Llega el aniversario 92 del nacimiento del Comandante Camilo Cienfuegos Gorriarán, el 6 de febrero de 1932, con un reencuentro del Héroe de Yaguajay y Señor de la Vanguardia a la medida de cada cubano que lo ama y en consonancia con todos, unidos en un haz, a la vez.
Camilo siempre ha tenido el don de inyectar fe,
optimismo y no será distinto en esta ocasión.
Ser símbolo imperecedero de coraje, patriotismo,
juventud y la llamada cubanía o cubanidad que nos define, lo hace una presencia
muy querida, necesaria, y más cuando se le invoca recordando el momento feliz
de su llegada al mundo.
El reconocido estratega de la ofensiva rebelde de
Oriente a Occidente junto a Ernesto Che Guevara de la Serna, continúa diciéndonos en su forma siempre
campechana y alegre que es posible vencer, si se enfrentan las dificultades de
manera valiente, con tenacidad, creatividad, ingenio y buen humor, por
difíciles que sean las condiciones circundantes.
Infografía: Facebook/Radio Angulo, Holguín. |
Nacido en la habanera barriada de Lawton, vino de lo hondo del pueblo, por su origen humilde, y siempre fue fiel a su estirpe. Hijo de dos emigrantes pobres españoles, muy temprano hizo gala del desenfado y la personalidad extrovertida, viva, de la mayoría de los hijos de esta tierra. Era el clásico tipo chévere que cae bien a todos y más, buen amigo y humanista, reseña la periodista Marta Gómez Ferrals, en un artículo publicado por la Agencia Cubana de Noticias.
Desde muy joven se destacó por sus sentimientos
de patriotismo. Eran notorios en él su civismo, las muestras de coraje y
rebeldía ante lo injusto y lo mal hecho, y el amor por la historia, valores
surgidos de la honradez y buena educación inculcada en el hogar, de su
manifiesta solidaridad humana, y la alegría de vivir, que eran su sello.
Camilo se involucró en protestas populares contra
el aumento del costo de la vida, y en 1954 se incorpora a la lucha contra la
dictadura de Fulgencio Batista. Fichado por los órganos represores, con 21 años
decidió salir del país y buscar trabajo en Estados Unidos. En 1955, fue detenido y
deportado a Cuba, en un retorno que significó establecer nuevos y más firmes
nexos con el movimiento revolucionario estudiantil.
Por sus actividades revolucionarias sufrió
prisión y fue torturado. Al salir de la cárcel, optó por el exilio. Durante una
estancia breve en Nueva York, conoció de los planes de Fidel Castro en México, y
fue a su encuentro en la nación latinoamericana.
Como miembro de la expedición del yate Granma,
salió del hermano país el 25 de noviembre de 1956 desde el puerto de Tuxpan
entre los 82 futuros combatientes dispuestos a vencer o morir por la
independencia de la patria.
Probaron su temple el desembarco por Las
Coloradas el 2 de diciembre y el duro el bautizo de fuego de Alegría de Pío,
los cuales, además, confirmaron la decisión de ser fiel a la causa hasta el
final.
Reorganizada la diezmada tropa, Camilo se destacó
en el cumplimiento de múltiples acciones armadas al mando de Fidel, Almeida y
el Che.
Ganó los grados de Comandante del Ejército
Rebelde en abril de 1958. Brillaba en tácticas organizativas, ofensivas y de la
estrategia. Más adelante, como jefe de la Columna 2 Antonio Maceo, realizó
exitosas misiones en los llanos del Cauto, fuera del territorio de la cadena
Sierra Maestra.
Al llegar el momento de pasar a la ofensiva
final, el 18 de agosto de 1958 el Comandante en Jefe ordenó la ejecución de la
invasión de Oriente a Occidente, como hicieran las huestes mambisas en la
última guerra de independencia.
Camilo combatió al frente de su Columna, en tanto
el Che Guevara encabezó la Columna 8 Ciro Redondo.
De octubre y diciembre de 1958 dirigió combates
en zonas apartadas y desconocidas hasta entonces como Seibabo, Venegas, Zulueta
-en dos ocasiones-, General Carrillo, Jarahueca, Iguará, Meneses, Mayajigua y
Yaguajay.
Tras nueve días de batalla, el sitio de ese
último lugar culminó con el triunfo rebelde. Victoria que coincidió con la toma
de la ciudad de Santa Clara por las tropas del Che y con la fuga del tirano
Batista, el 31 de diciembre.
La cobarde huida del dictador dejó abonado el
camino para nuevos desafíos y artimañas que intentaban abortar el triunfo de la
Revolución. Camilo recibió la orden de marchar con rapidez hacia La Habana.
Allí tomó el Estado Mayor de la tiranía, el Cuartel de Columbia.
El 8 de enero de 1959, a la llegada a la capital
de la Caravana de la Libertad, encabezada por Fidel, Camilo era uno de los comandantes
que lo esperaban, al igual que el Che y Almeida.
Durante su discurso en horas de la noche, el líder
histórico de la Revolución demostró la confianza depositada en Camilo con
hermosas y sencillas palabras, grabadas por siempre en las mentes de los
cubanos.
Fue un año de intenso trabajo y ejecutoria de los
jóvenes dirigentes de la naciente Revolución que desde muy temprano empezó a
asumir su vocación de igualdad, justicia social y soberanía nacional.
Tras su fatídica desaparición, pocos meses
después del triunfo, el enlutado pueblo y sus compañeros de lucha intentaron en
vano encontrar sus restos y el de los dos compañeros que viajan con él, tras
cumplir una trascendente misión revolucionaria.
El 28 de octubre de 1959 su pérdida en un trágico
accidente de aviación, a los 27 años, ocasionó uno de los dolores más intensos
sufridos por el pueblo cubano. Tal sentimiento ha logrado mitigarse volviendo
cada día y en cada fecha que lo recuerda a su inveterado optimismo, lecciones
de vida, fidelidad a la Patria y a sus esencias más queridas. Y siempre
seguros, como dijera Fidel, de que en el pueblo hay muchos Camilos. (Redacción
digital. Imagen portada: red social X)
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