Fidel Castro y la importancia de la radio en la lucha revolucionaria

La transmisión de señales mediante la modulación de ondas electromagnéticas fue descubierta a finales del siglo XIX y evolucionó rápidamente hasta lograr que con ellas viajara el sonido. Este es el principio de funcionamiento de la radio donde un contenido viaja largas distancias sin necesidad de un transporte físico y, al mismo tiempo, puede ser recepcionada por grandes masas de población. Esto la convierten en un medio informativo por excelencia.

Fidel Castro es contemporáneo con la radio cubana, la cual llega a la isla en 1922, apenas unos años antes de su nacimiento. Décadas después, al iniciarse en la lucha revolucionaria, el joven de Birán comprendería su importancia para la propagación de las ideas y la movilización de las masas.
 
Pero… ¿Cuáles fueron los primeros contactos de Fidel con la radio? ¿Qué acciones influyeron en que esta fuera una prioridad para la propaganda del movimiento revolucionario?
 
Los primeros contactos
 
Los primeros años de vida de los hermanos Castro Ruz transcurrieron sin la presencia de un radio en Birán. Fidel rememoraba: «Tuvimos radio por primera vez cuando yo tendría nueve o diez años» (I). Esto ubicaría la llegada del medio entre los años 1935 y 1937, lo cual coincide con el periodo de mayor crecimiento de las emisoras durante la república (II). La famosa pelea de boxeo entre Joe Louis y Max Schmeling, en junio de 1938, fue escuchada en la casa, ello confirma que para esa fecha ya la familia había adquirido el equipo.
 
Durante el curso escolar 1939-1940, Fidel era estudiante del Colegio Dolores de los jesuitas en Santiago de Cuba. Fiel a su estilo de estimular el crecimiento físico e intelectual de sus congregantes, la orden religiosa organizó un concurso de poesía por la radio de la escuela, donde el muchacho de Birán resultó ganador, más que por el lirismo de su poesía, por su popularidad y la publicidad que desplegó entre los familiares de sus compañeros.
 
En noviembre de 1940, el adolescente Fidel Castro ya mostraba interés en la política. Se contagió con la popularidad y el entusiasmo que despertaba Franklin Delano Roosevelt en algunos sectores de la sociedad cubana, dio seguimiento, a través de la radio, a las elecciones presidenciales de ese año en Estados Unidos. Alegre por la reelección del líder norteamericano, le envió una carta, que constituye el primer documento que se conserva de quien sería en un futuro Comandante en Jefe. Se lee en sus primeros párrafos: «Y like to hear the radio, and i am very happy, because y heard in it, that you will he President (…) (III) [Me gusta escuchar mucho la radio y estoy muy feliz de haber oído que usted va a seguir siendo presidente (…)]

Carta escrita por Fidel Castro el 6 de noviembre de 1940
al presidente norteamericano Franklin D. Roosevelt.
Tomada del Centro Fidel Castro Ruz.

La importancia de las estaciones de radio
 
Llegar a la Universidad de La Habana le permitió al joven oriental contactar con las ideas más avanzadas de su época, interactuar con el marxismo y percibir las contradicciones de la sociedad capitalista. Por su espíritu rebelde y sentido elemental de la justicia, se lanzó a transformar la situación del país y descubrió gradualmente la importancia de la radio para estos fines.
 
En 1947, Fidel Castro se afilió al Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo), que de inmediato alcanzó gran popularidad y seguidores, en el escenario político nacional, debido a las permanentes denuncias contra la corrupción y al acertado manejo de los medios de comunicación existentes en la época, para la movilización de las masas, donde la radio era el medio protagónico.
 
Para Fidel fue muy importante y aleccionador observar cómo la prédica y las denuncias de Eduardo Chibás Ribas impactaban e influían en la población y cómo condicionaba la situación política del país a través de la radio. El programa político de Chibás y sus arengas generaron un fenómeno de masas y una popularidad no vivida hasta ese entonces por un político en Cuba.
 
Luego, otros políticos, también ortodoxos, emplearon con acierto la radio, como José Pardo Llada, quien desde su espacio radial La palabra, fustigaba al gobierno a diario. Otro ejemplo fue el del periodista Luis Conte Agüero, que desde Santiago de Cuba ejercía como comentarista de la Cadena Oriental de Radio y en el momento más arduo de la batalla contra los auténticos, Chibás lo llamó «La voz más alta de Oriente». Ambos deben su notoriedad a la radio.
 
La convivencia de Fidel en este ambiente fue una gran experiencia, de la que sacó importantes lecciones. Tuvo vínculos cercanos con los tres políticos y supo beber de la experiencia e incorporarlo a su praxis revolucionaria, sin sospechar lo útil que le sería para el resto de su vida política. Décadas después reflexionaba sobre este contexto:
 
«(…) el fenómeno nuevo que se dio con Chibás en la radio se repitió con Pardo Llada. Chibás debía su popularidad no solo a una política determinada y a sus luchas de estudiante contra Machado y Batista, sino a la radio. Desde el momento en que hizo uso de dicho medio de difusión masiva, que podía ser escuchado por millones de personas —y tenía una hora semanal; no era un discurso hoy, otro dentro de tres meses, sino una hora habitual todos los domingos— alcanzó gran ascendencia y popularidad porque lo escuchaban en las ciudades, en el campo y hasta en las montañas.
 
»(…) El segundo fenómeno, resultado de los medios de difusión masiva, fue Pardo Llada, porque al ser un periodista con un doble horario todos los días (…) también fue ganando crédito entre la gente». (IV)
 
Si estos hechos lo convencieron de la importancia de contar con un aparato propagandístico fuerte para alcanzar el poder político e intercambiar con las masas, la repercusión de la muerte de Chibás fue una situación definitoria:
 
«(…) Estaban todos los periódicos, todas las estaciones de radio. Cubrían la noticia las 24 horas. ¿Qué ocurrió cuando las estaciones estaban en el aire todo aquel tiempo? Las grandes cadenas de radio buscaban gente para que hablaran, entonces, no había quién lo hiciera, y creo que hablé 12 o 15 veces por las cadenas nacionales. Me di cuenta de la importancia que tenían CMQ, CMKC y las demás estaciones de radio». (V)
 
Esto explica por qué, a finales de ese 1951, ya tenía su propia hora en la radio donde fustigaba a los enemigos de la revolución y en el primer trimestre de 1952 publicaba una serie de artículos contra el presidente Carlos Prío Socarrás en el periódico Alerta.
 
La radio clandestina
 
El golpe de Estado de marzo de 1952 trastocó el escenario político del país y Fidel tuvo que repensar la estrategia para alcanzar el poder político, pues las vías legales estaban cerradas. La situación no dejó otra alternativa que organizar un movimiento armado, pero para ello era imprescindible contar con un sólido aparato propagandístico. Su vinculación con el periódico clandestino Son los mismos, posteriormente renombrado El Acusador, semanas después del cuartelazo respondía a ese propósito.
 
El joven abogado también tenía claro que: «Es mucho lo que hay que decir, (…) denunciar, es mucho a quienes hay que captar, El Acusador no será suficiente. Es necesario utilizar la radio» (VI). Pero cuando las vanguardias políticas no encontraban las formas de expresarse por las vías legales, buscaban los medios clandestinos.
 
Al carecer de los medios técnicos, recurrió a Mario Muñoz Monroy, médico matancero y radioaficionado. Ambos eran ortodoxos y se habían conocido en 1948 en el contexto de las elecciones presidenciales en las que se presentó Chibás. Posterior a la muerte de este, se reencontraron y conversaron durante el funeral, pero no sería hasta después del golpe de Estado en el que sus caminos se unirían definitivamente. (VII) 

Mario Muñoz junto
a la planta de radio.
Tomada de Ecured.

En los primeros días de abril de 1952, Fidel viajó a Matanzas y sostuvo el primero de una serie de encuentros conspirativos con Mario. En esta ocasión, en las inmediaciones de las Cuevas de Bellamar. El 23 de ese mes visitó por primera vez la casa del médico (VIII) y el 4 de mayo repetiría la visita acompañado de Jesús Montané Oropesa y Abel Santamaría Cuadrado, a quien había conocido el día primero en el Cementerio Colón.
 
Como resultado de estos encuentros, Fidel convenció a Mario para que le fabricara dos plantas de radio. El médico acometió la tarea con tal rapidez y compromiso que la primera entró en funcionamiento el 8 de mayo durante el homenaje realizado en la Universidad de la Habana por la muerte de Antonio Guiteras. El equipo fue instalado en Santo Suárez, en la casa de Antonio Zivskoski. Desde este lugar se realizó una transmisión en la que habló Fidel. (IX)
 
Cuando las autoridades se enteraron, debido a una delación, ocuparon el medio, pero no a los responsables. El día 14 de mayo la revista Alma Mater denunciaba:
 
«En unas declaraciones suscritas por los altos dirigentes de la FEU, denuncian y formulan su protesta por la implantación del ‘método de rehén’, que afirman ha sido puesto en práctica por los agentes policíacos en las personas de Raúl, Luis Maldonado y María Zivskoski, hermanos respectivamente de Fidel Castro, Francisco Maldonado y Antonio Zivskoski, detenidos el miércoles 14 como rehenes, a fin de poder apresar a los segundos por supuestas actividades subversivas con una planta de radio clandestina». (X)
 
El primer radiotransmisor fue ocupado a los pocos días, pero el 20 de mayo de 1952, mientras en la escalinata de la Universidad de La Habana se celebraba el 50 aniversario de la instauración de la República, comenzó a transmitir la segunda planta. En junio, el tercer número del periódico clandestino Son los mismos reflejaba el hecho: «Esta concentración popular fue transmitida por las ondas libres del Movimiento de Resistencia y Liberación Nacional en la banda de 40 metros amateur». (XI)

 
Ese equipo se mantuvo operativo hasta el 27 de noviembre de 1952 al transmitir durante el acto efectuado en la escalinata de la universidad. El alto riesgo de ser descubierto por la policía, el permanente traslado de lugar, así como el poco alcance de sus ondas, eran razones suficientes para el cese de su funcionamiento. A ello se suma que Fidel tenía bien avanzados los preparativos del asalto militar y se empeñó en no llamar la atención de las autoridades.
 
Décadas después rememoraba este periodo:
 
«(…) empiezo a organizar a los primeros combatientes, a los primeros luchadores, digamos, las primeras células, a las pocas semanas. Primero trato de crear un pequeño periódico tirado en mimeógrafo, y algunas estaciones de radio clandestinas. Son las primeras cosas». (XII)
 
Trinchera de ideas
 
Si bien las plantas de radio tuvieron una vida efímera y escaso impacto político, estos hechos tienen la importancia de reflejar cuánto había madurado en Fidel el valor de los medios de difusión. Esto sería un elemento característico de su praxis revolucionaria y un rasgo tanto distintivo como estratégico del futuro proceso revolucionario.

A través de la radio y con la llegada de la televisión después, Fidel mantendría un permanente intercambio y rendición de cuentas con las masas. Estos fueron vehículos esenciales para denunciar las agresiones contra Cuba, transparentar y popularizar las políticas del Estado, consultar con el pueblo las principales decisiones del país, yendo a la esencia de la democracia, saliéndose de los moldes y los manuales.

 
Una vez incorporada esta arma en el arsenal de la Revolución, ella definiría sus principales batallas en el campo de la comunicación. La reconstrucción y distribución de La historia me absolverá, al ascenso de Herbert Matthews a la Sierra Maestra, la instalación de Radio Rebelde, La Operación Verdad, la renuncia de Fidel al primeirato, las constantes informaciones sobre la desaparición de Camilo, las denuncias ante los organismos internacionales de la agresión imperialista, la batalla contra la deuda externa, contra el bloqueo, por el regreso de Elián y de los Cinco Héroes; todas y cada una de ellas tuvieron como principal teatro de operaciones el campo de las comunicaciones.

 
Porque de José Martí Fidel aprendió que los medios de prensa son: «Para juntar y amar, y para vivir en la pasión de la verdad…» (XIII)

NOTAS:

  • I-Katiuska Blanco Castiñeira: Fidel Castro Guerrillero del tiempo, Ruth Casa Editorial, 2012, Primera Parte, Tomo I, p. 24.
  • II-Oscar Luis López: La radio en Cuba, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 2002, pp. 90-91.
  • III-Fidel Castro Ruz, (6 de noviembre de 1940) Copia de Carta a Franklin Delano Roosevelt de Fidel Castro. Centro Fidel Castro Ruz. Disponible en: https://biblioteca.centrofidel.cu/mostrarDocumentos/verDetalles/7662?con...
  • IV-Katiuska Blanco Castiñeira: Obra citada, Tomo II, pp. 16-17.
  • V- Ibídem, p.11.
  • VI-Mario Mencía: El Moncada, la respuesta necesaria, Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, La Habana, 2013 p. 199.
  • VII- Juan Isaías Grillo Hernández: Mario Muñoz Monroy, Editora Política, La Habana, 1982, p. 23.
  • VIII- Humberto González Quijano: Vida y Obra del Dr. Mario Muñoz Monroy. Infomed. (22 de marzo de 2017). Recuperado de: http://www.revmedicaelectronica.sld.cu/index.php/rme/article/view/1803/h...
  • IX- Mario Mencía: Obra citada. p. 201.X- Ibídem. p. 202.
  • XI- Ibídem. p. 203.
  • XII-Frei Betto: Fidel y la religión. Conversaciones con Frei Betto, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2018, p. 126.
  • XIII- José Martí: Obras Completas, Editorial de Ciencias Sociales, tomo 1, La Habana, 1975, p. 315.

(Tomado del sitio digital Fidel Soldado de las Ideas)

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