La Habana: radio y telenovelas de Félix B. Caignet

La Habana: radio y telenovelas de Félix B. Caignet

La telenovela cubana El derecho de soñar, constituye un homenaje a la radio cubana en su centenario y al fenómeno que fue El derecho de nacer, la afamada novela radial que paralizaba a Cuba hace 75 años, al alcanzar el mayor índice de audiencia en el país.

Considerada por muchos especialistas como la radionovela más influyente de Latinoamérica, El derecho de nacer es una novela cubana escrita por Félix B. Caignet, basada en el acontecer de una tradicional familia de La Habana de principio del siglo XX.

Sobre el nacimiento y desarrollo de esta forma de hacer arte para amplios públicos, proponemos el siguiente artículo de nuestra periodista Gina Picart Baluja:

LA SERPIENTE ROJA PRECEDIÓ A EL DERECHO DE NACER

La radionovela nació en América Latina, concretamente en Cuba, pero no fue en La Habana ni fue El derecho de nacer, del escritor Félix B. Caignet, como muchos creen.

Su alumbramiento se ubica en Santiago de Cuba (en el oriente del país) y su título era La serpiente roja, serie detectivesca cuyo protagonista era el chino Chan Li Po, mil veces más sagaz que Sherlock Holmes.

Por supuesto, estoy hablando de radionovelas, pues en aquel momento a nadie se le había ocurrido todavía hacer una telenovela.

Aunque en principio nadie quiso creer en la viabilidad del proyecto de Caignet, cuando por fin dos años más tarde este vino a La Habana con su libreto en la mano y el dueño de la CMK, Féñix OShea, aceptó lanzarla al aire, la serie provocó un oleaje de entusiasmo tal y su éxito fue tan arrollador que hasta el mismo guionista se sentía sorprendido.

Todavía hoy se escucha decir a alguien de vez en cuando el lema favorito del detective chino: “Paciencia, mucha paciencia”.

Yo no sé si Caignet lo habrá hecho con intención, pero esa frase resume mejor que cualquier otra la filosofía central de la cultura china.

Lo constaté cuando atendí como periodista el Barrio Chino de La Habana, en una entrevista a Irmina Eng, entonces su presidenta. Le pregunté, sorprendida, si todos los planes de que me hablaba se podrían realizar y en cuánto tiempo: imperturbable, ella me respondió como un eco moderno de Chan: “Nosotros no estamos apurados”.

Algunos historiadores de la radio creen que el éxito de La serpiente roja fue superior que el de El derecho de nacer, el segundo intento de Caignet como guionista radial. De hecho, La serpiente… fue la primera película sonora que se filmó en Cuba. La dirigió Ernesto Caparrós, se estrenó en 1937 y durante los tres primeros meses recaudó una cifra tal que cubrió los gastos de producción y dejó ganancias sustanciosas.

La serpiente se mantuvo en el aire varios años, se recogió en libros, se imprimieron postalitas y traspasó las fronteras cubanas, primero hacia el Caribe, y luego a muchos países de otras áreas geográficas.

Muy pocas personas saben que Caignet fue un artista multitareas. Escribió para los niños, cantó, declamó, compuso y grabó en su propia voz para la RCA Victor cantos negros escritos por él (fue el autor de Carabalí, Frutas del caney y Te odio), pintaba piedras y tenía habilidades manuales muy chinas, como recoger piedras, envolverlas en papeles de colores brillantes y convertirlas en mariposas. Sin embargo, aunque cubierto de fama, no tenía dinero.

LA GUERRA DEL AIRE

El derecho de nacer nació, valga la redundancia, de un intento de la CMQ de competir con otra emisora radial, Radio Cadena Azul.

Los directivos de CMQ dijeron a Caignet que, si lograba desplazar a la emisora rival, le darían nada menos que ¡un automóvil! A esta competencia se la conoce como La Guerra del Aire, y que la ganara CMQ fue culpa de la ceguera de la emisora rival, a quien Caignet había propuesto primero su libreto.

La periodista y escritora Iris Dávila, quien formaba parte del Buró de Revisión de la emisora del poderoso Goar Mestre y exitosa guionista ella misma, reconoció años más tarde que vetó El derecho, no porque el guion le pareciera mal, sino porque el lenguaje era ampuloso y vacío “y de un lirismo hipertrofiado”.

Como se sabe, El derecho rompió todos los records y fue desde el primer momento un exitazo que reportó a Caignet en unos pocos meses 150 mil dólares.

Caignet compró una productora de cine en México y se regaló dos mansiones en el elegante y muy exclusivo reparto de El Vedado, además de una residencia en la playa de Santa María del Mar, inmueble que la prensa de la época calificó de fastuoso.

En todos los países latinoamericanos adonde llegó, siguiendo o precediendo el lanzamiento de El derecho, fue recibido por los pueblos como una enorme figura pública, y lo mismo que pasa hoy cuando los personajes de una telenovela tienen pegada, hubo en las Américas miles de niños bautizados con los nombres de los personajes de El derecho

Aún recuerdo cuando, en la mesa familiar, de repente mi madre y mi abuela dejaban la cuchara en el aire y, mirándose angustiadas, se preguntaban: “¿Pero cuándo va a hablar don Rafael del Junco?”. Cada día las vecinas que no tenían radio llamaban a nuestra puerta y preguntaban ansiosas: ¿Ya habló don Rafael…?”.

El caso era que el agonizante guardaba un terrible secreto que impedía el amor entre los dos jóvenes y ardientes protagonistas de la telenovela. Había, además, una tremenda injusticia racial que todo el pueblo de Cuba quería que terminara de una vez para que la esclava negra fuera feliz.

Cainet, quien dijo que “nunca pretendió escribir El Quijote, sino abrir la válvula del llanto”, fue uno de los más grandes genios de la radio y la televisión del siglo XX, uno de los trabajadores del arte con mayor éxito comercial y aceptación de públicos internacionales.

Fue, además, el creador de un género que, bien empleado, tiene mucho poder para crear conciencia sobre las injusticias, las diferencias de género y, en general, sobre muchos males sociales. (Gina Picart Baluja)

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