Con la construcción de los puentes de 23 y de Pote desaparecieron los obstáculos que frenaban el auge de los repartos Miramar, Country Club, Kohly y Alturas de Almendares. Hasta entonces quien deseara cruzar el río de ese nombre a la altura de la actual Avenida 23 debía valerse de un puente colgante muy estrecho, utilizado solo como vía peatonal, mientras que coches y otros carruajes lo hacían en un bongo que los pasaba de una orilla a otra.
El primer proyecto de un viaducto sobre la Avenida
23 data de 1907 y contempló una estructura de metal, idea que bien pronto fue
abandonada. La proximidad del mar, que representaba una agresión constante a la
armazón, y lo costoso que resultaría su mantenimiento, obligaron al replanteo
de la obra, y se decidió construirla de hormigón armado. La cercanía de la
fábrica de cemento El Almendares, establecida a menos de 100 metros al norte
del proyectado puente, debe haber sido decisiva en esa determinación en una
época en que todas las obras se hacían con acero.
Pero sea esa u otra la causa, el puente que cruza el
Almendares a la altura de la Avenida 23 es el pionero de los puentes ejecutados
en Cuba con hormigón armado, lo que significó un triunfo para la ingeniería de
entonces, como lo fue, asimismo, aunque en menor medida, su arco principal que
cruza sobre el río con 58 metros de luz. Así fue reconocido en su momento
dentro y fuera de Cuba.
No resultó una obra fácil de ejecutar: fueron
insuficientes el número de calas que se hicieron para asentarla y los pilotes
penetraban uno tras otro sin hallar resistencia. De modo que se tomó la
decisión de apoyar el puente sobre una gran balsa de hormigón armado, solución
que permitió que la construcción prosiguiera.
Cuando la obra estaba a punto de terminarse, la
Havana Electric Railway Co gestionó y obtuvo del gobierno provincial el permiso
para construir sobre el puente una doble vía a fin de llevar el servicio de
tranvías hasta Marianao, comprometiéndose a cambio con aportar las luminarias
del puente, costear la electricidad que demandara y ocuparse del mantenimiento
del pavimento.
Al final, el puente significó una inversión que
superaba los 217 mil pesos. Tiene ya más de 110 años, pues se inauguró el 23 de
enero de 1911, cuando quedó abierto al paso.
Como se construyó en tiempos en que el general
Ernesto Asbert era el gobernador de La Habana y la obra ciertamente fue
acometida por el gobierno provincial, se le dio de manera oficial el nombre del
político aludido que no demoraría en verse encarcelado por el asesinato del
general Armando de la Riva, jefe de la Policía Nacional. Era un momento en que
Asbert se hallaban en la cúspide de su carrera y se barajaba ya como un futuro
presidenciable.
Pero, para los habaneros ese viaducto no es el
puente Asbert ni puente Habana, como se le llama en los documentos: sigue
siendo el puente de 23. (Cubadebate)