están realizando los primeros contactos con especialistas locales. También desarrollaremos la arqueología subacuática con buzos italianos y buzos de nuestro Gabinete. Así que probablemente tengamos varios proyectos en un futuro no muy lejano, que van a “nacer” directamente de Arqueo-Cuba.
¿Existe algún proyecto de su Gabinete que le gustaría que tuviera mayor visibilidad?
Como parte de los trabajos del Gabinete se desarrollan acciones sobre la visibilidad del patrimonio arqueológico. También se han generado varias tesis sobre los sitios en los que se ha intervenido, avanzado en la exposición de estos sitios, la visualización del patrimonio arqueológico, y el trabajo con la comunidad. Se ha logrado sociabilizar los resultados de las investigaciones a través de nuestra revista anual “Gabinete de Arqueología”, que tiene bastante alcance. También con el proyecto Arqueo-Cuba, hemos conseguido bastante repercusión en las redes, pero queda bastante por andar.
El asombro y la admiración son la regla y no la excepción, cuando los visitantes internacionales pueden comprobar la labor del Gabinete de Arqueología. Ya sean altos representantes de la UNESCO o de la diplomacia internacional, no encuentran sino palabras de elogio para los trabajos de arqueología, que van de la mano con la restauración del patrimonio, como sucede en el Museo de Sitio Convento de Santa Clara. Quizás, lo que les sorprende es el nivel de excelencia alcanzado en las siempre difíciles condiciones del país, o el alto nivel científico de los protectores del patrimonio nacional, y de sus resultados, obtenidos a través del trabajo arduo y constante. Quizás, a un nivel más profundo, a aquellos herederos de los exploradores de pirámides y mármoles, les sorprendía que la Arqueología cubana pudiera tener rostro de mujer, y trabajara, y triunfara, en situaciones tan adversas.
Una brisa salvadora, cruzó la ventana de la oficina de la directora Roura, y disipó de mi rostro las primeras gotas de sudor. El tiempo pasaba, pero aún me quedaba un poco. Le pregunté:
¿Qué cree hace excepcional, o al menos meritorio, al trabajo de su Gabinete dentro del Centro Histórico de la Ciudad de La Habana y más allá?
Para el europeo, la arqueología es una especialidad en la que han alcanzado un alto nivel de desarrollo. Por eso, cualquier funcionario o dignatario que visite nuestro país con un perfil cultural, siempre enfatizan en el trabajo arqueológico. Y su interés es tremendo.
Nosotros somos el primer gabinete de arqueología fundado en la Red de Oficinas del Historiador y del Conservador. Por lo tanto, en más de 30 años de trabajo se han apoyado en nosotros para la creación de los demás gabinetes y departamentos de arqueología del país, así como en la formación de sus profesionales. Se puede decir que somos los culpables de buena parte de los arqueólogos que trabajan en estos momentos, sobre todo en la vertiente histórica.
Nos enorgullece seguir siendo un centro de referencia en lo docente y lo científico. Durante las excavaciones en La Cañada combinamos la docencia dirigida a los estudiantes matanceros de Arqueología, aún en proceso de formación como parte de la Escuela Taller, lo cual hizo que nuestra labor se volviera más compleja y a la vez más satisfactoria.
Su mención de la Arqueología aborigen, fue para mí la oportunidad perfecta de hablar de un tema que me resultaba fascinante. Los hallazgos realizados en sitios como La Cañada demostraban lo profundas que eran las raíces de la nación cubana. Quizás uno de los pecados originales de los países latinoamericanos era la necesidad perenne de compararse con sus colonizadores, y a la vez, definirse a sí mismos con los términos de otros. Mientras que los europeos se enorgullecían de su historia, desde los neandertales hasta la actualidad, en América Latina el año cero comenzaba con la conquista, y nada de lo que hubiera sucedido antes pareciera contar. Pero ahora debía convertir este amasijo de ideas en una interrogante más o menos coherente.
¿Cree usted que la arqueología aborigen pueda encontrar las raíces profundas de nuestra Historia, y afianzar a la identidad nacional del desarraigo?
La Arqueología en Cuba, y en muchas partes del mundo, tiene contradicciones con la Historia, lo cual, a su vez, es otra contradicción. Se supone que los arqueólogos somos quienes interpretamos la Historia de primera mano, y sin embargo son los historiadores quienes elaboran la Historia Oficial. Esta es una controversia que se remonta de siempre, y al no haber una Escuela de Arqueología en Cuba, los resultados de las investigaciones arqueológicas no son siempre reconocidos.
Lo mismo sucede con lo que hablábamos de la identidad nacional: la nación cubana se reconoce como tal a partir del siglo XIX; sin embargo, casi nunca se toma en consideración el aporte aborigen, a pesar de que los estudios arqueológicos están demostrando de que la supervivencia indígena, en toda Cuba, estuvo vigente hasta el siglo XVIII. Igualmente, los libros de texto en las escuelas, siguen reflejando que la población aborigen se exterminó con la conquista y la colonización. Esto se relaciona con que no se tengan en cuenta los resultados de las investigaciones arqueológicas, y que no se valoren en su justa medida a los hallazgos arqueológicos, en comparación con las fuentes orales y los documentos históricos; a pesar de que estos últimos están condicionados por factores subjetivos como la ideología, la filiación política, los intereses económicos y a los prejuicios de quienes los elaboran. Y estos sesgos y distorsiones se perpetúan si se asumen todos los registros históricos sin una visión crítica o sin la contraparte de la objetividad científica de los hallazgos arqueológicos.
De alguna manera, debe llegarse a un acuerdo que permita que la historia de Cuba sea enriquecida con las evidencias aportadas por los más recientes descubrimientos arqueológicos.
Hay momentos en los que cuando más se quiere y se tiene para decir, se vuelven los más oportunos para el silencio reflexivo. El regreso de las frescas corrientes traídas por el ventilador no marcaba una victoria para el calor, sino una invitación a otro encuentro, y a otra ocasión para continuar intentando cristalizar en palabras las horas de trabajo y de pensamiento. Las raíces más profundas de la Historia de nuestra nación, beben el sudor de aquellos que se afanan por descubrirla y afincarla a nuestra identidad nacional, y ahora también podrán servirse del mío. (Tomado de Habana Radio)