El domingo próximo, los míticos Industriales saldrán a la valla del estadio José Antonio Huelga, de Sancti Spíritus, para enfrentar a los Gallos de esa provincia en su primer duelo de postemporada de la edición 62 de la Serie Nacional de Béisbol, y yo sé quién ganará.
Tal desafío quedará guardado en los anales de ese deporte desde que el toletero Yasmany Tomás salga al campo de juego, porque será la primera vez en la historia que un pelotero que tuvo acción en las Grandes Ligas vista en un torneo oficial el uniforme de las letras góticas.
Tres días después, cuando la tropa de Guillermo Carmona se traslade al parque Latinoamericano, de La Habana, se realizará el retiro oficial del hoy entrenador de bateo Alexander Malleta, un hombre que dejó huellas durante su carrera de 22 campañas, fue tres veces campeón con los Azules de la capital y es un fuerte candidato a dirigirlos en la venidera contienda.
Estas serán solo dos de las tantas emociones que vivirán los aficionados por estos días, después de un campeonato que también pasará a los libros de récords como uno de los más accidentados de las últimas décadas, por sus múltiples problemas de organización y logística, entre otros "demonios" que lo atacaron.
Y es que el béisbol, o simplemente "la pelota", como la llamamos los cubanos, está tatuado en nuestro ADN y forma parte de nuestra propia vida. Ese caldo de cultivo que se coce a fuego lento, sazonado con especias tales como la emigración, las carencias económicas y las malas prácticas de cierto directivos, entre otros, no han podido ni podrán envenenar la pasión que sentimos cada uno de nosotros por este deporte, declarado hace poco Patrimonio Cultural de la nación cubana.
Los Leones de Industriales y los Gallos de Sancti Spíritus se encargarán de volver a avivar el fuego sobre las brasas y llenarán otra vez esos graderíos "hambrientos" de congas y multitudes.
Está claro que los capitalinos, con sus 12 coronas ganadas en nuestros torneos domésticos y vencedores ante sus rivales en cuatro de los cinco enfrentamientos de playoffs que han disputado, tienen el reto de continuar escribiendo esa historia que los ha llevado a ser catalogados como el equipo insigne de nuestro béisbol.
Los Gallos, por su parte, tratarán de borrar esa imagen de equipo perdedor en postemporadas y saldrán a buscar un título que no logran desde hace 44 años, cuando subieron a lo más alto del podio por primera y única vez.
Las emociones están garantizadas, y al final de la batalla, en medio de la arcilla humeante, habrá un solo ganador: nuestro deporte nacional. (Redacción digital. Con información de Tribuna de La Habana)