El 20 de noviembre último, conmemoramos el natalicio, en Santiago de Cuba, de Diego Vicente Tejera, notable escritor y patriota desde su adolescencia.
Aunque no se conservan cartas cruzadas entre él y José
Martí, las menciones que se hicieron
indican que se conocieron personalmente, que compartieron semejantes
preocupaciones por la justicia social y que volcaron todos sus esfuerzos por la
libertad de Cuba.
El trato se inició en 1885, cuando naufragó el barco en que
Tejera se dirigía a España, y pudo arribar a Nueva York, donde residió por tres
años.
Seguramente, ambos ya
se habían leído en las publicaciones con las que colaboraban y fueron miembros
de la Sociedad Literaria Hispanoamericana.
Aunque no volvieron a verse, luego de que Tejera marchara a
Francia tres años después, en cartas a otras personas Martí le envía mensajes y
valora su poesía.
MARTÍ, EL LIBERTADOR
Así calificó Tejera al Maestro en un escrito en junio de 1902,
el año anterior a su propia muerte con 55 años, cuando se preocupaba por
difundir el ideal socialista a través de un partido político.
Argumentaba: Todos los cubanos hemos sentido con más o menos
viveza el ansia de libertad; pero ninguno la sintió como Martí, con tan devorador apremio, y de ello es prueba el hecho mismo de
haber sido en estos últimos tiempos, el primero que buscó satisfacerla a todo
trance.
Y continúa Tejera:
Precisamente porque sintió más fue más impaciente—y esa impaciencia suya, que al cabo enardeció la nuestra y nos lanzó a la acción, justifica la tendencia a ver en él a “nuestro libertador”.
Añade que Martí murió en los inicios de la obra redentora, y
su concepción fue tan genial y su resolución tan firme, que virtualmente
contenían el desarrollo ulterior del plan y su resultado decisivo.
MARTÍ HÉROE, NO
MÁRTIR
En su texto de 1902, Diego Vicente Tejera declara “inexacto
y poco enaltecedor” llamar a José Martí el mártir de Dos Ríos, porque en el
martirio hay resignación y pasividad que evidencian heroísmo moral, pero
también impotencia física que inspira admiración y compasión.
Pero Martí —según Tejera— no fue un resignado ni un impotente. Fue, por el contrario, un rebelde violento y agresivo, que supo desatar una de las más formidables tempestades políticas que han sacudido al continente americano.
Y concluye Tejera
recordando que Martí cayó erguido sobre su caballo, agitando su revólver en
valerosa acometida.
Así no mueren los mártires: así mueren los héroes. Esa imagen del combatiente, del primero que lanzó el grito de guerra, fue entregada por Tejera, al inaugurarse la república cuando él llamaba al pueblo trabajador a luchar por una sociedad de justicia. (Pedro Pablo Rodríguez. Tomado de Radio Reloj)