Nos encontramos muchas veces en nuestra común profesión de periodistas
y menos veces en ámbitos literarios, pero nos pasaba una cosa curiosa: siempre
que coincidíamos, terminábamos en alguna cafetería o en el banco de algún
parque, enzarzadas en larguísimos coloquios que las dos disfrutábamos.
Mercedes era una de esas escasas personas que reúnen un talento
brillante, una inteligencia perspicaz, una tremenda sensibilidad, una enorme
capacidad de empatía, una gentileza natural, mucha clase y una inexplicable
ingenuidad ante el mal.
Y digo inexplicable porque
era una mujer de mundo, que desarrolló una carrera intensa con múltiples
facetas: fue comunicadora, escritora, poetisa, filóloga, ensayista,
investigadora, crítica…, en fin, trabajos que, si bien predisponen y hasta
exigen la soledad a la hora de ser ejecutados, antes y después inevitablemente
empujan a la persona a una actividad social bastante movida, así que ella fue
una mujer de mundo y, sin embargo, siempre me dio la impresión de que no era
capaz de percibir el mal ni de anticiparse a él. Eso les pasa a las personas
genuinamente buenas, y Mercedes era así, no solo bondadosa, sino buena.
Poco antes de morir, ella escribió un artículo sobre un libro mío que
todavía le agradezco por su lucidez, y de casualidad nos encontramos una tarde,
una vez más, ante el Palacio del Segundo Cabo. Terminamos en el restaurante
Europa, en la calle del Obispo, que las dos amábamos entrañablemente.
No comimos nada, solo bebimos café y algún postre, ya no recuerdo,
pero hablamos, como siempre, de cosas muy profundas. La noté triste. Ella
necesitaba desahogarse y la escuché. Tenía un gravísimo problema personal, el
caso típico de personas mayores que viven solas y admiten en su intimidad a
gente peligrosa, aunque no lo parezca de inicio, y terminan no sabiendo cómo
salirse de la trampa en que ellas mismas se han precipitado. Pude sentir su
decepción, su dolor, pero ninguna rabia. Yo, en su lugar, la habría sentido, y
también unos enormes deseos de venganza, pero Mercedes no estaba reaccionando
así. No actuaba para nada como una Capricornio, su signo zodiacal. Estaba
realmente muy mal de ánimo —ella, que tan dispuesta estaba siempre a animar a
los demás—, tenía como un sentimiento de amargura, de llanto que no se llora,
de desolación que inunda y arrasa.
Poco después, supe que se había privado de la vida. Me fue duro
asimilar la noticia, pero no me sorprendió, porque aquella última vez que
estuvimos juntas supe, mientras le daba mis mejores consejos de amiga, que ella
no tomaría ninguno y terminaría sucumbiendo a su destino.
Yo creo en el libre albedrío, pero Mercedes era víctima de una
manipulación tan colosal que no pudo enfrentarse y vencerla. Prefirió la
retirada definitiva.
Como Rufo Caballero, Mercedes era uno de esos personajes icónicos en la cultura cubana, y no porque constantemente impusiera y vendiera su imagen, como tantos otros que carecen de algo más valioso que ofrecer. Como Rufo, quien murió por aquel tiempo también, Mercy llenaba un espacio multifacético en el panorama cultural cubano. Los dos fueron como gente-orquesta, y hemos tenido pocos intelectuales así. Fueron dos muertes que dejaron heridas sin cicatrizar en el aura de La Habana.
Ella murió el 9 de enero de 2011, a los 67 años de edad, con mucho aún
para entregar a las letras de Cuba, y tres días después de la visita de los
Reyes Magos, de quienes me dijo en una ocasión que, aunque era demasiado vieja
para creer en ellos, le gustaba pensar que existían. Perverso regalo le dejaron
los Reyes a Mercy. En estas fechas se cumplen 13 años de su partida.
Su
larga trayectoria comenzó como bachiller en Letras en
el Instituto de la Víbora (1963). En 1964, comenzó a trabajar en la Universidad
de La Habana, y dos años
más tarde matriculó la Licenciatura en Lenguas y Literaturas Hispánicas.
Concluyó sus estudios en 1972 y comenzó su labor
docente en la propia facultad, donde impartió las asignaturas de Historia de
España, Investigación Literaria (Narratología) y Teoría y Crítica Literarias. Se
doctoró, además, en Ciencias Históricas.
Integró los Grupos de Estudios Latinoamericanos y Religiosos de la
citada universidad y trabajó en el semanario Pionero, en la revista Somos
Jóvenes y en el periódico Trabajadores.
Colaboró con numerosas publicaciones cubanas y extranjeras, así como también con
instituciones culturales, como la Casa de las Américas y el Centro de Estudios
Martianos.
Fue miembro de la Unión de Periodistas de Cuba y de la Unión de
Escritores y Artistas de Cuba, y participó como ponente en eventos científicos
y literarios. Prologó obras de la literatura latinoamericana y europea, y
realizó la compilación y el prólogo de numerosas antologías de teatro, poesía y
ensayos.
En el año 2000, recibió las categorías científicas de Investigadora
Titular, por la Academia de Ciencias de Cuba, y de Profesora Titular Adjunta,
de la Facultad de Comunicación Social de la Universidad de La Habana. Fue
autora de 34 libros, incluidas dos biografías de José Martí.
De su extensa bibliografía pueden citarse: La conciencia social en la obra de Lope de Vega, El pez volador, Poesía sobre la pólvora, El
monte de Venus, Donde habita el
olvido y Nube de cristal. Recibió
numerosos premios y reconocimientos, entre ellos el Premio Nacional de
Periodismo Cultural José Antonio Fernández de Castro. Un auténtico medallero
curricular de oro.
Periodista incansable y verdaderamente culta, colaboró con las
revistas Santiago, Del Caribe, SiC (estas tres últimas de Santiago de Cuba),
Alma Máter, Arte Cubano, Bohemia, Cine Cubano, Conjunto, Cuba Internacional,
revista de Literatura Cubana, El Caimán Barbudo, Extramuros, Honda, Juventud
Rebelde, Muchachas, OCLAE, Opina, Opus Habana, Prismas, Revolución y Cultura,
Tablas, Temas, Tricontinental, Unión, Verde Olivo, la Revista de la Biblioteca Nacional José Martí,
El Joven Comunista, La Gaceta de Cuba, La Nueva Gaceta, Editorial Letras
Cubanas, periódico Granma (incluido su resumen semanal y la edición internacional),
Tribuna de La Habana, El Habanero, la Casa de las Américas, y en las páginas
digitales de Cubaescena, Cubahora, Cubaliteraria, Cubanow, Cubarte, La
Jiribilla, Letras e Ideas, Lettres a Cuba, así como la página «Iluminaciones»
del sitio web de Habana Radio, y la columna sobre la vida y obra de José Martí
en el sitio web de CMBF Radio Musical Nacional. También fue colaboradora de la
Agencia de Información Nacional (hoy Agencia Cubana de Noticias) y de Prensa
Latina. Textos suyos aparecieron también en publicaciones periódicas extranjeras
de Estados Unidos, Colombia, Ecuador, México, Nicaragua, Panamá, Perú,
República Dominicana la Unión Soviética y Uruguay. Colaboró, además del Centro
de Estudios Martianos y los Centros de Investigaciones Literarias y de Estudios
sobre el Caribe, con la Casa de las Américas, y las Fundaciones Alejo Carpentier y Nicolás Guillén.
Participó como ponente en eventos científicos y
literarios. Formó parte de la Comisión Nacional permanente de los Seminarios
de Estudios Martianos.
Participó en calidad de jurado en concursos de la
Federación de Mujeres Cubanas; Asociación Nacional de Agricultores Pequeños;
Unión de Periodistas de Cuba (Upec); Central de Trabajadores de Cuba; Unión de
Escritores y Artistas de Cuba (Uneac); La Edad de Oro, del Ministerio de
Cultura, y 13 de marzo, de la Universidad de La Habana, así como también de la
Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica (Fipresci) y de la
Asociación Cubana de la Prensa Cinematográfica, del Festival Internacional del
Nuevo Cine Latinoamericano y del Consejo Nacional de las Artes Escénicas.
Prologó obras de la literatura latinoamericana y
europea, como El otoño del patriarca, de Gabriel
García Márquez, sobre la
literatura, de Máximo Gorki, La peregrinación de Bayoán, de Eugenio
María de Hostos, y la obra
de José Martí, entre otros.
Entre sus prólogos destacan Teatro de Lope de Vega,
Meridiano 70, Poesía social dominicana del siglo XX, «Ensayos literarios», de
José Carlos Mariátegui, y Marxistas de América, de Félix Pita Rodríguez. Fue
antologada en 20 en el XX (1973) y Nuevos críticos cubanos (1983). Estuvo
vinculada a la Brigada Hermanos Saíz. En el momento de su muerte era miembro de
la Organización Internacional de Periodistas, la Asociación Cubana de la Prensa
Cinematográfica y la Sociedad Económica de Amigos del País.
Su bibliografía activa, ya lo dije, rebasa los 30 títulos.
Su lista exhaustiva abarca los siguientes:
- La conciencia social en la obra de Lope de Vega (ensayo), 1972, 110 págs.
- Poesía sobre la pólvora (ensayo), 1974, 50 págs. y nueva edición, 1980,
72 págs.
- La piedra de cobre (testimonio), 1981,
- Héroes y antihéroes (crítica y ensayo), 1982,
- La doble aventura (ensayo), 1983
- Amor es heroísmo (cuentos para niños), 1983,
- La doble aventura (ensayo), 1983,
- De lo real maravilloso (cuento), 1984,
- Nadie está hecho de su propia compañía (poesía),
- Máximo Gómez, el primer guerrillero de América (relato histórico), 1986,
- Las aventuras del almirante (biografía), 1987,
- Gaucho de voz pura (viñetas), 1987,
- Te quiero serio, tempestuosamente (crónica), 1988,
- Subir lomas hermana hombres (testimonio), 1988,
- Mariana Maceo (biografía), 1988, 75 págs.
- Perfiles críticos (crítica y ensayo), 1989,
- La leyenda de Carlos Rojas, 1989, 184 págs.
- Sin esperanza y sin miedo (poesía, edición canadiense bilingüe en inglés y
español), 1996,
- Martí, a la luz del sol (biografía), edición mexicana, 1996,
- El monte de Venus (cuento), 1996,
- Lluvia fina. Sufrida en silencio (crónica), 1998,
- La poética de la espiritualidad: Tarkovski y Kieslowski (ensayo), 1998,
- Como el zunzún era su corazón (prosa poética),
- El rosario mágico de la Novoa (testimonio), 2000,
- El pez volador (poesía), 2001,
- Enamorado de la vida (crónica), 2002, 77 pp
- La inteligencia no tiene sexo (ensayo cinematográfico), 2002,
- Donde habita el olvido (novela) edición española, 2002,
- De amor y fuego (estudio biográfico), 2003,
- Nube de cristal (noveleta para niños), 2003,
- La vida es un silbo: Fernando Pérez (ensayo-entrevista-crítica) 2004,
- Aqueos y troyanos (cuentos), 2004
- El alafín de Oyó (cuentos para niños y niñas), 2004,
- Amor, sol de la vida (noveleta juvenil), 2004, Tomás
Gutiérrez Alea
(multimedia), 2006.
Obtuvo muchos
reconocimientos a su obra, como la
Distinción
Félix Elmusa, de la UPec; la Distinción
Raúl Gómez García, por sus méritos
en la cultura cubana; el Sello José
Manuel Valdés Rodríguez, otorgado
por la Universidad de La Habana por su contribución al estudio,
promoción y divulgación del séptimo arte en Cuba.
Recibió menciones de poesía (1974) de la Universidad
de Oriente, ensayo (1976), de la Uneac, y de relato (1981) en el Concurso
La Edad de Oro.
En 1986, obtuvo mención en artículo y premio en reseña
del Premio Nacional de Crítica Mirta Aguirre y diploma y medalla por su cuaderno Máximo Gómez,
el primer guerrillero de América (1986), otorgados por la Comisión Nacional
por el CL aniversario del Generalísimo. En 1988, recibió el Premio Abril, por su cuaderno Gaucho de voz pura, sobre Ernesto Che
Guevara.
Recibió en 1990 el Premio Chamán, de la
Cátedra Iberoamericana de Narración Oral Escénica, en la ciudad de Monterrey
(México).
En 1994, obtuvo el Premio de Ensayo del Centro de Estudios Hispánicos José María Chacón
y Calvo y el Premio Abril, por el conjunto
de sus estudios, investigaciones y libros sobre la vida y la obra de José
Martí.
En 1995 ganó el Premio de Crítica Cinematográfica Eduardo López
Morales, en el Taller Nacional de Crítica Cinematográfica, Camagüey.
Recibió en 1996 mención en el Premio Ismaelillo, de la Uneac
(en literatura para niños y jóvenes). Este cuaderno obtuvo tres premios La Rosa Blanca, en su integralidad de
texto e imágenes, por ser uno de los mejores y más bellos libros editados por
un autor cubano en el año para la niñez y la juventud (Uneac, 1999). En 1996,
recibió también la primera mención en el Concurso Internacional de Cuentos
Fernando González, de Colombia, con su relato El monte de Venus, y el
premio ensayo Razón de Ser, de la
Fundación Alejo Carpentier, así como también el Premio Ensayo Luis Rogelio
Nogueras (los tres en 1996).
En 1997 obtuvo la Distinción por la Cultura Nacional
(otorgada por el Consejo de Estado de Cuba y el Ministerio de Cultura), el
Premio Fundación de la Ciudad de Santa Clara (otorgado por la UPEC) y el Premio
Nacional de Periodismo Cultural (otorgado por la Uneac).
Se le concedió en 1999 ―al conferirse por primera vez―
el Premio Nacional de Periodismo Cultural José Antonio Fernández de Castro,
como reconocimiento a la obra de la vida por su relevante labor en la promoción
de la cultura cubana en los medios de comunicación.
En 1998, recibió el Premio Memoria, del Centro
Cultural Pablo de la Torriente Brau. En 2001, ganó el Premio de Investigación
Cinematográfica José Manuel Valdés Rodríguez, de la Asociación de Cine, Radio y
TV de la Uneac y Mención en cuento del concurso La Edad de Oro.
Ganó en 2002 mención en el Premio de Literatura para
niños y jóvenes Herminio Almendros.
En 2003 fue mención en el Premio Iberoamericano de
Ética Elena Gil, auspiciado por el Centro Félix Varela, La Habana, 2003, y un
año después, recibió el Premio La Rosa Blanca por Nube de cristal, otorgado
por la sección de literatura infanto-juvenil de la Uneac.
Ahora, en retrospectiva, observo que dos de sus
títulos coinciden con dos de Rufo: Lluvia
fina y El Pez volador ella, y Hongo fino y Un pez que huye él. Y uno, La
poética de la espiritualidad, con el mío La poética del signo como voluntad y representación.
¿Qué más puede
decirse de Mercedes Santos Moray, alguien que hizo tantas cosas como para
llenar tres vidas…?
Siempre te admiro y te recuerdo Mercy, con tu sonrisa entre pícara y melancólica, y lo lamento, de verdad lo lamento. Como Martí, a quien tanto amabas, no debiste morir. (Gina Picart Baluja)