Bien merece Pedro Izquierdo Padrón, conocido en Cuba y el mundo como “Pello, El Afrokán”, que se le recuerde en ocasión del aniversario 91 de su natalicio, como uno de los grandes percusionistas que ha tenido Cuba en todos los tiempos.
Indiscutiblemente, sus creaciones trascendieron en el tiempo, sobre todo entre los bailadores, y es innegable su influencia en la música que se hace hoy en el país, que responde a las bases melódicas inequívocas de aquel trascendente ritmo que llamó el Mozambique, con fuertes raíces en la conga y la potencia rítmica africana.
Su manera peculiar de hacer la música cubana y su ritmo revelan los secretos de quien dio mucho y todavía se quedó con deseos de seguir brindando a su pueblo lo mejor de sus creaciones, sobre todo con la magia de sus tambores, que todavía parecen repicar.
Había nacido para hacerlos sonar. Desde sus primeros años de adolescencia, en la barriada natal de Jesús María, se vio crecer entre percusionistas de los barrios habaneros. Así confesaba en una ocasión: «Esa es la sangre que me corre por las venas; mi padre fue uno de los percusionistas… en mi casa visitaban reyes de la percusión, todos somos una familia».
Jamás negó ser nieto de una negra mandinga y del negro curro y percusionista Manuel Palacio, integrante de la orquesta de Belisario López, de quienes heredó su creencia en ritos afrocubanos.
En 1959, gracias a los cambios sociales devenidos con el triunfo revolucionario del Primero de Enero, fundó su propia agrupación, con la cual se presentaba sobre todo en centros nocturnos.
"En 1962, comencé a experimentar con la música cubana, y fui cocinando el “potaje” del Mozambique. Coloqué 12 tambores, dos bombos, tres campanas, una sartén y tres trombones. Yo situaba un set de cinco tumbadoras a las que hacía sonar como un piano. El ritmo Mozambique es una fusión de estilos con un pasillo de baile, como caminar a tiempo, que después estilizó un coreógrafo profesional."
Su Mozambique fue estrenado en la televisión en 1963 y prendió rápidamente en la juventud de la Universidad de La Habana y en la comparsa de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), que desfiló en los carnavales habaneros con una carroza. Estremeció a todo el país con su nuevo compás, a golpe de tambores, metales y bailarinas que enseñaban desde el escenario las técnicas del baile que las siguieron acompañando hasta su muerte en el año 2000 y hoy todavía permanecen.
Su popularidad fue grande durante la segunda mitad de la década de los 60 del siglo XX con su ritmo Mozambique, que también dio a conocer en actuaciones en muchos otros países del mundo, como Nicaragua; Costa Rica; Colombia; Ecuador; Argentina; Venezuela; Brasil; Panamá; México; Estados Unidos; en el Festival Internacional de Música y Danza Folklórica de Schöten, Bélgica; España; Francia; Polonia; República Democrática Alemana; Unión Soviética y Japón.
Entre sus piezas más conocidas destacan: Camina como cómico, Ileana quiere chocolate, María Caracoles y Mozambique número 1.
No dejó a un lado la docencia e impartió clases como percusionista en la Escuela de Instructores de Arte, lo que alternó durante cuatro años con un programa fijo en la Televisión Cubana. Si bien el Mozambique y la obra musical de Pello hoy no gozan de amplia divulgación, es innegable el aporte de este destacado músico al acervo cultural de la nación cubana, que hizo vibrar a los cubanos al compás de una elegante ejecución de sus tambores. (Tomado de Radio Enciclopedia/archivo)